Huesca presume de un gran número de edificios antiguos todavía en uso
El Museo Provincial se empezó a edificar en el siglo XII, el Colegio de Santiago es de 1610, del siglo XVI data Casa de Climent (Coso Alto, 47) y del XVII hay varias casas palacio como las de Oña, Claver y de Ena
SI LAS fachadas hablaran contarían muchas cosas, en especial, los episodios de los que han sido testigos durante el devenir de los años. Darían detalles de la gente que han visto transitar, un día tras otro, y revelarían los pequeños, a veces imperceptibles, pero decisivos acontecimientos de los que han sido testigos. Y descubrirían muchos secretos que solo ellas, como calladas observadoras, conocen y de los que a buen seguro nunca tendremos constancia.
Nosotros paseamos a diario por las calles del centro de la ciudad y pasamos ante muchos edificios que han sido testigos del paso del tiempo, algunos desde hace varios cientos de años. Son construcciones que tenemos grabadas en nuestra retina, tras verlas una y otra vez, pero de las que desconocemos algunos aspectos que nos pueden sorprender.
Y es que los edificios, aunque inanimados, también tienen vida, hay muchos que se han hecho mayores, pero pese a tener siglos no han envejecido y entre sus paredes todavía pasan muchas cosas.
La historia de Huesca se remonta a antes de Cristo, cuando ya existía un asentamiento urbano, y después han sido varios los pueblos que la han habitado y dejado su impronta. Perduran restos arqueológicos que recuerdan ese pasado y que tenemos la suerte de contemplar, como la muralla musulmana que se erige en la actual Ronda de Montearagón.
Otros, de la época romana o visigoda, han ido apareciendo conforme se realizaban reformas y remodelaciones, pero no han quedado a la vista. O como sucede en el espacio conocido como Círculo Católico, esperan a que se haga una intervención y que un día sean patrimonio que mostrar y del que presumir.
La ciudad fue creciendo en la parte de intramuros y se erigieron los templos más conocidos: la Catedral y la iglesia de San Pedro el Viejo, ambos un orgullo y lugares de obligada visita para los turistas.
Se mantiene la menos conocida iglesia de Santa Cruz, que forma parte del seminario situado en la plaza de la Universidad. Se trata de un espacio que fue asiento de la mezquita de la Zuda y tras la reconquista se transformó en iglesia románica. A su lado, el Palacio de los Reyes de Aragón o palacio Real de Huesca, un conjunto de arquitectura civil que fue construido en el siglo XII y que, actualmente, alberga el Museo de Huesca.
Este aloja la Sala de la Campana, donde se sucedieron los hechos de la leyenda de La campana de Huesca y también la Sala de Doña Petronila, una estancia situada sobre la anterior donde, según la tradición, se celebró la boda entre Petronila, hija de Ramiro II de Aragón, y Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona.
También acogió la Universidad, ya que en el 1354 el rey Pedro IV fundó un Estudio General y convirtió a la actual capital oscense en una de las pocas ciudades universitarias españolas. Se denomina también Sertoriana, en memoria de la escuela que estableció Quinto Sertorio en Osca en el año 77 a. C. que sobrevivió a la muerte de su fundador y alcanzó su máximo apogeo bajo los mandatos de Julio César y del emperador Augusto, languideciendo posteriormente de forma progresiva.
De la plaza principal al otro lado de la muralla
El Ayuntamiento de Huesca es el edificio civil más notable de la ciudad y fue construido en el siglo XVI sobre el solar que, anteriormente, ocupó la sede del concejo, frente a la Catedral. En sus remodeladas instalaciones, a día de hoy, el trasiego de personas sigue siendo constante ya que alberga la alcaldía y otras instalaciones municipales.
El Colegio Imperial de Santiago se encuentra adosado a la casa consistorial y aunque en origen fue un edificio independiente, en la actualidad está ocupado por dependencias consistoriales. Se fundó a finales del siglo XVI con la finalidad de albergar juristas vinculados con la Universidad Sertoriana.
La plaza de la Catedral también incluye el Palacio Episcopal Antiguo, en el que destacan la techumbre del salón conocido como del Tanto Monta, que se edificó bajo el mandato del obispo Antonio de Espés, en 1478. Al lado, la Casa de los Canónigos, cuya construcción data de 1542. Y mención aparte la propia catedral, que se levanta en este perímetro.
La casa de los condes de Guara o palacio de Villahermosa, situado en la calle del mismo nombre, es una edificación típica renacentista aragonesa del siglo XVII, construida con ladrillo, gran fachada principal y tres plantas. En ella vivieron los Foces, una familia de linaje aragonés. En 1926 se cedió al colegio San
Viator y se usó como centro educativo hasta 1983. Más tarde, entre los años 1979 y 1987, el Instituto de Estudios Altoaragoneses se instaló en el edificio. El palacio fue adquirido por Ibercaja y, actualmente, funciona como centro cultural de la entidad bancaria.
Casa de Climent, en Coso Alto, 47, se empezó a construir a mediados del siglo XVI y es una de las casas palacio señoriales que se conservan en la ciudad. Se edificó tras perder la ciudad su carácter defensivo y empezar a crecer más allá del perímetro amurallado. Hoy acoge algunos de los cursos del Colegio de Santa Ana.
Muy próxima está Casa de Oña -se levantó en el siglo XVI- y se trata de un edificio, situado en el actual Coso Alto, 41, que perteneció a los marqueses de Montemuzo en Huesca.
Originaria del siglo XVII, y situada en el Coso Alto, 11, está Casa Claver, que es un edificio de planta rectangular que ocupa dependencias de Ibercaja.
Ya en la calle las Cortes, 3 se encuentra Casa de Ena, que se empezó a levantar en el siglo XVII y en el que sigue habiendo inquilinos. Se recuerda por su más insigne arrendatario, Ramón Acín, que vivió allí hasta que fue detenido y fusilado.
También de la misma época data la Casa de Abarca de Bolea, en la calle Sancho Abarca, 3, cuyos pasillos recorrieron muchos oscenses del barrio de Santo Domingo cuando albergó el colegio del mismo nombre y que, actualmente, funciona como Centro de Profesorado Ana Abarca de Bolea.
En la segunda mitad del siglo XVIII se construyó el Colegio San Vicente, un centro fundado en 1587, el día 22 de enero, por eso tomó este nombre y que estaba adscrito a la Universidad. Entre otros usos, sirvió para colocar los libros de los conventos suprimidos, fue cuartel, una casa de huérfanos, en los años 1920 se instaló parte del material de artillería y, por último, sede del colegio público.
Muy cerca, en calle Canellas, 2 está la sede del Archivo Histórico Provincial, que ocupa lo que fue el antiguo colegio de Santa Rosa (1885), un centro en el que estudiaron muchas altoaragonesas hasta 1973.
Y de finales del siglo XIX, hay dos fincas de vecinos, en el Coso Bajo. La del número 11 data de 1883 y dos años más tarde se concluyó la obra del 12, justo en la acera de enfrente. Ambos mantienen su aspecto original y son lugar de residencia de varias familias. ●