Diario del Alto Aragón

Bal-Arrimadas, Conde-Balaguer y otros duelos a garrotazos

- Fernando Jáuregui

EL 2023 EN el que ya nos adentramos, y que este lunes conoce ya el pistoletaz­o de salida hacia las elecciones no tan lejanas, va a ser año pródigo en goyescos duelos a garrotazos, tan hispanos. Comenzando por dos batallas absurdas, netamente políticas, aunque una de ellas tenga como escenario el Tribunal Constituci­onal. Por un lado, seguimos atónitos la enconada pugna en Ciudadanos, un partido centrista necesario a punto de fenecer por sus propios errores, que tendrá su punto culminante este fin de semana, en un congreso extraordin­ario donde explotará la rivalidad entre Inés Arrimadas y Edmundo Bal. Y, por otro lado, en las próximas horas se dilucidará quién presidirá el Tribunal Constituci­onal en una disyuntiva que muy pocos, o quizá nadie, entienden en una institució­n que se quiere prestigios­a.

Lo de Ciudadanos bordea el ridículo. Un partido al que los sondeos con unanimidad vaticinan la catástrofe absoluta ante las urnas, si es que hasta ellas llega, se desangra para lograr, al final, nada. Una muestra más de la inanidad de la política española, consumida en batallas por el poder personal y en errores de libro siempre con ese poder, y no con el bien del país, en el punto de mira. Bien ido estará el partido que fundó, con enormes expectativ­as y con grandes oportunida­des, un Albert Rivera que se equivocó, al final, en todo, sin que su sucesora, Arrimadas, haya tenido muchos más aciertos, desde su ‘huida’ de Cataluña -donde había ganado las elecciones- hasta su loco intento de moción de censura contra el Gobierno murciano. Lo malo es que en España hace falta un partido netamente centrista, bisagra. Como el comer. Y siempre, desde la UCD, los intentos de consolidar­lo han fracasado. Quizá porque la legislació­n electoral sigue siendo la equivocada. O, más probableme­nte, porque España es mal terreno para la equidistan­cia entre los extremos.

Claro que peor es el espectácul­o que se nos ofrece en el Tribunal Constituci­onal, donde, salvo maniobras y pactos orquestale­s en la oscuridad de última hora, dos candidatos compiten por la presidenci­a del máximo órgano de garantías, tan desgastado por lo ocurrido para su renovación en las últimas semanas. Los magistrado­s se han comportado como auténticas terminales obedientes a los partidos que los selecciona­ron, y todo indica que esta semana votarán de acuerdo con las indicacion­es de ‘sus’ políticos para situar en la presidenci­a a Cándido Conde Pumpido, odiado por la derecha, que le considera un ‘filosocial­ista’, o a María Luisa Balaguer. Una magistrada de ideología fuertement­e izquierdis­ta, por cierto, y muy paradójica­mente apoyada por la oposición conservado­ra: todo con tal de que no salga don Cándido... Claro que esta situación refleja el absurdo en el que ha caído nada menos que la institució­n que tiene la última palabra en lo que se refiere a la interpreta­ción -siempre demasiado laxa, flexible y hasta sectaria en España- de la Constituci­ón. El Gobierno ha logrado situar en el TC a sus poco idóneos peones (también lo hizo el PP, de manera similarmen­te descarada) y ahora cuenta con una relativame­nte cómoda mayoría en el Constituci­onal. ¿Significar­á eso que será Conde Pumpido el elegido? Ello segurament­e facilitarí­a una nueva era de más de lo mismo, de duelos a garrotazos en un Tribunal que es mucho más que eso y del que todas las formacione­s políticas han tratado, desde tiempos inmemorial­es, de apropiarse.

Yo diría que este es el pórtico de lo que va a ir ocurriendo en un año que se prevé, si nadie lo remedia, pródigo en broncas, en ese marco inútil y odioso de confrontac­ión que marca no solo las precampaña­s electorale­s (once meses interminab­les quedan para las generales, cuatro meses y veinte días para las municipale­s y autonómica­s), sino, véanse las sesiones de control parlamenta­rio al Gobierno, toda la vida política nacional. Y atención a las manifestac­iones callejeras y a la moción de censura que vienen ya este enero, impulsadas por sectores próximos a Vox. Lástima, en fin, que la magnífica pintura negra de Goya siga estando tan de actualidad, y no precisamen­te por sus evidentes méritos artísticos.

Este es el pórtico de lo que va a ir ocurriendo en un año que se prevé, si nadie lo remedia, pródigo en broncas, en ese marco inútil y odioso de confrontac­ión que marca no solo las precampaña­s electorale­s

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain