Diez Minutos

adiós a un grande

Pese a que no tenían relación, el hijo menor del cantante sorprendió con su presencia en la iglesia de la Hermandad de los Gitanos, en Sevilla. Le acompañó su primo Kiko Rivera.

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La repentina muerte de Antonio Cortés “Chiquetete”, producida la madrugada del 16 de diciembre por culpa de un infarto, ha conmociona­do a sus allegados. De ahí que todos estuvieran rotos de dolor, primero en el tanatorio de la S30 de Sevilla, donde le velaron, y después durante su misa funeral celebrada en el Santuario de Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de las Angustias de la Hermandad de los Gitanos.

Hasta allí ha querido desplazars­e su hijo Manuel Cortés para darle el último adiós, aunque no tenían relación. Al joven se le vio abatido, triste y roto por el dolor que le ha producido la marcha del hombre que le dio la vida pero con el que no pudo reconcilia­rse. Le acompañaba su primo Kiko Rivera, en representa­ción de su madre, Isabel. La tonadiller­a, pese a haber tenido una excelente relación en el pasado, dejó de tratarse con él cuando Raquel Bollo le denunció por malos tratos. De ahí, su ausencia… La que tampoco se dejó ver fue su hija Alma, que optó por no ir. El que sí quiso estar fue Bernardo Pantoja, que llegó acompañado de su recién esposa, Junco.

Gahona, destrozada

La última pareja de Chiquetete, Carmen Gahona, apareció en la iglesia la primera. Totalmente abatida y con la mirada perdida, apenas pudo articular palabra: “Gracias a todos por vuestro cariño. Es el hombre más bueno que ha existido nunca”. La sevillana estuvo arropada por los hijos mayores del artista y, según “El programa de Ana Rosa”, a ninguno les sentó bien la presencia de Manuel Cortés.

Muchos de sus compañeros han querido acercarse hasta la iglesia para darle el último adiós a un maestro del flamenco. Los del Río, Pepe “El Marismeño”, y El Junco, entre otros.

Antonio Cortés ingresó el 10 de diciembre en el hospital Fátima de la capital sevillana para someterse a una operación de cadera. Sin embargo, unos microinfar­tos le llevaron a que le implantara­n un stent coronario que no pudo evitar su muerte.

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Nadie esperaba la presencia de Manuel Cortés. Llegó con Kiko Rivera.

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