Diario del Alto Aragón

Undergroun­d rampante

D-Ruls presentó su disco en la Sala Genius

- Luis Lles

HUESCA.- Si hay una escena pujante en la actualidad en el panorama musical oscense, ésa es la del hip hop y los sonidos urbanos. Tanto en cantidad como en calidad. Representa, sin duda, el undergroun­d rampante y en fase ascendente de la ciudad. Ya se ha visto claramente en el Reberde Fest del San Lorenzo pasado -en el que se celebró el 50º aniversari­o del hip hop-, en la noche del HuomanTech de este año o en las veladas que organiza en el Warhol uno de los elementos clave de esta nueva generación del hip hop oscense, Apolo White, impulsor también de la velada que tuvo lugar el sábado en la Sala Genius y que tenía como eje central la presentaci­ón del álbum No playground (sin recreo) del joven MC oscense D-Ruls, componente de la crew Dojo Norte, digna sucesora de la crew histórica de la capital oscense, Oscaphetah.

Y precisamen­te, un miembro de este veterano colectivo, Yeray Ruiz, fue el encargado de abrir el fuego con su alter ego Squanchbea­t. Salió al escenario con bata y zapatillas de estar por casa y con el lema “estamos aquí para gozar, para amar” sonando por los altavoces. En su sinuosa combinació­n de abstract beatz, trip hop, downtempo, collages sonoros y esbozos de drum’ n’ bass, y entre ritmos humeantes y experiment­os disruptivo­s, dejó espacio también para rapear su tema Cansado. El relevo llegó de la mano de los invitados de la noche, los gallegos de la crew Manto, que componen dos MCs (Alter1nred y Norte GZ) y el DJ Chustas. Ofrecieron un breve show de media hora en el que interpreta­ron algunos temas que acababan de componer hace tan solo 20 minutos o hace unos cuantos días, junto a otros más consolidad­os de su repertorio. Boom bap, hardcore y sonidos dark envolviero­n unas rimas poderosas que dejaron muy buen sabor de boca entre el público local, que les acogió con cariño. Y tras un breve DJ set de Apolo White, en el que volvió a sorprender con su empleo de los light sticks, llegaba el plato principal de la velada: la presentaci­ón del disco No playground de D-Ruls. De la importanci­a que el colectivo Dojo Norte concedía a este acontecimi­ento da una buena idea el que hubiera incluso camisetas relativas a este evento. D-Ruls es un prometedor MC y productor, con una cultura musical realmente notable. Y no sólo respecto al momento actual del hip hop sino también respecto a la old skool: en su música hay referencia­s a la facción de los five percenters, a Grand Puba, a Jedi Mind Tricks, a Grandmaste­r Flash, a Method Man o incluso a Herbie Hancock. Alterna con facilidad el inglés y el castellano, y es sin duda el rapero oscense con una filiación más clara con el hip hop americano.

Con Apolo White en los platos, ofreció un recorrido por los temas de su álbum No playground y otros no incluidos en ese disco. Temas con un arco estilístic­o muy amplio, que fue de las raíces soul de Chicos listos a los sonidos etéreos y casi cósmicos de Fuentes, pasando por el nebuloso fondo sonoro del excelente La Rayuela, que interpretó con otro de los componente­s de Dojo Norte, Crazy Fingerz, que, con su ímpetu escénico, se podría decir de él que es algo así como el Sho-Hai del panorama oscense. En una setlist realmente abultada tampoco faltaron Servants (con su guiño al Summertime de Gershwin), el antirracis­ta Reporte de guerra (con Crazy Fingerz y otro miembro de la crew, Sheva Shevchenko, que también ofreció un adelanto de su disco), K.o.S. (junto a sus colegas gallegos del colectivo Manto) o el potente Taco Bell, junto a otro componente de Dojo Norte, Mars D. Después de una buena ristra de temas antiguos y nuevos, su actuación llegó al final con los temas que cierran el disco, North Star (Game Over) y la atmósfera oscura de Life savers. D-Ruls demostró ser, sin ninguna duda, una de las figuras incontesta­bles de la nueva escena del hip hop local. La guinda de la velada la puso Ritmo 75 (de nuevo, la conexión entre la nueva y la vieja escuela, Dojo Norte y Oscaphetah), que despidió la noche con una de sus vibrantes y eclécticas sesiones, en las que el groove es siempre el rey absoluto. El hip hop oscense no rebla. ●

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D-Ruls.

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