“Los acuerdos de la universidad con el Gobierno de Aragón han sido claves para su estabilidad”
DIRECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE LA EXPERIENCIA Y PROFESOR DE DERECHO MERCANTIL
Profesor titular de Derecho Mercantil en la Universidad de Zaragoza desde 1986, Ángel Luis Monge es especialista en Derecho del Consumo y de la Competencia y fue vicedecano de la Facultad de Derecho del centro. Actualmente es también director de la Universidad de la Experiencia. Una serie de cargos que le permiten valorar de forma completa la trayectoria de la vida universitaria del territorio en estas décadas.
Empezó su carrera como docente en la Universidad de Zaragoza a mediados de los años ochenta. ¿Cómo recuerda el centro en esa época?
—Recuerdo que la facultad estaba muy masificada, porque había unos 1.000 estudiantes en primero de Derecho, y eso que algunos de los que querían estudiarlo se quedaban sin plaza. El plan de estudios que regía era el de 1953 y las asignaturas eran anuales. En cuanto al funcionamiento, había decanato y áreas de conocimiento, y los trabajos se hacían a máquina, pues no existía la informática como la conocemos hoy. También se podía fumar en las clases, algunos profesores incluso lo hacían en pipa. Y, como curiosidad que pone de manifiesto la importancia que siempre ha tenido, me acuerdo que decíamos irónicamente que el bar de Derecho era el único de España que tenía facultad.
¿Cómo valora la evolución que ha vivido Aragón en materia universitaria en estos 40 años? ¿Qué hitos destacaría como los más importantes?
—Ha sido una evolución formidable. Primero en cuanto a financiación, porque tenemos una estabilidad que antes no teníamos, algo en lo que han sido claves los convenios firmados entre el Gobierno de Aragón y la Universidad de Zaragoza. El Plan Bolonia ha sido otra de las claves, pues ha dinamitado la concepción que teníamos de las enseñanzas: las titulaciones son de cuatro años, se dividen en dos cuatrimestres y han desaparecido los exámenes de recuperación de septiembre poniéndose los de julio en su lugar, a semejanza de lo que ocurre en Europa. También se hace el prácticum, con el que los estudiantes cursan una asignatura fuera de la universidad. Asimismo, el Erasmus ha sido un gran hito, pues ha supuesto una revolución en la integración de nuestros alumnos en el sistema universitario europeo; así como la informatización de la universidad, que tuvo lugar en los noventa y que supuso un enorme avance, pues todo se hacía a mano: apuntes, actas, fichas…
En sus inicios, el presupuesto con el que contaban los departamentos era mucho más bajo que el actual. ¿Eso dificultaba el trabajo diario?
—Era más complicado porque la financiación era mucho más escasa. La aparición de los departamentos fue muy importante, porque antes había una relación entre el centro y un profesorado con muchos docentes, de manera que estos conllevaron una mejora sustancial del trabajo. Se podría decir que una universidad funciona bien si la relación entre los departamentos y el decanato es buena.
La pandemia fue, sin duda, otro punto de inflexión en los centros educativos. ¿Qué supuso para la Facultad de Derecho?
—En el momento que se inició yo era vicedecano y conllevó un esfuerzo muy grande, sobre todo porque tuvimos que adaptarnos a hacer las clases y los exámenes ‘online’. Además, yo llevaba Infraestructuras, y eso implicaba adaptar sistemas informáticos y habilitar nuevas plataformas para que los alumnos pudiesen seguir las materias.
Desde el año pasado también es director de la Universidad de la Experiencia. ¿Qué aporta a Aragón?
—Es un proyecto educativo para mayores de 55 años, hayan tenido o no estudios, que está implantado en 19 sedes del territorio y que cuenta con 2.600 estudiantes. La gente va para disfrutar, pues no hay exámenes y se ofrecen seis asignaturas anuales en las que se abordan temas variados como literatura, historia del arte, derecho, física o química de forma muy didáctica. Cumple una triple función: transmisión de cultura, vertebración del territorio y socialización, pues los alumnos establecen unas relaciones que son muy importantes para ellos.
¿Cómo es su implantación en Huesca?
—Huesca es una provincia muy importante para la Universidad de la Experiencia, pues cuenta con siete sedes (Huesca capital, Jaca, Barbastro, Monzón, Binéfar, Fraga y Sabiñánigo) y alrededor de 1.000 alumnos. Para nosotros es muy importante poder estar implantados en el territorio y para los estudiantes de allí supone una buena forma de que la Universidad pública de Aragón llegue hasta ellos. ●