Viviendas de uso turístico
LA POLICÍA Nacional ha inspeccionado viviendas de uso turístico en Huesca y Jaca (donde tiene competencias) y, de ahí, se han formulado denuncias por el incumplimiento de comunicar la identidad de los huéspedes que se alojan a las autoridades. En una provincia como esta, es importante que la administración como responsable de la normativa así como las fuerzas de seguridad, encargadas de velar también por el cumplimiento, trabajen de forma coordinada y efectiva porque las derivadas de no hacerlo son muchas. En este caso, se refiere a la falta de control sobre las personas, lo que puede conllevar muchos riesgos, pero las consecuencias van mucho más allá.
Algunos municipios de la provincia ya han puesto límite a las viviendas de uso turístico, puesto que su proliferación acarrea otras dificultades, como la falta de alquileres de larga duración para trabajadores. En los valles pirenaicos se necesitan empleados del sector turístico, a veces temporales, pero después tienen muchas dificultades para encontrar alojamiento. Por ello, es importante encontrar el equilibrio para que no acaben siendo pueblos visitados por turistas, pero donde apenas hay vecinos. Sucede ya en algunos conjuntos urbanos donde la presión turística acaba convirtiendo las viviendas en negocio y expulsando a otras zonas a sus habitantes.
En estas inspecciones, también se ha detectado la existencia de algunos pisos de uso turístico que se han reconvertido en alquileres de larga duración sin darlos de baja. En un sentido u otro, es necesario el control de estas viviendas así como el equilibrio con el resto del entorno para garantizar un futuro próspero y evitar que el territorio muera de éxito. a los que acompañábamos cantando canciones cuyo estribillo era conocido por todos, ya que año tras año se repetían los mismos cantos. Uno de ellos rezaba: “Perdona a tu pueblo Señor, perdona a tu pueblo, perdónale Señor”. De acuerdo con la tradición cristiana, Jesús entregó su propia carne en sacrificio el Viernes Santo, por lo que se estableció como norma abstenerse de comer carne ese día y todos los viernes de Cuaresma. En mi casa se seguía esta restricción al pie de la letra, al igual que el ayuno del Viernes Santo. Otra cosa que quedó grabada en mis pupilas fue el atuendo oscuro de las mujeres que llevaban en procesión a la Virgen. Se debían vestir de luto. La devoción así lo exigía, con contención a la hora de llevar joyas y total protagonismo para la mantilla negra. También, haciendo memoria, revivo la imagen de algunas mujeres que desfilaban acompañando los pasos de la Dolorosa y María Magdalena con total desnudez en sus pies. El Sábado Santo, día que sigue a la muerte de Jesús, era un día de espera y recogimiento, celebrándose la vigilia pascual durante la noche. Coincidiendo con el momento de regocijo de la Resurrección, en la madrugada del domingo, salíamos por las calles cantando el Aleluya. Todavía hoy se mantiene muy viva esa costumbre tan emotiva en la que las voces de hombres y mujeres cantan primero por separado para juntarse después ambas en el estribillo. Recuerdo esa participación entusiasta de los cantores y los silencios que llenaban las calles. La palabra Pascua significa paso, y, a partir del Sábado de Resurrección, celebrábamos con gran regocijo el paso de la muerte a la vida.
Me siento satisfecha de haber recuperado con esta reflexión esa connotación espiritual de la Semana Santa, así como algunos valores que me transmitieron de niña
Gema Abad Ballarín