Dulces exquisitos
Mi compañera de juegos, con quien he crecido, a la que tanto quiero, en quien depositaba confidencias, mi hermana del alma, hoy comparte con otras personas tiempo y hábitos, cada vez más lejos de mí, llenándose esa creciente distancia entre nosotras con discusiones, sus mentiras y mi desconfianza.
Y mi alma encogiéndose, constreñida por el miedo al futuro que creo que le espera, que nos espera a quienes de verdad la queremos. Ya sólo hay dolor y llanto.
Hace apenas un año, ella y yo éramos uña y carne, siempre juntas. Ahora somos día y noche, condenadas a la no convivencia porque un monstruo la sedujo y nos separó, mostrándole un camino engañoso por el que se adentró sin ser consciente del peligro, cada vez más poderoso y menos escondido, que la acompaña en todo momento.
No lo sabe, o no quiere saberlo, pero esa ruta sólo tiene un destino: un profundo pozo.
Su vida, equivocada y esclavizada por la necesidad que la domina, pesa cada vez más, tanto que será inevitable que se hunda en el fondo si se asoma a su negra oquedad. Allí desaparecerán las ilusiones que un día tuvo y también las mías.
Sólo quiero gritarle, gritar a la hermana de cualquier persona, que, aunque el viaje que ha emprendido es hipnótico, y titánico su retorno, todavía tiene posibilidad de huir de la crueldad que vive a su costa y que la vuelve frágil y vulnerable.
Quiero hacerle saber a mi hermana, a la hermana de cualquiera, que busque en sus raíces la fuerza que el monstruo le robó. Allí, en la nostalgia que seguro le nace, encontrará el valor de desandar lo errado para renacer, recibir todo el amor que le tengo guardado y volver a caminar juntas.
Anhelo que ese grito llegue a sus oídos y a su corazón. Grupo Estatuas de Sal
A medida que se van aproximando las entrañables fiestas de la Navidad, más ganas les entran a los ciudadanos de saborear tanto los deliciosos mantecados como los sabrosos polvorones -especialmente- de la bella ciudad de Estepa, por cierto, monumento Histórico-Artístico desde el año 1965.
Ahora bien, el hecho de que sea precisamente allí donde se lleven haciendo durante ya más de un siglo y de que gocen de una gran reputación y prestigio mundial, no es gracias al azar, sino fruto del esfuerzo y dedicación de cada una de las generaciones precedentes, que han venido velando permanentemente por mantener, mejorar y mimar la calidad de sus mantecas de cerdo, harinas, azúcares y almendras, entre