Diez Minutos

MERCEDES MILÁ

“En el amor he tenido mucha suerte. He amado y me han amado mucho”

- ROSA VILLACASTÍ­N

No es habitual ver a Mercedes Milá rodeada de libros, atendiendo a la Prensa o recomendan­do el último de Padura o de Stefan Zweig a los clientes que entran en el local donde nos hemos citado y que se ha convertido en un lugar de culto para los amantes de la literatura. La librería +Bernat de Barcelona, de la que Mercedes es socia, se ha convertido en su segunda casa, donde le gusta recibir porque reúne todo con lo que siempre soñó: Libros de autores diversos y “plató” donde graba “Convénzeme”, un programa en el que los protagonis­tas son los lectores. Un lujo que sólo se pueden permitir aquellos profesiona­les que han conseguido el éxito y el dinero suficiente para hacer lo que soñaron un día.

-Mercedes, ¿de dónde saca tanta energía como derrocha?

-No lo sé, Rosa, porque la perdí completame­nte. Estuve fatal, por eso es tan importante para mí volver a sentir, porque hubo un momento en que me apagué. -¿Por alguna razón especial? -Exceso de trabajo, hubo un momento en que mi cuerpo dijo “no resisto más”, y el cerebro sufrió un parón. Cuando eso pasa y dejas de fabricar una serie de sustancias para ser la que has sido toda la vida, te vas al lado opuesto: ni una gota de energía, ni de optimismo, no paras de llorar... -Todos los síntomas de una depresión. -Lo son, ahora bien, ¿por qué llegas a la depresión? Las razones pueden ser muchas, en mi caso desde luego me la diagnostic­aron porque yo soy producto del estrés laboral excesivo. Por tanto trabajo, me he dejado la salud en el camino, aunque hay gente que no se lo crea, es cierto.

-¿Tuvo algo que ver la presión de “Gran Hermano”?

-Por supuesto, y no exagero, por eso cuando dije que no iba a hacer más el programa era porque no me vi con fuerzas. Lo que ocurre es que me dijeron que había que buscar una solución, y como soy muy solidaria con mi equipo y con quienes me han ayudado durante 16 años, me lo planteé de nuevo. -¿Tenía fuerzas para seguir?

-Quería ayudar para que la gente que se encuentre en mi misma situación tenga una salida. Por eso pedí un programa de ayuda, que me hicieran más agradable el mes a mes, y que me pagaran un poquito más por lo que no me habían aumentado en tantos años. Acabó mal por una serie de cosas, aunque la impresión de la gente es que yo era una pesetera, y no lo he sido nunca. La prueba es que he estado presentand­o un programa que ha sido la gallina de los huevos de oro para todas las empresas, no sólo la productora de “GH”. -¿No le pagaron lo que pedía?

-No, no me hicieron esa oferta final y yo no tuve ningún problema en hacer lo que había decidido, dejarlo. -¿No sintió vértigo por lo que perdía?

-No, lo que yo buscaba era una salida en un momento de gran dolor. Para mí dejar de trabajar tanto como había trabajado era muy importante. Fue una decisión meditada, madurada y me ha ido muy bien. -¿Ya está recuperada? -Lo estoy porque me he curado y porque me han salido otros proyectos. -¿Qué hace ahora?

-Cuido de mi madre, que está muy mayor, tiene 90 años, y mis hermanos necesitaba­n un relevo que yo podía darles. También hago un programa sobre libros, doy conferenci­as, y he aprovechad­o para aprender literatura. -Embarcarse en un programa sobre libros no deja de ser una aventura incierta.

-No es verdad que se lea poco en España. Lo demuestra la acogida que ha tenido “Convénzeme”, el programa con el que siempre soñé, y que he propuesto a todos los directivos que conozco, pero que no aceptaban por no se sabe qué extraña razón. -¿Les parecía demasiado elitista?

-No, no, no sé. Así fue hasta que me vine a Barcelona a cuidar a mamá, y mi socia Montse Serrano me preguntó: ¿por qué no piensas en un espacio de libros, un proyecto humilde, barato, que gire alrededor del lector? -¿Es así como se hizo un hueco en la parrilla?

-Antes llamé a Óscar Cornejo y a Adrián Madrid, de La fábrica de la tele, con los que nunca había trabajado, y se lo comenté. Ellos,

que saben olfatear dónde puede haber algo interesant­e, lo estudiaron, les gustó, se lo presentamo­s a Paolo Vasile e inmediatam­ente dijo que lo quería para él. -Eso es como llegar y besar el santo.

-No sabes, Rosa, la felicidad que me aporta porque gracias a este programa podemos sostener la librería Bernat. Porque viene gente con la lista de los libros que recomendam­os. -¿Si se hiciera una apuesta firme por la cultura, la economía se beneficiar­ía?

-Estoy convencida de que sí, prueba de ello es que al tiempo que empezó el programa, lanzamos una campaña “salvemosla­slibrerias. com, con la que estoy muy implicada porque pienso que las librerías no deberían cerrarse nunca. Hay que reinventar­las, son la despensa de la sabiduría. La fuente de donde hemos bebido cuando éramos niñas, adolescent­es porque hay libros que te marcan de por vida. -¿Cómo incentivar al público para que compren papel?

-Como ha hecho Montse, mi socia, poniendo una librería donde puedes desayunar, comer, al tiempo que asistes a la presentaci­ón de un libro o a la charla de un escritor. Y si con eso no fuera suficiente, contamos con una red de voluntario­s que colaboran con nosotras. Eso es algo que Maragall descubrió en Barcelona 92 y que hay que rescatar. -¿Qué escritor ha sido determinan­te para poner Bernat en el mapa?

-Leonardo Padura, quien hace unos años no nos hubiera ni considerad­o y que a raíz del programa ha entrado en nuestro circuito y en el de nuestros lectores, razón por la cuál estuvo hace unos días aquí dando una charla. -¿Qué ha descubiert­o en esta nueva etapa?

-Todo, porque yo tengo muy mala memoria del pasado, de hecho soy una persona que después de leer un libro me olvido, ahora no. Ahora me he relajado porque entiendo que es imposible recordarlo todo. -¿Qué pautas sigue como lectora?

-Ninguna, igual que me puede gustar Padura me gusta Zweig. Hago de la necesidad virtud y leo aquello que me apetece. -¿Las mujeres son más curiosas que los hombres?

-Es cierto en un porcentaje de 80 a 20. Aquí hemos apostado por lo que llamamos la universida­d clandestin­a y que consiste en sacar de la Universida­d los mejores profesores para que vengan a hablar de la literatura desde la pasión y, aunque vienen hombres, la mayoría son mujeres. -Habla de su perro con mucho cariño.

-Yo nunca había tenido perros hasta que apareció Scott en mi vida, y descubrí lo mucho que se puede amar a un perro.

-¿Es el mejor amigo del hombre? -Es mucho más que es eso, es diferente porque es un ser vivo de una categoría superior incluso al amigo, un perro siempre te va a ser fiel. -Pero no habla ni responde.

-Scott no sólo no me contesta sino que me mira con ojos de cordero degollado cuando algo no le gusta. -¿Qué valor le da a la fidelidad? -Para mí es una palabra muy importante, y un perro es la fidelidad con mayúsculas. -¿Hasta el punto de sustituirl­o por el amor? -No, eso no. Yo en el amor he tenido mucha suerte, he amado y me han amado mucho. -¿Le asusta la soledad? -Al contrario, necesito estar sola, me gusta, quizá porque estoy con gente todo el día. -¿Qué le ha enseñado su madre en esta etapa de su vida?.

-Es una universida­d emocional, porque he aprendido a verla con otros ojos, con otras gafas, he aprendido a comprender su generosida­d, sus gestos, y la paciencia que tiene consigo misma pese a que ella es igual de impaciente que yo. Cuando se lo digo, me dice que es cierto. Tiene 90 años y está siendo una lección muy importante, por eso jamás me arrepentir­é de haber abandonado Madrid para venir a Barcelona a estar a su lado. -¿Y eso le gratifica?

-Sí, porque son momentos de aprendizaj­e de la vida, del ser humano, también de la impotencia y de la carencia de cómo van dejándose jirones en el camino. A su lado he aprendido que lo que crees que es importante, no lo es tanto. -¿Por ejemplo?

-Para ella, lo prioritari­o es descubrir que algo le duele hoy que no le dolía ayer, ante eso mi respuesta es que tiene que aceptar esos achaques de la forma más positiva posible. -Qué fácil de decir y difícil de hacer. -Sí, pero me hace caso, y eso me reconforta. -¿Le gusta tener a todos sus hijos con ella?

-Nos tiene, salvo a Lorenzo que está en Roma y se las ve y se las desea para venir a verla con Sagrario, su mujer, y sus hijos. El resto estamos aquí. -Tienen fama de ser un clan bien avenido.

-Lo somos, ya lo era mi abuelo, y esa fue su obsesión de toda la vida, que sus hijos vivieran cerca de él, por eso construyó sus casas cerca de la suya y los nietos y los primos hermanos hemos crecido juntos. Y eso te da fuerza y te ayuda a fortalecer tus raíces. -Pasados los 60, ¿qué valora ahora que no valorase hace años?

-No es una cuestión de edad, pero lo que sí he aprendido en los libros es a valorar el ahora. Por ejemplo, ahora nada me importa más que esta entrevista. Vivo el presente plenamente y eso sí lo he aprendido con el paso de los años y con los libros, sobre todo con uno “El poder de la hora”, de Eckhart Tolle.

-Desde-No siempre,muy joven también ha he saboreadot­enido fracasos...el éxito. -¿Qué -Nada, echano volveríade menos?a tener 30 ni 40 ni 50. Ni siquierade menosen el momentosam­or echo de nada intensidad­de menos.en mi Sí matri-echo monio con Sámano o en mi relación con Carlos, pero como en todo, en mis relaciones también tuve mis momentos negros o grises, por eso yo estoy en el ahora, en el presente, y punto. -¿Le resulta fácil pasar página? -Sí, una vez que tomo la decisión, paso y fuera. -¿Qué le da miedo del futuro?

-El miedo no existe para mí. Una de las cosas que he aprendido en los últimos años ha sido a borrar la palabra miedo de mi vida. El miedo no existe, porque si existe eres otra persona. Yo no tengo sueños, tengo planteamie­ntos y trato de ponerlos en marcha. Que salen, bien; que no salen, no pasa nada. -¿Cómo resuelve íntimament­e los fracasos?

-Lo paso mal pero les dedico el menor tiempo posible porque durante mucho tiempo me he regodeado en los fracasos y he aprendido que no sirve para nada, salvo para hacerte daño. -Con su experienci­a, ¿qué tipo de programa le gustaría hacer?

-Voy a hacerlo, y ha llegado a mi vida como en otras ocasiones ha llegado otra gente que me ha propuesto hacer algo interesant­e. No te voy a decir quién, sólo que es como volver a casa con un novio que tuviste para casarte con otro. -Cuánto misterio...

-Lo es, pero es lo que voy a hacer. Después de haber hecho “Gran Hermano”, que es como poner una pica en Flandes, no puedo hacer un proyecto que vaya más allá de “GH”. Y si sale volveremos a romper la pana. -¿De quién ha heredado esa vena provocador­a? -No lo sé porque mis padres son calmados, mis hermanos igual, yo soy un bicho raro. -¿Quién le ha dado los mejores consejos?

-Una tía mía de 97 años a la que le acaban de dar la Medalla de Alfonso X el Sabio, una luchadora, que me ayudó a entender la vida en un momento de mi juventud. Tiene 12 hijos, todos chicos, vive en Andalucía y está casada con Manuel Salinas. Ella me enseñó que no existe el miedo, que no hay más autoridad que la moral, que los proyectos imposibles se consiguen. Una persona que se atreve con todo, igual que yo, que no me da vergüenza de nada. -¿Ni siquiera en la esfera pública?

-No, quizá porque me he puesto colorada cuando era pequeña miles de veces y ahora no creo que me ponga. -¿Feminista?

-De toda la vida. Hay un desconocim­iento de lo que es el feminismo, para mí no tiene sentido ser mujer y no ser feminista porque va unido. Lo pienso desde que tengo uso de razón. ENTREVISTA REALIZADA EN LA LIBRERÍA BERNAT, C/ BUENOS AIRES 6, BARCELONA. WWW.LIBRERIAMA­SBERNAT.COM/

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 ??  ?? Rosa Villacastí­n y Mercedes Milá, durante la entrevista en la librería +Bernat, de Barcelona, de la que Mercedes es socia.
Rosa Villacastí­n y Mercedes Milá, durante la entrevista en la librería +Bernat, de Barcelona, de la que Mercedes es socia.
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