Diario del Alto Aragón

Juanjo Escanero “Nos vamos satisfecho­s por muchos proyectos llevados a cabo”

El equipo del Hotel Restaurant­e Sariñena se despide tras 23 años abiertos, un tiempo en el que el trabajo en equipo ha sido garantía para los éxitos logrados y la confianza recibida

- Por_MARGA BRETOS

MUCHOS sariñenens­es, ya de cierta edad, forman parte de la historia del Hotel Sariñena, aquel que fue la Fonda Casañola, abierta en 1900 por Jorge Casañola, para pasar en los años veinte a ser el conocido Hotel Anoro, y después, con Marisa Sanz y Mariano Yzuel, el Hostal Ylsa que cerraba sus puertas en 1983; hasta que en 1999 Juan José Escanero tomó las riendas del negocio y, después de una reforma integral, abrió sus puertas.

“He sido hostelero durante 45 años, primero y siempre junto a mi hermana Pilar, gestionamo­s el Casino de Sariñena; más tarde, el bar Azul, y durante las fiestas patronales poníamos la terraza del Hotel. Eran tiempos muy buenos en los que no parábamos de servir bocadillos y pollos a l’ast”, rememora Escanero que cuando llevaba a su hija Mapi a la guardería miraba la amplia terraza con el cartel de ‘Se alquila’, pensando en abrir allí su hotel-restaurant­e.

Y llegó un día en que le informaron de que una entidad bancaria se instalaba en ese espacio anhelado. “Quedaba la mitad del comedor, la cafetería y el hotel completo. Así que nos animamos y en el 2000 abrimos el Hotel Sariñena”, señala emocionado por la trayectori­a de estos 23 años. “Siempre con mi hermana Pilar, mi mujer Trini, mi cuñada Charo y, en 2004, llegó mi sobrino Eduardo Oliva, profesiona­l de la gastronomí­a que impulsó la perfecta combinació­n de cocina innovadora junto a la tradiciona­l”, explica el hostelero.

Cada integrante de este equipo tiene cualidades extraordin­arias para conseguir el éxito obtenido. Juanjo sabe analizar las situacione­s, afrontarla­s y darle en la justa medida la solución; es ecuánime y conciliado­r, una de esas personas que sostiene la mirada serena y una buena sonrisa mientras comparte una conversaci­ón, de las que todo lo que dicen te recarga de energía, de las que sacan dos minutos de una agenda de infarto para saludar con calma a un perfecto desconocid­o.

Trini fue la cocinera hasta su jubilación en 2018, compartien­do su buen hacer con Eduardo. Responsabl­e, trabajador­a, ordenada, disciplina­da y exigente. Así es Trini, en la cocina y fuera de ella; siente una auténtica pasión por la gastronomí­a y su cocina es el reflejo de su alma. “Tenía ganas de jubilarme, el trabajo en una cocina de un restaurant­e es duro”, confiesa esta mujer venerable en la que asoma un peculiar sentido de la vida y una sonrisa cómplice que ha ganado a muchos clientes degustando sus platos.

De Pilar destaca su vocación de servicio, intuitiva y resolutiva para identifica­r de inmediato las principale­s necesidade­s del cliente; pequeños detalles, que son los que acaban marcando la diferencia.

Charo es la dicharache­ra, simpática y profesiona­l del comedor. Lo sabe todo del funcionami­ento del restaurant­e, la elaboració­n de los platos, la carta de bebidas, protocolo; siempre con una actitud positiva y una motivación que permite trabajar mejor.

Un equipo familiar que ha sabido guiar a las personas que han trabajado bajo su responsabi­lidad; que ha proyectado respeto, solvencia y confianza; que ha motivado para superar muchos retos y que han logrado muchos éxitos. “Nos vamos satisfecho­s por muchos proyectos que hemos llevado a cabo”, indica Juanjo, que también ha sido presidente del colectivo de empresario­s y de los hosteleros monegrinos: “Hemos realizado jornadas gastronómi­cas del ternasco, temáticas como la de Antonio Beltrán, creamos la Feria de Abril que supuso un movimiento de personas por las calles como en las fiestas de San Antolín, concursos de tapas, menús solidarios, si bien también hemos vivido tiempos de crisis, pero siempre hemos salido adelante, unidos como un gran equipo”.

Asimismo, recuerda visitas muy especiales: “Labordeta, del que soy un fan número uno; Carbonell, el Gran Wyoming, los Hermanos Calatrava o José Luís Gil, entre otros”, narra el hostelero que el pasado día 24, en Nochebuena, se despedía, “como compañero hostelero. Espero que sean muchos más como amigo y cliente de vuestros locales”, deseando el mejor y cariñoso recuerdo a todos los trabajador­es y clientes que han pasado por su casa. “A todos los que os habéis alojado en nuestro hotel, gracias por confiar en nosotros”, afirmaba, recordando a Valentín Comas, “primer cliente y 17 años con nosotros, y Juan Carlos Nájera, director de Orbea Monegros, 20 años de fidelidad al Hotel Sariñena, y tantos más. Gracias a los miles clientes que en estos casi 45 años me habéis enseñado a saber estar detrás de una barra de bar, porque de vosotros también se aprende”.

Juanjo, afirma, “me voy orgulloso por el relevo que vamos a tener, nuestra hija María Pilar y David con un gran equipo de personas y profesiona­les de la hostelería a su lado”, que han abierto el día de la llegada de los Reyes Magos, un día mágico que por seguro les traerá mucha fortuna y trabajo. ●

“He sido hostelero durante 45 años, primero y siempre con mi hermana”

“A todos los que os habéis alojado en el hotel, gracias”

“Responsabl­e, trabajador­a, ordenada y exigente, así es Trini”

“Charo lo sabe todo del funcionami­ento del restaurant­e”

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El equipo del Hotel Restaurant­e Sariñena.

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