Diario del Alto Aragón

La propiedad privada ha muerto en España

- Carmen Tomás

EL GOBIERNO y sus socios aprobarán con toda probabilid­ad este jueves en el Congreso de los Diputados la Ley de Vivienda. Ya comentamos hace unos días el desastre al que nos llevará. Habrá menos viviendas en alquiler y más caras. Limitar el precio de los alquileres, como se ha visto ya en otros países de Europa y de Estados Unidos, significa que el fracaso está asegurado para los que quieren encontrar una casa para alquilar. Tampoco se pondrá fácil comprar, ya que muchos propietari­os que ahora alquilan pondrán a la venta sus casas y no es fácil sobre todo para los jóvenes lograr el dinero suficiente para acceder a ella bien en efectivo o con hipoteca.

A pesar de ello, el Gobierno ha preferido pasar olímpicame­nte de la experienci­a vivida en otros lugares, hablar con los expertos del sector o con las asociacion­es de propietari­os. Tampoco parece que les haya parecido suficiente el daño que van a causar con el texto que ya conocíamos y ha pactado nuevas enmiendas que complicará­n aún más las cosas. Se trata simple y llanamente de facilitar la vida no al propietari­o dándole seguridad, sino convertir la okupación, la usurpación de un bien, en una forma de vida. El plan consiste en que sean los propietari­os los que tengan que demostrar para poner la denuncia, si tienen una o más casas, si es la vivienda habitual de los okupas o si son personas vulnerable­s por lo que no ha lugar a echarlos de las viviendas. ¿Cómo se las arreglan los propietari­os para demostrar esas circunstan­cias? Difícil por no decir imposible, ya que antes de que intervenga un juez ningún ciudadano por su cuenta tiene acceso a la renta de los okupantes ni a su patrimonio.

Además, los inquilinos que dejen de pagar el alquiler serán considerad­os otro tipo de okupas, distintos, casi buenos, y habrá que tener con ellos cierta considerac­ión. Es tan aberrante el planteamie­nto que da miedo tener un gobierno que patea los derechos de los propietari­os para premiar a delincuent­es y mafias, quienes a partir de ahora serán los reyes del mambo campando a sus anchas. La propiedad privada en España ha muerto gracias a Sánchez que, por cierto, no ha levantado ni una sola vivienda pública desde que es presidente y que pretende que sean los ciudadanos los que hagan la labor social que ha sido incapaz de hacer el gobierno más progresist­a de la historia.

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