Naomi Campbell
‘‘ Ojalá pillara otra vez afición al flamenco’’
Si nos pusiéramos urgentes, podríamos arriesgar que las modelos se dividen en Naomi Campbell y el resto. Y no sólo por los prestigios de negra fastuosa, que la tienen encumbrada muchos años, sino porque ha hecho de su biografía un podio de famosa de portada, vestida o no, y una página de chica de mala leche, con juzgados o sin ellos. O sea, que no para.
El 22 de mayo cumple 48, y aún tiene una lámina de cotización. Se diría que ha recumplido los cuarenta, y está impresionante, con esa cosa de atleta de erotismo que siempre ha tenido. Aupó, allá por los noventa, a la maniquí en una figura del “cuché”, y desde ahí todo seguido hasta hoy, con alboroto de novios donde nos sale el nombre de Joaquín Cortés. Ojalá le pillara otra vez afición a los bailaores, por verla de nuevo de cerca. Naomi Campbell, que carga ya muchos meses de mayo, desfila aún en París o en Milán muy abrigada de bragas de lujo, que es como a veces se viste o desviste para los cócteles internacionales.
Naomi es un monumento de morbo, incluso ahora, de cuarentona o cuarentañera, o precisamente por eso. De modo que no para, ya decimos. Igual promueve un romance o noviazgo, desde un reportaje monumental, como acaba de hacer junto al ra- pero británico Skepta, que va a declarar por denuncias de su servicio doméstico. Cambia a menudo de novio, pero la verdad es que siempre la vemos soltera.
Campbell es ya un mito en su oficio, como Claudia Schiffer, Cindy Crawford o Kate Moss, y algunas otras estrellas de los noventa, cuando las modelos se titularon famosas o archifamosas, como si fueran futbolistas con “wonderbra”, futbolistas de la pasarela o el calendario Pirelli. Pero son chavalas en vigor, y pelean el empleo con las ninfas recién llegadas, las “instagirls” de moda última, que lucen fama de mucho selfie. Sinceramente, no le vemos heredera.