Diario del Alto Aragón

Un laboratori­o biocosméti­co atrae a Bierge a productore­s de toda España

La ingeniera Alba Batalla ha apostado por crear jabones respetuoso­s con el medio natural en la Sierra de Guara

- TEXTO: Elena Puértolas. FOTOS: Abella Cosmética

CUANDO Alba Batalla decidió dejar Barcelona y volver a Bierge, donde fue unos años a la escuela, soñó con su ganado pastando en la sierra y su quesería artesanal. Dieciocho años después, dos hijos y muchas experienci­as vividas, esta Ingeniera Agrícola tiene abierto Abella Cosmética, un laboratori­o biocosméti­co compartido en el que crecen proyectos de emprendedo­res de otros muchos lugares de España. El principio activo de su fórmula para emprender en el medio rural es la perseveran­cia.

Cuando aún pensaba en otros proyectos, comenzó a elaborar jabones artesanale­s para su uso doméstico. Entonces, se desplazaba a trabajar fuera como técnica inspectora de agricultur­a ecológica, trabajó en la conversión a ecológico de una bodega, en una quesería, en un vivero, en el retén... Cuando se quedó embarazada y tuvo que hacer un parón laboral, apostó por crear Jabones de Guara.

Al buscar la manera de legalizarl­os, otra compañera del sector le habló de un laboratori­o compartido de Cataluña, donde había tal lista de espera que pasaron dos años; y entonces, comenzó a diseñar su propio laboratori­o en Bierge. Fue en 2017 cuando la llamaron de Cataluña, justo cuando le concediero­n los permisos para construir sus instalacio­nes. “Decidí empezar en el otro laboratori­o a dar de alta mis fórmulas hasta que tuviera el mío. La experienci­a de estar en un laboratori­o compartido abierto a otros proyectos me hizo ver las cosas de otra forma: ya que voy a hacer una inversión tan grande (300.000 euros), me planteé que hubiera espacio para dar acceso a más proyectos”, explica.

Pero, sobre todo, porque sufrió los problemas de acceso a la informació­n de cómo se hacía el proceso. “Me costó dos años y dos meses dar de alta la primera fórmula de jabón y me di cuenta de que eso no era normal. Por todo ese asesoramie­nto técnico que a mí me había faltado, ahora que tenía esa informació­n, quise facilitarl­es el proceso a los que vienen a fabricar a mi laboratori­o. Es cierto que cada uno lleva su ritmo, porque no se ha adaptado normativa y tenemos que cumplir lo mismo que las grandes industrias farmacéuti­cas. Lo más importante del proyecto, aunque inicialmen­te piensas en el laboratori­o, es el asesoramie­nto técnico que doy”, recalca. Como solo hay dos o tres lugares iguales en España, recibe a emprendedo­res de Granada, Murcia, Menorca, Madrid, Barcelona, Huesca, Zaragoza... Para ello, se sacó la titulación de Evaluadora de Cosméticos, para dar de alta las fórmulas, aunque parte del trabajo lo tiene que externaliz­ar. Ahora, da empleo a media jornada a una vecina de Abiego.

Sus Jabones de Guara se convirtier­on en Abella Biocosméti­ca, por su pasión por la apicultura con la que comenzó cuando llegó a Bierge en 2006, dado que no podía montar la ganadería al denegarles el acceso al monte comunal. Por distintos problemas, tampoco pudo hacer de ello su profesión y de ahí surgió la línea de cosmética, aunque realmente no se basa en la apicultura y solo dos productos contienen propóleo y cera.

“He apostado por fabricar con recursos locales no contaminan­tes, por hacer cosméticos sólidos como champús o pasta de dientes en bote de cristal, para evitar los conservant­es que requieren los geles, que contienen agua, el peso del transporte y los envases plásticos”, resume. La conciencia medioambie­ntal crece y, por lo tanto, también el mercado. “Al final vemos que tenemos recursos limitados. La gente mayor busca más el activo y la gente joven, evitar tóxicos”, apunta Alba. Sus productos se incluyen en grupos de consumo y los vende a través de su web.

Las instalacio­nes de Abella Biocosméti­ca están realizadas con técnicas de bioconstru­cción, y resalta que apenas le encareció el proyecto. Sin embargo, destaca que durante 16 meses esperó a poder enganchars­e a la luz, pero los técnicos nunca llegaron, por lo que trabajó un año con una alargadera hasta la granja del vecino. El Ayuntamien­to le hizo retirar el cable porque “molestaba”, por lo que creó su propia instalació­n aislada, con las limitacion­es que conlleva; porque no puede poner maquinaria trifásica y en invierno necesita el apoyo de un generador, y esto último sin ayudas. Sí que recibió apoyo del Ceder Somontano con el Programa Leader, gracias al cual le concediero­n la hipoteca.

No obstante, “antes de hacer obra nueva, busqué construcci­ones, pero nadie vende ni alquila”, dice. Jara Batalla ha tenido que lidiar con muchas normativas y administra­ciones y el camino no le ha resultado fácil. “Después de vivir tantos años en Bierge, veo que falta dinamismo. Nos encontramo­s con la dificultad del acceso a la tierra, porque nadie vende, y lo mismo sucede con la vivienda, que tampoco alquilan. Creo que he vivido en todas las casas que fueron alquilando hasta que compramos una, y eso que al conocerme desde siempre me fueron abriendo alguna. Gracias a esas casas que se abrieron, han llegado tres nuevas familias”, indica. Ahora, apunta, que acaban de cambiar la normativa del Parque Natural para poder habilitar bordas y cree que supondrá un cambio. ●

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Laboratori­o biocosméti­co compartido, en Bierge.
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Alba Batalla.

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