Calidez y clasicismo
El trío de Marina Quiroga actuó en el Centro Cultural Manuel Benito Moliner de Huesca
EL CICLO Los Conciertos del Matadero apostó el pasado jueves por el jazz vocal. La protagonista principal era Marina Quiroga, una artista argentina que actualmente está afincada en Sabiñánigo y que se ha convertido en una figura habitual del muy activo circuito del jazz altoaragonés.
La cantante llegó al escenario del Centro Cultural Manuel Benito Moliner de la capital oscense acompañada por dos grandes músicos altoaragoneses que se encuentran tras ese loable proyecto educativo-musical que es Jazz for Kids: el contrabajista estadillano Dani Escolano y el pianista oscense Alejandro Esperanza, quien, por cierto, todavía tiene pendiente de presentar en directo en Huesca su evocador y brillante segundo álbum, Olivos, editado el año pasado.
Su labor de acompañamiento a la voz de Marina la realizaron con tanta precisión como delicadeza, y con tanta maestría como discreción, sin alharacas ni lucimientos vanos.
En cuanto a Marina Quiroga, posee una voz cálida y acariciante, muy en la línea de todas esas cantantes que han construido la historia del jazz vocal a lo largo de los años.
El programa del concierto, por lo demás, exhibía un clasicismo no disimulado. Salvo dos excepciones un poco más contemporáneas, el resto de los temas se situaban de lleno en ese canon al que se da el nombre de standards del jazz. De hecho, bastantes de las piezas interpretadas databan de los años 20 del pasado siglo. Vintage de pura cepa.
Con una presencia escénica muy natural, Marina inició su actuación con un auténtico standard donde los haya, Sweet Georgia Brown, un tema que, precisamente, versionó Marina en su disco Taciturna.
La primera parte del concierto se completó con I can’t give you anything but love, baby de Jimmy McHugh y Dorothy Fields, el bellísimo Tenderly que popularizaron jazz divas como Sarah Vaughan y Ella Fitzgerald, y Cuerpo y alma, una revisión en castellano del standard Body & Soul, a la manera de cómo la hizo Esperanza Spalding.
Y justamente, la actuación continuó con un tema de la propia Esperanza Spalding, el cálido y lleno de soul Fall in, que al igual que My day will come (versión del tema que Yebba cantó junto a James Francies) Marina lo interpretó en dueto con Alejandro al piano.
La vertiente intimista del concierto continuó con otro gran standard que han retomado desde Miles Davis hasta Nina Simone, Bye Bye Blackbird, interpretado en esta ocasión a dúo con Dani. Tras estos momentos de cierto recogimiento, el siguiente paso, lógicamente, fue llevar la velada hacia el fulgor y la alegría, de la mano de Twisted, un tema perfecto para ejercitarse en el vocalese, técnica del jazz vocal que se parece (aunque es distinta) al scat.
Con I didn’t know what time it was el concierto se zambulló en el glamour que exhala esta deliciosa pieza de Rodgers-Hart. Y tras la sutileza de Flowers, un tema del musical de Broadway Hadestown, la actuación llegó a su final con otro gran clásico, Anything goes, canción de uno de los compositores más exquisitos de todos los tiempos, el gran Cole Porter.
El público, que había disfrutado de esta agradable velada de jazz vocal, reclamó un bis y, lógicamente, fue correspondido con un tema vibrante y dinámico, Hallelujah I love her so de Ray Charles, que Marina aprovechó para llamar al escenario a uno de los bailarines de los HuesconSwing Hepcats y marcarse con él un sinuoso baile en clave lindy hop. Un alegre final para clausurar esta selección de clásicos inolvidables. ●
Marina Quiroga Trío
Jazz
Centro Manuel Benito Moliner