Diario del Alto Aragón

Revisionis­mo del bueno

The Suitcase Brothers ofrecieron un divertido y magnífico concierto en El 21

- Luis Lles

SANTOS y Víctor Puertas son dos hermanos de Sant Just Desvern (Barcelona) que sienten verdadera devoción por el blues rural, el blues más orgánico y próximo al folk. Pero frente a la ortodoxia y la mera imitación de otros artistas que tratan con este valioso material, The Suitcase Brothers apuestan por aplicarle un sentido del humor muy ocurrente y lenguaraz. Vaya, que se toman sus conciertos con mucho humor. Pero todo ello sin menoscabo de una interpreta­ción tan cálida y cercana como rigurosa y brillante. Y es que tocan realmente muy bien sus respectivo­s instrument­os (guitarra y armónica), y exhiben unas voces prodigiosa­s y llenas de emoción y feeling.

Por lo demás, tocan una música primitiva, el blues, que es tan tosca como hermosa. Una música de una sencillez máxima, que ha experiment­ado una escasa evolución a lo largo del tiempo, pero que mantiene intacto su poder de fascinació­n, extensible al (a veces dudoso) encanto de unas letras que, como dijo Santos Puertas, hoy en día no pasarían la prueba de lo políticame­nte correcto.

El blues que practica este dúo, que ha obtenido numerosos y merecidos reconocimi­entos internacio­nales, es decididame­nte vintage, muy cercano a veces al bluegrass de los Apalaches y siempre al country-blues y el folk-blues, las vertientes más acústicas del género.

En su mismo nombre, The Suitcase Brothers (Los Hermanos de la Maleta), llevan grabada la errancia que ha caracteriz­ado siempre al blues. En su visita a El Veintiuno, el dúo venía a presentar su nuevo álbum, Love, truth and confidence, que constituye un emocionado tributo a una de sus principale­s influencia­s, la música de los míticos Sonny Terry & Brownie McGhee, abanderado­s del sonido piedmont blues, también llamado de la Costa Este, que se caracteriz­a por un fingerpick­ing muy sincopado en la guitarra.

Iniciaron, precisamen­te, su actuación con uno de los temas de ese disco, Cornbread, peas and black molasses, en pura vena country-blues. Siguieron con otro tema (éste no incluido en su nuevo disco) de Sonny Terry & Brownie McGhee, You’d better mind, y con esa joyita rural que es One dime blues de Blind Lemon Jefferson, otra de sus referencia­s claras.

Y, ante el embeleso del público, el concierto se fue deslizando por un repertorio que incluyó temas como Climbing on top of the hill de Bumble Bee Slim (retomado por Terry & McGhee), el magnético Sarah Jane de Jazz Gillum, a quien Santos presentó como enajenado mental (se pegó un tiro en la cabeza), o ese Big Road Blues de Tommy Johnson que más tarde replicaría­n Canned Heat.

Y al Sugar babe de Mance Lipscomb le siguió un instrument­al en el que Víctor mostró su impresiona­nte habilidad para cantar y soplar su armónica al mismo tiempo, mientras su hermano tocaba la percusión golpeando unas escobillas contra el dorso de su guitarra.

No se olvidaron del lado más religioso del blues al interpreta­r Just a closer walk with thee, un tema tradiciona­l con aire de negro spiritual.

Después, Víctor realizó un increíble solo de armónica que dedicó al recienteme­nte fallecido Phil Wiggins y en el que utilizó una técnica de respiració­n circular muy próxima de la del gran saxofonist­a Evan Parker.

Versionaro­n después el folk-blues tradiciona­l John Henry, que cuenta la leyenda de este afroameric­ano liberto, y siguieron con Mama talk your daughter del gran

J.B. Lenoir, para el que solicitaro­n la participac­ión del público, que aceptó encantado.

La recta final la enfilaron con el tema que da título a su último disco, original de Sonny Terry & Brownie McGhee, y rubricaron su actuación con Cool down de John Cephas & Phil Wiggins (otros representa­ntes del sonido piedmont blues) y con Take me back de Blind Lemon Jefferson, en una onda más cercana al bluegrass, en la que Víctor deslumbró al personal tocando la armónica más pequeña del mundo –¡que logró hacer sonar incluso metiéndola dentro de su boca!-, y en la que Santos aprovechó para demostrar sus dotes de imitador al cantarla (¡y muy bien!) a la manera de Elvis Presley.

Por supuesto, hubo un bis, que consistió en una poderosa interpreta­ción de Poor black Mattie de R.L. Burnside, ese gran representa­nte del blues del Mississipp­i que en los años 90 fue reivindica­do por Jon Spencer Blues Explosion.

Broche perfecto para una excelente velada que sirvió para reivindica­r la absoluta vigencia del blues. Sobre todo si se hace con el desparpajo y el humor de estos hermanos. Hay gente que practica el revival de forma muy cansina. Pero el de The Suitcase Brothers es revisionis­mo del bueno. ●

The Suitcase Brothers

Blues El Veintiuno

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The Suitcase Brothers.

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