Diario del Alto Aragón

Cómo éramos de pequeños

¡Anda que no han cambiado las cosas desde que éramos niños!

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Hoy hablamos de...

La sociedad ha cambiado mucho a lo largo del tiempo. Desde los años 50, 60, 70, hasta hoy. Nosotros mismos somos un grupo de personas de distintas edades, y hemos vivido nuestra infancia en este abanico de décadas.

Se puede decir que había una fuerte influencia de la Iglesia Católica, tanto a nivel familiar como en la escuela y otros ámbitos de la vida que todavía perdura, aunque con menos peso.

En muchas ocasiones, se empezaba a trabajar a edades muy tempranas, con el fin de ayudar a la economía familiar. Los chicos en el campo y las chicas de limpieza en casas.

Por otra parte, la escuela, quienes podían y tenían la suerte de acudir, también era un reflejo de la sociedad. Antes, los maestros tenían una gran autoridad, y el alumnado era muy disciplina­do, pues se temían los castigos. Se dividían las clases entre chicos y chicas, e igualmente se realizaban asignatura­s y tareas en función del sexo. En algunas localidade­s, también había clases para niños y niñas de familias pudientes, y otras para gente pobre. Durante muchos años, se daba de desayunar en el colegio: leche en polvo, queso o mantequill­a.

En nuestra infancia se jugaba en la calle sin ningún miedo ni problema, especialme­nte en los pueblos. Quizá ahora también, pero con más miramiento­s. De hecho, era muy habitual ver las puertas de las casas abiertas y con las llaves puestas. En Huesca, desde luego, también se salía en pandilla, pues los barrios de nuestra ciudad eran como pueblos.

Y la forma de divertirse de la juventud era realizando fiestas, los famosos guateques, aunque también se solía ir al cine.

Para finalizar, indicaros que el equipo de DFA de Igual Dá, y con el fin de documentar­nos, realizamos una visita al Museo Pedagógico de Aragón, donde está expuesta la evolución de la Escuela en nuestra Comunidad a lo largo del tiempo. Fundación Dfa

Sabías que...

Quienes formamos el equipo de redacción del proyecto Igual Dá en Autismo Huesca tenemos entre 21 y 22 años, nacimos en 2000 y 2001 y para recordar nuestra infancia, os vamos a explicar qué era lo que veíamos en la tele, comprábamo­s en la tienda de gominolas, o con qué ropa nos vestíamos para ir a clase. Seguro que os trae recuerdos, ¿sabías qué…?.

Las series que veíamos de pequeños podían ser de esa época como Código Lyoko, Pokémon o Winx Club o Pichi Pichi Pitch, pero también nos gustaban de años anteriores como Batman, Los Simpson, Spiderman o incluso muy anteriores como Ranma ½, Dragon Ball, Scooby Doo o Érase una vez la vida.

Las tiendas de gominolas eran el lugar donde comprar gusanitos naranjas (Cheetos), biberones de pica pica, palotes, Lacasitos, regaliz rojo (tanto enrollados como alargados), chuches a mogollón.

En nuestro estuche de clase no faltaban los bolis Pilot Frixion Ball que podían borrarse, en el recreo aparecían las cartas con bolas bakugan y el juego de GoGos y además eran famosas las zapatillas que llevaban luz en la suela.

¡Ah! Y en casa no faltaban las videoconso­las, la Nintendo DS y la Wii sobre todo. Autismo Huesca

Arte y alma

Entre los compañeros de la Asociación Down hemos estado recordando cómo fue nuestra infancia, y en algo coincidimo­s todos: fue una infancia muy feliz.

Algunos, como Eva, Lidia, Ana, Nacho y David V. eran niños tranquilos, y otros como David P., Alba y Jesús bastante traviesos. Jesús una vez rompió el regalo de su familia para una boda y David P. pintó toda una pared de su casa. Cuando les echaron la bronca se arrepintie­ron mucho, eran un poco “trastos” pero buenos niños.

Eva recuerda que era muy trabajador­a y le hacía mucha ilusión siempre su cumpleaños, su fecha del año favorita. Recuerda con mucho cariño a los profesiona­les de la Asociación y también un caballito de madera que tenía.

A Lidia le encantaba leer, sobre todo los cuentos de Disney. Era tranquila, amable y muy aficionada a la natación. Nos cuenta que aún recuerda como a los cinco años conoció a su mejor amiga en el Castillo de Loarre.

Loreto se acuerda cómo tenía algunas dificultad­es en algunas cosas, como hablar o columpiars­e. Sin embargo, era muy cariñosa, simpática y se le daba bien relacionar­se con otros niños y niñas. Una vez se disfrazó de payaso y guarda un recuerdo muy bueno de ese día.

Nacho y Ana desde que eran pequeños les gustaba ayudar y sus actividade­s favoritas eran leer y escribir.

David V. recuerda que era un poquito llorón, pero muy sociable. Todavía se acuerda de una excursión que hizo al Zoo de Barcelona donde pudo ver al famoso “Copito de nieve”.

Alba recuerda mucho a sus amigos de la Asociación cuando estuvo de campamento y un día que ordeñaron vacas en el pueblo de Lidia. Asociación Down Huesca

Y tú, ¿qué opinas?

Yo era el gordito y el empollón de la clase. Mi madre le dijo a una maestra que me diera caña, y me estiraba de las orejas. También recuerdo que el director del colegio me preguntó: “¿has sido tú el que ha roto el cristal?”, y yo le dije que no. Los compañeros se metían conmigo, pero me recogía en los libros y en ser un hooligan del Zaragoza. Debía de haber adelgazado y tener otro hobby que no fueran los libros durante esa época. A los 8 años hice la comunión en la iglesia parroquial de Santa María de Monzón, y a los 11 años tuve un accidente por los Salesianos que me marcó la vida para siempre. Enfermé y me operaron en Barcelona. Lo que se sufre de crío te marca.

Más tarde me hice más rebelde. Ya no me gustaba tanto estudiar y aún menos la cultura religiosa que estaba tan de moda en el colegio. Tenía un grupo de amigos tóxicos perdidos, y a veces nos enfadábamo­s entre nosotros. Prefería dormir a estar con los libros. Alguno me decía que me conformaba con poco, y la verdad es que me tenían aprecio pero, en fin, eran cosas de críos, que te jodían la adolescenc­ia y el instituto. Mi abuela me daba mil pesetas al mes para el carnet de conducir y para que me comprase una guitarra. Luego viví una situación política muy intensa. Me gustaba la transición y lo que llegaba de Madrid con su Movida.

Todos venimos de la infancia, pero no se nos nota. Es un proceso (infancia, juventud y madurez) que, aunque es consecutiv­o, cambia la persona y el pensamient­o. El prisma de vida en la infancia es de vivacidad, de alboroto de ideas, de dinamismo mental, conociendo los conceptos del vivir, e interpretá­ndolos desde su punto de vista de lo que es real. Lo que le parece a un niño la realidad es siempre desorienta­ción al principio, pero con el tiempo se va forjando una opinión más consecuent­e en la relación vivencia-lo que es. ¿Y tú qué opinas? ●

Grupo escritura creativa ASAPME Huesca, sede Monzón

 ?? ?? Mi fiesta de cumpleaños en Tamarite, de Samuel Perat
Mi fiesta de cumpleaños en Tamarite, de Samuel Perat
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Fotografía­s de algunos miembros de IGUAL DÁ cuando eran pequeños

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