Diez Minutos

ÁNGEL ANTONIO HERRERA KATE MOSS

‘‘ Ojalá siga mucho tiempo de musa del chic’’

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Cumple Kate Moss 45 años, y está aún lozana y no lo está, según la portada, donde por lo general ya la adornan de mucho Photoshop, que es un achaque más de la edad. Y son 45 años bien trotados. En una “top model”, que es el caso de Kate, resultan una cifra de jubilación, pero ella ahí sigue, más famosa que modelo, o sea, más “top” que maniquí, como es el caso de Naomi Campbell o Claudia Schiffer.

Kate ya va quedando para modelo fotográfic­a, que es el toreo de salón de las que fueron “ángeles” de tanga en las romerías de Victoria's Secret, o similares. Pero ha sido una “top”. Los noventa fueron suyos, y ahora casi es la reina también, sólo que de otra manera. Nunca acabamos de saber muy bien qué tiene, pero eso que no sabemos qué tiene no lo tienen las demás.

Parece una estrella del rock que se cuidó con menú de sirena, o una sirena que llevó la mala vida de las estrellas del rock. Quiero decir que no es una belleza de embeleso, ni un monumento sexual, pero va a quedar, ya, como una eterna de la moda. Es el “chic” con un whisky de más, una camarera falsa que gusta a los poetas malditos. Mide uno sesenta y cuatro, pero es la más alta de su gremio. La pasarela la dejó hace ya unos años, y me refiero a la pasarela propiament­e dicha y a la de salir zigzaguean­te de las juergas de deshora, tras mucho darle al frasco.

De España le ha gustado Marbella e Ibiza, donde hacía horario de mucho “topless” y se traía de discotecas a uno de sus novios, Pete Doherty, aquel músico con cara de chaval contento que sólo se privaba del agua mineral. Ha sobrevivid­o a la anorexia que juró que no tenía y a los noviazgos piratas, empezando por Johnny Depp. Se casó con un guitarrist­a, Jamie Hince. Ha sido una chica de lámina adolescent­e, hasta hace tres tardes, y ahora es casi una señora que se parece a Kate Moss. Viene de superar las tentacione­s según el consejo de Wilde: cayendo en ellas.

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