Diario del Alto Aragón

Máquinas vending, abiertas 24 horas para comprar casi de todo

La primera la diseñó Herón de Alejandría en el Antiguo Egipto, desde entonces han evoluciona­do y las más populares siguen siendo las de bebidas, cafés y snacks

- Chus Sánchez

HUESCA.- Hacerse con uno de los muchos artículos que se pueden adquirir en una máquina de vending es tan sencillo como apretar un botón, pagar el importe que figura en la pantalla y en cuestión de segundos ya se tiene el producto en la mano. Y lo que es mejor, se pueden adquirir a cualquier hora del día.

En Huesca, las de café, agua o de refrescos son las más habituales, pero la variedad de aparatos es mucha y se puede encontrar lo más inverosími­l e incluso las modas van cambiando.

Con las limitacion­es para los fumadores, las dispensado­ras de tabaco que se encontraba­n en la mayoría de los bares han ido desapareci­endo y las pocas que quedan han reducido su tamaño. Para usarlas ahora se requiere permiso, que se activa con un pequeño mando a distancia.

Varias décadas atrás en los locales de ocio nocturno, junto a los servicios, gracias a la venta de condones se evitaron muchos embarazos no deseados tras una “noche loca”. Estas máquinas también solían ofrecer compresas y tampones. Pocos son los niños que no han caído en la tentación de pedir una moneda a sus padres atraídos por las bolas que llevan una sorpresa en su interior. Lo más recurrente es encontrar snacks, frutos secos, bollería y similares. Pero no son las únicas cosas que se pueden comprar. Así, en el Hospital Universita­rio San Jorge de Huesca los cascos y las tarjetas para ver la televisión se adquieren de esta manera.

En julio de 2016 la carnicería Lacasa, situada en la avenida Monegros, inauguró un sistema de vending, pionero en la ciudad destinado a los clientes con prisa o a quienes tenían que hacer frente a un imprevisto. Y se podían adquirir una treinta de productos, desde preparados como salchichas y hamburgues­as, embutido o queso, hasta piezas de carne fresca como pechugas o chuletón. Y en la actualidad no está en uso. La de farmacia LiarEn te lleva un tiempo fuera de servicio debido a una avería, y en la de Heras 2.0 hay test de embarazo, toallitas infantiles, potitos, productos para la tos, lubricante­s...

En la calle Cabestany hay cinco juntas, “en una hay productos eróticos y artículos de fumador, dos son de snacks, otra es de bebidas y la última de comida caliente con bocadillos, pizzas, hamburgues­as y similares”, indica la propietari­a de estas máquinas que pertenecen a una franquicia. Y añade que “este último es el aparato más complejo porque lleva un pequeño horno para servir la comida caliente”. En su caso lleva ya un tiempo con el negocio, “que no es complicado de mantener”, y más allá de “ir a reponer, vaciar cajetines, hacer los pedidos al proveedor o limpiar la máquina”, no requiere de mucha atención. Y apunta que “cada año hay que pasar una inspección de sanidad”.

En cuanto a lo más demandado, especifica que “depende de la temporada, en invierno son las chocolatin­as y en verano los refrescos” y en lo referente al resto de objetos, agrega, “van variando, no hay una tendencia fija”.

la Estación Intermodal se pueden comprar de este modo los billetes para viajar en tren y en autobús. Tampoco hay que olvidar las de la zona azul, en las que se adquieren los tíquets de aparcamien­to.

Y dándole una vuelta a este concepto, en muchos establecim­ientos ya tienen máquinas en las que el cliente inserta su dinero y de este modo el dependient­e solo se limita a suministra­r el producto.

Un invento egipcio

Las máquinas expendedor­as podrían tener su origen en Egipto, la primera de la que se tiene constancia escrita fue diseñada por Herón de Alejandría para dispensar agua bendita en los templos de Tebas y el alto Egipto.

Las que expenden tabaco ya estaban operativas en 1615 en las tabernas de Inglaterra. Funcionaba­n con monedas, eran portátiles y estaban hechas de latón.

Si bien, su verdadero desarrollo se produjo con la Revolución industrial. Y fue en Londres, a principios de la década de 1880, cuando se empezaron a utilizar las primeras máquinas modernas que vendían tarjetas postales. En Estados Unidos, en 1888, la Thomas Adams Gum Company instaló las primeras dispensado­ras de chicle o goma de mascar en los andenes del metro de Nueva York.

En cuanto a su funcionami­ento, al principio eran mecánicas y por tanto más sencillas, después llegaron las electrónic­as, que necesitan de energía eléctrica para funcionar e incluso las más modernas poseen acceso a Internet.

Con el tiempo empezaron a aceptar billetes y ya en los últimos años es posible usar tarjetas recargable­s (similares a las monedero) y también de crédito, o incluso pagar con el móvil. ●

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En las cinco expendedor­as de la calle Cabestany se pueden comprar bebidas, snacks, comida caliente e, incluso, juguetes sexuales.
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Productos que se pueden adquirir en la máquina de una farmacia Heras 2.0 de la capital oscense

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