LA NOVIA QUISO ENTRAR SOLA COMO SIGNO DE REIVINDICACIÓN FEMINISTA
El príncipe y su prometida celebraron la ceremonia que ellos querían protagonizar. Desde el momento en que la novia hizo su entrada sola a la Capilla de San Jorge, en el Castillo de Windsor, ya se adivinaba que no iba a ser un enlace tradicional. Este gesto fue el más significativo del evento, interpretado como una reivindicación feminista de la ex actriz norteamericana, que ya con tan sólo 11 años tuvo su primera acción feminista.
El recorrido hasta al altar no lo hizo sola. A medio camino, Carlos, príncipe de Gales, en un gesto de bienvenida a su nueva nuera, la tomó del brazo y la condujo hasta al altar, donde la esperaba un nervioso príncipe Harry. Junto a él, estaba su hermano y padrino, Guillermo, responsable de custodiar los anillos. El de la actriz fue creado en oro galés, regalo de la reina Isabel; y el de Harry, de platino con acabado texturizado. Ambas piezas fueron elaboradas en el taller Cleave & Company.
Como manda el protocolo, en el lado derecho de la capilla se sentó la Familia Real británica, con Isabel II a la cabeza, mientras en el izquierdo ocupó su asiento una solitaria Doria Ragland, madre de la novia, quien no pudo contener las lágrimas de la emoción desde el principio de la ceremonia.
La risa espontánea de los 600 invitados
En cuanto Meghan llegó al altar, el hijo de Lady Di en un arranque de espontaneidad le susurró: “¡Estás espectacular, qué suerte tengo!” y le retiró el velo. Bellísima y con un look “minimal”, la actriz, muy natural, no pudo evitar una sonrisa. La autenticidad y sencillez de los novios se vivió durante todo el enlace. El primer momento que despertó la risa de los casi 600 invitados fue cuando se dieron un escueto pero romántico “sí, quiero”. Hasta el Decano de Windsor, David Conner, encargado de oficiar la ceremonia sonrió. Eran las 12:06 hora local.