LA DPH APUESTA DESDE HACE AÑOS POR ESTE HONGO, CON UNAS 1.600 HECTÁREAS
HUESCA.- La trufa negra es un exquisito manjar, cada vez más presente en los fogones de las cocinas aragonesas y del resto de todo el territorio nacional. Denominada científicamente como ‘Tuber melanosporum’, resulta una delicia irrenunciable para los amantes de la buena mesa. Resulta muy apreciada en la gastronomía tanto por su exquisito sabor como por su inconfundible y singular aroma, que se obtiene por la mezcla de más de 50 compuestos aromáticos distintos.
Hoy, la truficultura está de moda. Al amplio margen de beneficio que supone para los truficultores, lo que favorece el asentamiento de población en el medio rural, hay que añadir que se trata de un cultivo medioambientalmente muy sostenible. Ambas razones fundamentan el hecho de que cada vez más se está dando, por parte de los poderes públicos, unas importantes subvenciones para favorecer dichos cultivos, dinamizando así la actividad económica del mundo rural.
La Diputación Provincial de Huesca no es ajena a este fenómeno y ha realizado una decidida apuesta en favor de la trufa como cultivo alternativo que sirva para complementar la economía rural. Más de 1.600 hectáreas se encuentran en estos momentos dedicadas a la producción de la trufa negra, con una inversión que supera ya de largo los 7 millones de euros, una notable cantidad destinada especialmente a las plantaciones del hongo, a la formación de los agricultores dedicados a su cultivo, y a la difusión de la trufa como alimento para la población general en diversos medios y campañas publicitarias.
Estas ayudas a la truficultura se enmarcan dentro de un ambicioso proyecto en el que, junto con el deseo de propiciar el mantenimiento de la población rural, se subraya la importancia de promocionar el uso grastronómico de la trufa negra, con el deseo de ampliar su uso y disfrute llegando no solo a los hoteles y restaurantes sino también a los hogares familiares.
Igualmente se apuesta por la investigación y experimentación en cuestiones relacionadas con la truficultura, lo que ha generado la creación, en el año 2009, del Centro de Investigación y Experimentación en Truficultura (CIET) en la localidad altoaragonesa de Graus, ubicada en la Comarca de la Ribagorza, y lugar en el que tradicionalmente la trufa se desarrollaba de forma natural en grandes cantidades.
Pero la relación de Graus con la trufa se remontaba a muchos años atrás. Como recuerda Gemma Betorz, actual alcaldesa grausina, ya en los años cuarenta del siglo pasado se creó el que posiblemente fue el primer mercado de trufa silvestre de toda España. Compradores y vendedores se reunían en la clandestinidad y, con unos gestos y un lenguaje que solo ellos conocían, procedían a realizar sus acuerdos comerciales.
Ya a partir del año 2002, cuando la Diputación Provincial de Huesca decidió comenzar a subvencionar las plantaciones de trufa, es cuando surgió el famoso mercado de
Graus de la trufa. Sito en la plaza Mayor de la ciudad, compradores y vendedores se concentran los sábados por la tarde en los bajos de la Casa de la Cultura para llevar a cabo sus transacciones. Actualmente, junto con la compra venta de trufa negra se ofrecen degustaciones de tapas de trufa, con el objeto de familiarizar a la población en general de las bondades de este hongo y de que pierdan definitivamente el miedo a utilizarlo en los fogones de sus hogares.
Ya inaugurada la temporada de la trufa el pasado día 15, está previsto que este sábado 3 de diciembre arranque el Mercado de la Trufa en Fresco de Graus, que, como en años anteriores, coincidirá con la celebración de la tercera edición de la Feria de la Trufa de Graus. El mercado se realizará todos los sábados hasta el 17 de diciembre, y se retomará desde el 14 de enero hasta el 11 de marzo.
Agricultores jóvenes
Como bien señala Gemma Betorz, cada vez más agricultores jóvenes se están empezando a dedicar en exclusiva al cultivo de este producto, lo que «además de asentar a población joven en el territorio produce im«Existen más plantaciones, pero no tienen subvención y por lo tanto no se encuentran censadas», expone Eva Gómez.
¿Cómo se acompaña por parte del CIET a los truficultores? Asesorando e intentando controlar el proceso desde el inicio. «Controlamos que el plantón micorrizado que se quiere plantar se encuentre en correctas condiciones –expone la ingeniera–. También hacemos el análisis de trufas, un servicio que está orientado a los primeros frutos que se encuentran en las planta