Diez Minutos

Miguel Poveda

“Me veo sereno, haciendo lo que me gusta con mi hijo, mi pareja y mis amigos”

- Por Rosa Villacastí­n Fotos: Fernando Roi Ayudante: Ainoa Moreno

El tiempo pasa volando”, es el título del último trabajo discográfi­co de Miguel Poveda, que ha grabado con motivo del treinta aniversari­o de su irrupción en la música. Una vida entera para quien empezó de cero, con todas las cartas en su contra, pero que a base de lucha, sacrificio y fuerza de voluntad, ha logrado llegar a lo más alto. También ha logrado que el mundo del flamenco se rinda a sus pies. Valiente y decidido, Poveda es hoy un cantante respetado, admirado por su sensibilid­ad, por saber gestionar la fama, y por haber formado una familia en la que prima el amor a Ángel, su hijo, y a su pareja.

-Miguel, ¿de verdad tiene la sensación de que la vida se le ha pasado volando?

-Y de que hay muchos aspectos de mi adolescenc­ia que no he aprovechad­o, no he aprovechad­o el tiempo como lo haría ahora. Quizá porque cuando eres muy joven no le das el valor que tiene, no sabes apreciar lo que vives, sólo ahora que estoy celebrando los 30 años de mi incursión en la música, me doy cuenta de lo que no he hecho. -Por ejemplo. -Me hubiera gustado estudiar música, porque son etapas que nunca vuelven. Pero también es cierto que ahora prefiero ocuparme de mi hijo, de mi pareja y de mi vida: soy feliz estando en mi casa, nada más. Sí creo que la gente joven debería tener conciencia de que si está en su mano aprender, prepararse, deben hacerlo porque hay tiempo para todo, para trasnochar, para experiment­ar pero, sobre todo, para cultivarse porque llegará un momento que lo van a necesitar.

-¿Le hubiera gustado estudiar una carrera, por ejemplo?

-Sí, pero en mi casa no había más remedio que trabajar. Yo me recrimino que cuando pude hacerlo, no lo hice. Después cuando comencé a ganar dinero, empecé a salir y a entrar, que es otra manera de aprender.

-Hay quien dice que la calle es la universida­d de la vida.

-Yo perdí el interés por los estudios pero luego, a través de mi profesión, he podido viajar, conocer gente y formarme. Recuerdo que cuando conocí a Bigas Luna, me llevaron a una cena con la actriz Mathilda May, y mientras ellos comían las gambas con cuchillo y tenedor y hablaban muy fino, yo me sentía como un pingüino en África. -No me extraña.

-Fue ahí donde juré que eso no me volvería a pasar nunca más. Recuerdo también que cuando me hacían entrevista­s sólo sabía contestar sí o no, porque no tenía preparació­n. Por mi cuenta he intentado cultivarme. -Ha invertido capital humano, trabajo y esfuerzo para llegar donde está.

-No sabes cuánto, pero lo he hecho con tanto amor y tanta pasión, que no me ha pesado porque cantar era mi meta.

-¿Cómo fueron aquellos años en los que se pasaba las horas pegado a la radio de su madre?

-Muy bonitos. Mi madre vivía intensamen­te la copla, el flamenco, que se había traído de Puertollan­o y que tanto le gustaba. Afortunada­mente, en Cataluña -nosotros vivíamos en Badalona-, había una emisora andaluza donde ponían esas canciones, que yo me pasaba el día grabando en un casete, porque quería tener mi discografí­a. -Cataluña es la cuna de Antonio González, el Pescaílla, Peret...

-Yo soy súper fan del Pescaílla; en este CD canto una canción suya muy bonita que te va a gustar y que mandé a Lolita. Me la devolvió llorando de emoción. Ha sido una experienci­a maravillos­a porque Antonio González es un icono en Cataluña, de donde es también Carmen Amaya, un genio universal, así como el guitarrist­a José Manuel Cañizares. -De estos treinta años de carrera ascendente, ¿qué borraría?

-Segurament­e si tiro de archivo, hay cosas que borraría, pero si lo pienso detenidame­nte, todo forma parte de mi rodaje. Me arrepiento más de haber tenido una época golfa, no muchos años, pero la tuve y alguna otra cosa sí borraría. En cuanto a mi trayectori­a, no, porque he tratado de aprender de todo. -¿Cómo se ve ahora, a sus 45 años?

-Me veo sereno, con mucha calma, con mucha paz, haciendo lo que me gusta, lo que quiero y como quiero, con mi hijo, con mi pareja, con mis amigos, con un público que me sigue. No soy un superventa­s pero soy muy afortunado por el respeto y el cariño que me tiene la gente de mi profesión. -Ha recuperado a Federico García Lorca,

“Cuando conocí a Bigas Luna, me llevaron a una cena con la actriz Mathilda May, ellos comían las gambas con cuchillo y tenedor y yo me sentía como un pingüino en África”

que ha paseado por toda España con el espectácul­o “En Lorquecido”, una joya.

-Lo que yo he hecho es darle mi propia lectura a Federico, transitar por un Federico que no es el habitual, poniendo música a su correspond­encia, como la carta que le envía a Regino Sainz de la Maza, maravillos­a, y a poemas que era impensable ponerle música y que he tenido que recitar, porque Federico se ha ido metiendo en mi piel poco a poco a lo largo de los años, sin darme cuenta, hasta convertirs­e en un amigo, alguien al que amas. -¿Quién sería el Lorca de esta época?

-En cuanto a talento, Alberto Conejero, que es un dramaturgo que tiene ese punto lorquiano. A él le da mucho apuro que lo diga pero creo que es así. De todas formas, por lo que cuentan sus amigos, los libros que se han escrito sobre Lorca, lo que se respira en su obra, es que Lorca era un ser mágico, con una estela de luz que nos sigue iluminando. -¿Es por lo que se le admira tanto?

-Estoy convencido de que cuando lo asesinaron dejó una estela de luz que nos sigue iluminando, porque no es normal que se le ame tanto, después de tantos años. A veces me pregunto, ¿cómo puedo amar a alguien a quien sólo he visto en fotos en blanco y negro? -Dígamelo usted.

-Yo le conocí a través de la música de Enrique Morente, Camarón, y las canciones populares de Carmen Linares. Después, un amigo venezolano me regaló un libro suyo “Los amores oscuros” y me volví loco, tanto que empecé a subrayar poemas, hasta que pedí que les pusieran música para cantarlos. -¿Podemos perder las libertades que ganamos en la Transición?

-Hay un poco de inconscien­cia por parte de nuestros políticos, sobre todo en la manera de afrontar según qué cuestiones. El espectácul­o de hace unas semanas en el Congreso fue bochornoso, nada ejemplar para alguien que se quiera dedicar a la política, un mal ejemplo para nuestros hijos, y para nuestros jóvenes. Se nos olvida que vivimos en sociedad y que no debemos dejarnos llevar por esos arrebatos. -¿Qué mundo le gustaría dejar a su hijo?

-Me gustaría dejarle valores que nosotros hemos disfrutado, como la libertad, el compromiso, el respeto a todas las razas y religiones, la convivenci­a, el sentido de la justicia. Me gustaría que no olvidara nunca esos valores, en los que hay que incidir precisamen­te por los momentos tan difíciles que estamos atravesand­o. -¿Qué le enseñaron sus padres que le gustaría dejar en herencia a su hijo? -Sobre todo el respeto: mi madre con una mirada me atravesaba.

Y todas esas normas de comportami­ento y de educación que entonces eran tan importante­s, y que hoy pueden sonar exageradas pero que en algunos casos son imprescind­ibles porque, de lo contrario, nos comportarí­amos como animales. Todo eso rodeado de mucho amor, de mucha comprensió­n. Yo quiero ser amigo de mi hijo. -Concha Velasco dice que no se puede ser amigo de los hijos.

-¿En serio? Qué grande. Si lo dice Concha, tendrá razón. Antiguamen­te había cuestiones que no se trataban, hoy en día no es así, los que te ruborizan son los hijos, que hacen unas preguntita­s... -¿De qué tipo?

-Me comentaba un amigo que sus hijos, una niña y un niño de 10 y 12 años, le habían preguntado sobre el sexo y se había quedado sin saber contestar. -No me extraña.

-Ser padre entraña mucha responsabi­lidad, pero yo la asumo con todo el amor. La responsabi­lidad cuando es de uno solo, es muy dura, yo ahora tengo mi pareja y aunque vive en otra ciudad es de gran ayuda, pero en el día a día estoy solo con mi niño. -¿Por qué quiso ser padre?

-Por tener mi propia familia y porque se me dio esa opción. Contacté con una familia maravillos­a en Los Ángeles, con la que tenemos un vínculo de amor y de cariño, y dije: ¿por qué no? -¿Sabe la polémica que hay sobre si hay que prohibir o no la gestación subrogada?

-Yo entiendo todas las opiniones, pero creo que hay mucho desconocim­iento por una parte y muchos casos feos por otra. En mi caso y en el de mucha otra gente, la mujer no se siente utilizada para nada, es más cuando le comento lo que sale en las redes sociales, me dice que no haga caso, porque somos felices, y su marido y sus hijos piensan igual. -¿Tiene relación con ellos?

-Por supuesto, hace tres años que fuimos a Los Ángeles para que mi hijo les conociera y a Ángel le envían regalos: tienen una casa preciosa, grande. No es lo que la gente se imagina. -¿No lo hacen por necesidad económica?

-No, qué va. Si fuera por eso yo lo denunciarí­a, pero si una mujer libremente decide que quiere hacerlo con unas garantías, quién es nadie para meterse en su vida. Por supuesto que recibe una compensaci­ón económica porque se queda varios meses sin trabajar. Hay mucho trabajo por hacer en la gestación subrogada, hay que denunciar a la gente que lo hace de forma fea. -Prohibirlo no parece que arregle nada. -Hay que regularlo y bien, porque es un debate complicado, en el que entran muchos factores. -VOX propone acabar con el matrimonio entre personas del mismo sexo.

-¡Madre mía! ¿Lo dices en serio? Sólo con oírlo da miedo porque vivimos en una sociedad libre, avanzada, en la que convivimos en el respeto a que personas del mismo sexo puedan formar sus propias familias. Yo nunca he considerad­o que mi relación de pareja fuera menos legal que las de otras personas, eso lo he tenido clarísimo siempre. -En su nuevo álbum hay canciones maravillos­as.

-Es lo que quiero seguir haciendo, cantar lo que me gusta, con la libertad de equivocarm­e y con la libertad de poder mostrarme sin caretas, sin filtros.

-“Voy a perder la cabeza por tu amor”, es otro de los títulos de su CD. ¿Cuántas veces la ha perdido usted? -Muchas veces, y además cuando te pasa es como si se hundiese el mundo, porque se sufre mucho. -Y se aprende mucho también.

-Porque con el tiempo aprendes a valorarte a ti mismo. Todo depende cómo sea ese amor, porque puede destruirte sin darte cuenta, ya que te olvidas de ti mismo y a veces ni siquiera tienes capacidad para analizar lo que te ocurre y eso es tremendo. -¿Qué ha aprendido de esos amores oscuros que decía Lorca? -Magnificas cosas, y cuando pasa el tiempo piensas: cómo he podido reaccionar así... - “Extraños en l a noche” es una de mis favoritas.

-La he incluido porque la cantaba El pescaílla, y porque me recuerda mucho a mis padres, porque eran tan romanticon­es... Hasta última hora, mi padre murió hace cinco años, cada uno tenía su ordenador, se mandaban mensajes: te amo, yo también a ti, y estaban al lado uno de otro. -¿Qué espera de este disco?

-Lo que espero es que la gente de mi generación se acuerde de esos temas y los vuelvan a cantar, que se acuerden de tantos artistas buenos que forman parte de nuestra memoria. -Ahí estaban Lola Flores, Rocío Jurado, hoy ensalzadas por todos.

-¿Tú sabes que yo tengo una bata de cola que me regaló su hija? Me invitó a cantar porque sacaron un sello de correos con su cara. Poco después me envió otra bata de cola que se había puesto en el Especial que le dedicaron en TVE, y ahí las tengo en la casa como si fueran, y lo son, una joya. -Rocío cantaba flamenco como los ángeles. -Era nuestra Barbra Streisand o nuestra Whitney Houston, española. En el escenario era única. -¿Cómo gestiona la fama sin quemarse?

-Yo no he salido mucho en tele ni en prensa, y ahora que se me conoce más, me siento como cortado cuando me reconocen por la calle. Lo importante es que me reconozcan por mi trabajo y no por protagoniz­ar escándalos. -¿Es tímido?

-Mucho, yo muchas veces le digo a mi pareja, vámonos de aquí que nos están mirando y me da vergüenza. Me pregunto que hará esa gente que es súper famosa para moverse por la vida. -¿Qué le pide al próximo año?

-Que mi hijo se críe en un ambiente más pacífico, que las nuevas generacion­es crezcan con más esperanza, y salud para los míos.

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Rosa y Miguel se citaron para la entrevista en el hotel Urso de Madrid.
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Miguel quiere transmitir a su hijo los valores que sus padres le enseñaron a él: “Sobre todo el respeto”.

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