Teresa Rabal, último adiós a su marido
En el entierro de Eduardo Rodrigo, la artista estuvo arropada por sus hijos, María y Luis. Sólo faltó su madre, Asunción Balaguer, que no pudo acudir dada su avanzada edad.
Me gustaría dar las gracias a los que habéis estado aquí en nombre de Eduardo”. Teresa Rabal se dirigía con estas palabras a quienes la acompañaron en el cementerio de Alpedrete (Madrid) en el último adiós a su marido, el músico argentino Eduardo Rodrigo, fallecido el lunes 17 a los 73 años de edad debido a un fallo respiratorio.
Rota de dolor, la artista no paraba de llorar mientras abrazaba el jarrón con las cenizas del que fue su marido 40 años y su amor durante 44. A su lado, María y Luis, sus hijo, también visiblemente afectados, arroparon en todo momento a su madre.
Antes de colocar las cenizas en el columbario, Teresa se abrazó nuevamente a sus hijos. Después, en un acto muy emotivo, besó el jarrón en el que portaba las cenizas de su esposo, lo colocó cuidadosamente en un nicho y se quedó como recuerdo una rosa.
“EXCELENTE PADRE, ABUELO MARAVILLOSO Y MARIDO EXCEPCIONAL"
Entre los asistentes no se encontraba la madre de Teresa, Asunción Balaguer, quien dada su avanzada edad, 91 años, no acudió al cementerio a despedirse del que fue su yerno. Poco después del acto fúnebre y tras recibir el pésame de amigos y familiares, la viuda abandonó el cementerio en el coche que conducía su hijo, que para la ocasión eligió vestir un traje claro en lugar del habitual negro.
“J untos construimos una carrera y una familia que nos ha hecho muy felices durante estos 44 años”, escribió en un comunicado la intérprete de temas como “Veo, Veo” o “De oca a oca”, compuestos por su ya difunto marido. “Fue un excelente padre, el mejor, un abuelo maravilloso y un marido excepcional, a quien siempre recordaremos con una sonrisa por su generosidad y su sentido del humor, que le acompañó hasta el último momento”, continuaba Teresa, y añadió “sus hijos Luis y María; sus nietas Paula y Susana y yo, su viuda, le recordamos con amor y admiración infinitas”.