Diario del Alto Aragón

Un mal inicio, otra derrota

La SD Huesca cayó en tierras pucelanas ante un Valladolid superior en todo momento SEGUNDA DIVISIÓN

- José Gil

HUESCA.- La SD Huesca cayó en el José Zorrilla ante el Real Valladolid por 1-0. El mal inicio de partido de los azulgranas y el tanto de Meseguer en el minuto 8 les condenó a sumar su tercera derrota consecutiv­a, que compromete su situación con la zona de descenso.

El inicio de partido no pudo ser peor para un Huesca al que le costó arrancar y sostener cualquier acometida rival. Los pucelanos entraron fuertes, llegando con mucha claridad durante los primeros minutoS y haciendo notar tanto su condición de local como de equipo candidato al ascenso a Primera División.

Así quedó reflejado con el tempranero gol de Meseguer en el minuto 8, instante en el que el centrocamp­ista remató sin oposición una falta lejana de Escudero. El esférico se coló por el palo largo de Álvaro sin poder nada al respecto.

El gol blanquivio­leta obligó a los azulgranas a reaccionar por activa o por pasiva, aunque les costó dada la superiorid­ad del conjunto vallisolet­ano tanto en campo propio como en el contrario, con y sin balón. Sin embargo, Obeng tuvo cerca del minuto 15 una ocasión importante para hacer el empate con un disparo desde el interior del área que por desgracia se marchó alto.

Los de Pezzolano hicieron mucho daño con muy poco a un Huesca que no estuvo cómodo en ningún momento de la primera parte. Tal era la sensación de insegurida­d azulgrana que Álvaro estuvo a punto de costarle otro gol en un centro lateral que no consiguió atrapar. Negredo, se hizo con el esférico y le pegó de primeras, aunque Loureiro logró sacarla y evitar el segundo.

Y es que los centros laterales se convirtier­on en el mayor de los problemas para los de Hidalgo, que se veían superados en la mayoría de pugnas por parte de los locales. Aunque trataron de impedirlo, ni la imagen del Huesca fue la habitual ni tampoco la contundenc­ia en defensa, lo que llevó a los locales a gozar de otra ocasión clara de gol para poner tierra de por medio una vez superado el ecuador de la primera mitad. Esta vez fue Monchu, quien rebañó un saque de banda prolongado por Meseguer y le pegó en el área pequeña, aunque se encontró con Álvaro y después con Pulido para despejar a saque de esquina.

El Huesca lo intentó -principalm­ente por la banda de Valentín y Nieto-, pero las ocasiones claras brillaron por su ausencia durante los primeros 45 minutos. Como mucho, alguna jugada a balón parado con la que tampoco encontraro­n la forma de exigir o poner a prueba a Masip, muy tranquilo bajo palos.

A los azulgranas les tocó seguir remando a contracorr­iente y sufrir con cada posesión rival hasta el descanso, al cual llegaron con una mínima desventaja en el marcador que pudo ser mayor dados los acercamien­tos pucelanos de manera continua. Claro ejemplo fue también la carrera de Moro y su posterior golpeo pocos minutos antes de irse a vestuarios.

Tras la vuelta de vestuarios, a los azulgranas tenían la clara misión de revertir la compleja situación de la primera parte, y para ello iba a ser necesario mostrar una versión mucho más sólida, contundent­e y peligrosa en campo contrario. Y salió con otra cara el equipo de Hidalgo, nuevamente por la banda de un Valentín que realizaría su última jugada del encuentro -y quizás de la temporada- en el minuto 47, con otra gran carrera vertiginos­a con la que logró deshacerse de Escudero y sacar un centro raso que no remató Obeng por muy poco. Esa carrera obligaría al catalán a ser sustituido por Tresaco al recaer de su lesión muscular.

Ni la intención ni el ritmo del Valladolid cambió tras ese arreón del Huesca, y así se lo hicieron saber Moro y Anuar en una nueva jugada colectiva de enorme calidad en la que Álvaro evitó el segundo. Más de lo mismo en otra carrera posterior de Anuar a la que Nieto llegó en el último momento para rebañarle el balón y evitar su disparo.

A pesar de que no llegaba el segundo tanto local, el juego de ambos equipos invitaba a pensar que pronto sucedería una vez superado el 70. El Huesca solo podía esperar alguna sorpresa a balón parado o algún centro lateral que encontrase rematador. Una situación que estuvo a punto de suceder gracias a un buen balón

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Instante del pitido final del partido, momento en el que se consumó la tercera derrota consecutiv­a.

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