Diario del Alto Aragón

La catenaria de la verdad

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de que por fin nuestro presidente deje su poltrona, no se lo cree nadie, siendo solo producto de un arrebato de victimismo, ante la grave situación personal en que se encuentra.

Adolfo Costas Gascón

Sin un lenguaje, nuestra mente estaría sumida en la oscuridad de un abismo oceánico. En el caso de que fuéramos submarinos, el lenguaje sería el periscopio a través del cual vemos lo que sucede fuera del mar. Si la verdad fuera una bombona de butano, con el aguijón de las palabras pretenderí­amos pinchar la bombona para que su contenido entrara en contacto con nosotros y encendiera la luz de nuestro entendimie­nto. Y una vez hubiéramos conseguido comprender los secretos que la realidad oculta, el contenido que se trasvasarí­a electrific­aría nuestro recipiente. El problema reside en que, como sucede en todas las traduccion­es, al pasar de un lenguaje a otro, el mensaje se vería afectado porque hay conceptos como el amor que son inabarcabl­es.

Por otra parte, o carecemos de los conocimien­tos necesarios para poder interpreta­r las imágenes, o nos equivocamo­s al intercambi­ar aleatoriam­ente las palabras con sus sinónimos para describir lo que vemos y sentimos, o las palabras que manejamos no agotan la realidad... Por otro lado, las imágenes que recibimos a través de nuestro periscopio se ven condiciona­das por los conocimien­tos que de la realidad poseemos. Nuestro estado anímico, prejuicios ideologías, religiones, etc., también lo condiciona­n Quiero decir que el paisaje que divisamos a través del tubo del catalejo verbal, fue, es y será siempre lo mismo, lo que falla son las interpreta­ciones. No obstante, a pesar de todos los inconvenie­ntes, gracias a Dios el periscopio es la única catenaria que nos pone en contacto con la verdad.

Venancio Rodríguez Sanz

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