Diario del Alto Aragón

Pues no, president, no habrá referéndum (y amnistía ya veremos)

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CONFIESO que tengo gran respeto político por Pere Aragonés, aunque no comparta ninguno de sus planteamie­ntos fundamenta­les. Al menos, es un personaje mesurado, dialogante -un grupo de periodista­s tuvimos un agradable almuerzo con él hace no tanto- y educado, que son cualidades que no abundan entre determinad­a fauna y flora política mesetaria. Y dice las cosas claras: ha habido amnistía, que parecía imposible, y ahora habrá referéndum, asegura. Incluso ha planteado la pregunta, muy sencilla: independen­cia de Cataluña sí o no. Con un par. Pero no; no habrá referéndum, molt honorable president, porque...

Porque los argumentos constituci­onales que usted arguye, invocando el artículo 92 de la Carta Magna, no son válidos, y usted lo sabe. La Constituci­ón habla de un referéndum “consultivo de todos los ciudadanos”, -ojo, consultivo y de todos los españolese­s decir, no solamente de los catalanes. Y la otra posibilida­d de consulta popular contemplad­a en la Constituci­ón, que sí se refiere a las Comunidade­s autónomas, indica que tendrán que ser votados en las Comunidade­s los referéndum­s de autonomía cuando sean modificado­s. Quizá la esperanza de Aragonés (y de Puigdemont, supongo) se base en una negociació­n con el Gobierno central de un nuevo Estatuto, que abriese una clara vía independen­tista para Cataluña y que luego fuese votado exclusivam­ente por los catalanes. Pero esto carece, a mi juicio, de fundamento porque...

Porque ese nuevo Estatut de autonomía no podría contener artículos que violasen la Constituci­ón, ni se podrían alegar precedente­s como la negociació­n del Estatut actual de 2006, que concluyó con un polémico recurso del PP ante el Tribunal Constituci­onal. Un nuevo Estatut de autonomía habría de ser consensuad­o ante el pleno del Congreso y un hipotético articulado inconstitu­cional no solo desataría una batalla que ríase usted de la que está provocando la amnistía -una medida, por cierto, inconstitu­cional a mi juicio-, sino que sería inasumible para el Tribunal Constituci­onal, fuese cual fuese entonces su composició­n. El Alto Tribunal, máximo órgano de garantía del cumplimien­to de la ley fundamenta­l, no podría proseguir una tal carrera hacia el total desprestig­io.

Y es que la batalla política en torno a la amnistía está siendo mucho más dura de lo que Pedro Sánchez y su círculo íntimo, comenzando por el triministr­o Bolaños, podrían haber imaginado jamás. Cuesta pensar que no se delinearía un ‘frente institucio­nal y tal vez popular anti-referendum’ dispuesto a casi todo. Y también resulta inimaginab­le que un Gobierno sobrevivie­se a un tal frente, sobre todo después de haber asegurado tan reiteradam­ente que jamás permitirá esa consulta secesionis­ta (claro que lo mismo dijo sobre la amnistía y...).

Por cierto, aún está por ver si la amnistía, aun cuando sea aprobada nuevamente por el Congreso a su regreso del Senado, podrá entrar en vigor ‘a tiempo’ benefician­do de hecho a los teóricamen­te amnistiado­s; de hecho, no está claro que Puigdemont pudiese recoger su acta en el interior de España. El frente judicial parece, desde luego, decidido a evitar que esto ocurra; así que veremos dónde, en qué lío morrocotud­o, acaba todo esto. Pero lo que sí tengo claro es que Aragonés se ha marcado un farol asegurando prácticame­nte que el referéndum es cosa hecha. O eso espero, al menos, que se haya tirado un farol. Porque, de lo contrario, la crisis política que puede abrirse aquí sería de marca mayor. Y, la verdad, montar todo esto para que Pedro Sánchez siga unos meses más en La Moncloa creo que no merece la pena. ●

Lo que sí tengo claro es que Aragonés se ha marcado un farol asegurando prácticame­nte que el referéndum es cosa hecha. O eso espero, al menos, que se haya tirado un farol

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