Diez Minutos

ÁNGEL ANTONIO HERRERA

‘‘ Ojalá nunca ahorre en videoclips’’

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JENNIFER LOPEZ

Jennifer Lopez saca de pronto un videoclip y en un soplo le salen 20 millones de visitas. El videoclip suele ser el mismo, aunque cambian los bañadores de jirón y la canción de estribillo. Quiero decir que Jennifer es un éxito de mujer, una guapa de tirón, y más bien tiene melómanos de ella misma. Cumple 49 años el día 24 de julio y sigue como siempre, o más, de archimaciz­a de trueno entre otras macizas de trueno internacio­nales, como Beyoncé o Rihanna. Su vida es un relajo entre videoclip y videoclip. Jennifer es simpática porque sí, radiante de rostro, y opulenta de cadera, como las mulatas clásicas, como esa Jennifer Lopez de morbo, que fue, de más joven, cuyas fotos sin photoshop se filtran de rato en rato en la red. La frecuenté una noche, en Madrid, convidado entre selectos, porque ella presentaba un disco, y comprobé lo que sospechaba: tiene imán. Eso, y un culo de monumento, un culo que incluso ha tenido póliza de seguro, de casi cinco millones de euros. Las envidiosas, a propósito de aquella visita, la adornaron de gorda, pero se hacían una foto con ella, y en los medios elogiaban, eso sí, el “dermopulid­o” de la cantante, algo así como un exquisito tratamient­o milagroso que le mantenía una piel única. Yo no entiendo de “dermopulid­os”, y lo que vi era una mujer de encanto con color de cruasán, una valquiria criada bajo palmeras. Estuve un rato largo con ella, en el atardecer de un local del norte de Madrid, al que llegó con su marido de entonces, Marc Anthony, que bebía cañas como un barrabás. Ella, entretanto bebía agua y se colocaba los rizos. Hasta acudió por el sitio, a deshoras, David Beckham, y ahí vi yo que la pareja de la noche eran David y Jennifer, que se cuidaban mucho de que nadie les hiciera una foto. Es, en fin, la reina de lo latino, y una sirena de mucho bikini en Instagram. Igual nunca llegamos a sabernos su repertorio, pero nunca la olvidamos.

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