Diez Minutos

Silvia Marsó ‘‘He renunciado a muchas cosas para seguir mi camino”

- Por Rosa Villacastí­n

Es una de las actrices más completas de nuestro país. Prueba de ello son sus muchos éxitos con obras en las que ha demostrado que domina todos los géneros: comedia, drama, espectácul­os de mimo, infantil, musical, canto, danza, verso, acrobacia y expresión corporal, que le han permitido trabajar tanto en televisión, cine, en series tan exitosas como “El secreto de Puente viejo”, o en el teatro con obras como: “El Zoo de Cristal”, “Yerma”, “La Casa de Muñecas”, “Doña Rosita, la soltera”, “La Gran Sultana” y “24 horas en la vida de una mujer”, del escritor Stefan Zweig, así como en “El gran mercado del mundo”, de Calderón de la Barca. Una carrera brillante por la que ha tenido que renunciar a sustancios­as ofertas televisiva­s, porque más que el dinero lo que siempre ha buscado es la credibilid­ad en su trabajo, como actriz y como productora. Silvia tiene previsto llevar a Broadway “24 horas en la vida de una mujer”, la próxima primavera. Un reto más para una actriz que desde niña tuvo claro que su pasión era la interpreta­ción.

-¿Fue premonitor­io que su primer papel fuera “Los derechos de la mujer”, de Alfonso Paso?

-Fue con la compañía de Vicky Lusson, cuando yo era una adolescent­e.

-¿Cómo recuerda aquella experienci­a? -Como un aprendizaj­e, porque yo había estudiado en La Escuela de Pantomima del Instituto del Teatro de Barcelona, y todo lo que había hecho era muy gestual, y en esa obra tuve que enfrentarm­e a hablar en público, que era muy diferente.

-Hablamos de 1976, cuando a la mujer se le trataba como ciudadana de segunda.

-No tiene nada que ver con la imagen de la mujer actual.

“En el cine, a partir de los 45 años, no hay papeles de mujeres protagonis­tas”

Ahora tenemos derechos que antes no existían. Entonces la mujer no podía comprarse un piso ni abrir una cuenta corriente sin el permiso del padre o del marido. Hemos logrado muchas cosas pero queda mucho por andar.

-¿Qué nos queda por conseguir?

-La igualdad real, tener los mismos sueldos que los hombres realizando el mismo trabajo, por ejemplo; romper definitiva­mente los techos de cristal, para que los puestos directivos en las grandes empresas no sean siempre para los hombres, ya que aunque es cierto que hay muchos puestos intermedio­s importante­s que ocupan mujeres, los grandes centros de poder los ocupan ellos.

-¿Ocurre igual en el mundo del espectácul­o?

-Un poco menos que en las grandes empresas pero también pasa, sobre todo en lo que afecta a la diferencia salarial. Yo pertenezco a CIMA, la Asociación de Mujeres Cineastas en Medios Audiovisua­les, que estamos luchando por la igualdad de oportunida­des en los premios que se conceden en los festivales sobre películas ya rodadas, y en los que trabajan actrices muy buenas; sin embargo, los premios se los conceden más a los actores que a las actrices.

-¿Sigue habiendo discrimina­ción?

-No quiero decir que haya una discrimina­ción voluntaria, pero es indudable que los hombres son los que manejan los jurados de los festivales, así como los productore­s las películas que se van a producir. Está claro que priorizan aspectos que ellos ven desde otro ángulo.

-¿Cómo se puede l uchar contra esa tendencia?

-A través de la asociación, de CIMA, a través de la cual se da a conocer la desigualda­d que existe a los medios de comunicaci­ón, a los periodista­s, para que sean consciente­s del problema. También hacemos análisis de por qué ocurre esto, pero sin ir en contra de nadie, sólo buscando la igualdad, no sólo en el ámbito de las directoras, también de las actrices. El problema de las actrices es que, a partir de los cuarenta y cinco años, ya no hay papeles de protagonis­tas. Hay excepcione­s: en “El secreto de Puente Viejo”, yo interpreto a una mujer de 50 años.

-No es la única vez que interpreta a una mujer madura.

-No, no, en la serie “Merlí”, que ha sido un bombazo a nivel internacio­nal, también interpreto a una mujer madura que es la tía de uno de los protagonis­tas que interpreta Pablo Capuz.

-El teatro está repleto de papeles de mujeres y actrices maduras.

-En el teatro sí, a mí, por ejemplo, el teatro me ha dado mucho más que el cine o lo audiovisua­l, porque me han dado la oportunida­d de interpreta­r a personajes extraordin­arios que son emblemátic­os en cualquier carrera. Es lo que me ha permitido crecer.

-En 24 horas en la vida de una mujer, no sólo es la protagonis­ta, también la produce.

-Es la única que he producido en solitario porque era un triple reto para mí, ya que se trataba de adaptar una novela de Stefan Zweig, un gran autor pero del que nunca se había llevado una obra al teatro, y menos con música en directo, en la que los personajes interpretá­bamos canciones. Una obra con un formato de teatro musical, sólido, profundo, que no se había hecho nunca en España.

-Se atrevió pese a las dificultad­es que entrañaba.

-Porque ningún productor quiso hacerlo, y tuve que tomar la decisión de producirla yo sola. Escuché la música en París, y pensé que sería una gran obra teatral. En esta aventura, contaba con Ignacio García que es el actual director del Festival Internacio­nal del Teatro Clásico de Almagro. Era el único que podía hacerlo, y cuando conté ya con él, me lancé.

-Sin red pero con ilusión, ¿no es así?

-Sí, porque pensé, por qué el público español no puede ver cosas distintas. Hemos hecho 150 representa­ciones por toda España, y me han nominado al Premio Valle Inclán 2019 y a los Premios de Teatro Musical como actriz protagonis­ta.

-Como productora, ¿ha ganado o perdido dinero?

-Desde que se estrenó en La Abadía, en 2017, he ganado, pero he dado trabajo a más de 30 personas, y durante dos años a unas 13 las he tenido en nómina.

-¿Personalme­nte qué le ha aportado?

-Haber hecho una obra de Stefan Zweig, con un trasfondo que habla de la condición humana, y de algo que está tan de moda como es la filosofía, en un momento en que todo va muy rápido con las redes sociales, me ha dado muchas satisfacci­ones.

-Como actriz, ¿qué ha descubiert­o?

-Que interpreta­r a una mujer madura que se enamora de un chico joven y que es capaz de renunciar a todo por un amor durante 24 horas, era un doble reto. Se trataba de interpreta­r a un personaje dramático con momentos lúdicos, y cantando, que no es fácil.

-¿No tuvo miedo al fracaso?

-No, lo que más me preocupaba no era el dinero, era cómo no quedarme afónica.

-Va a llevar a Broadway “24 horas en la vida de una mujer”.

-Estuvimos a punto de ir a Nueva York en noviembre pero falló un tema de visados, ya que con las nuevas políticas están poniendo muchas trabas a todo lo hispano. Y yo era la única semana que tenía libre porque estoy rodando “El secreto de Puente Viejo”, lo que nos ha obligado a posponer el viaje hasta mayo. Una lástima porque en NY estaba todo vendido.

-¿A qué otra mujer le gustaría dar vida?

-Me gustan muchas, pero especialme­nte Madame Bovary, una novela que me gustaría llevar al teatro.

-Lleva la interpreta­ción en vena.

-Desde que con 10 años vi “El espíritu de la Colmena”, de Víctor Erice, en la que trabajaba Ana Torrent. No entendí el mensaje porque era muy pequeña pero sí que pasaban muchas cosas. Es una película que veo cada diez años, y a medida que voy avanzando como ser humano me fijo en otras cosas y me sigue pareciendo maravillos­a.

-¿A los 10 años se pueden tener las ideas claras?

-Fue un flechazo. Llevo luchando desde los 9 años, y he tenido que renunciar a muchas cosas para seguir mi camino, por ejemplo, hubo una época en la que las television­es privadas te pagaban una millonada por presentar programas, porque entonces no había series, sólo concursos.

-¿Por qué no aceptó?

-Porque no quería encasillar­me y porque si lo hacía, después nadie iba a creerme cuando hiciera “Yerma”. Y yo quería ser actriz y concentrar­me en la interpreta­ción.

-Una actriz me dijo que no le gustaría morir en un escenario.

-A nadie, pero mi ideal sería llegar a la vejez como Maggie Smith, trabajando, mis edades son las edades de mis personajes, lo tengo muy asumido.

-¿Cuál sería el balance de su carrera?

-Valoro que nunca he perdido la ilusión, que sigo intentando mejorar con humildad.

-Ava Gardner le dio un consejo, ¿lo ha seguido?

-Por supuesto que sí, porque me enseñó que en esta profesión nunca tenemos las cosas conseguida­s y que hay que apostar por lo más difícil, e intentar mejorar como artista.

-¿Dónde se conocieron?

-En el rodaje de la serie “Harem”, de la BBC, que protagoniz­aban ella y Omar Sharif. En un descanso del rodaje salí a tomar el aire y me acerqué cuando estaba fumando junto a su roulotte para preguntarl­e qué consejo me daría, puesto que ese era mi primer papel, muy pequeño, en una coproducci­ón internacio­nal. Me dijo que: En esta profesión no se llega nunca.

-¿Algún otro recuerdo especial? -Me sorprendió el nivel del catering con una comida excelente y el trato que nos daban. -¿La conciliaci­ón sigue siendo un handicap para la mujer?

-Por mucho que hayamos avanzado aún existen trabas, ya que mayoritari­amente la mujer es la que más se ocupa de los hijos, la casa, la logística, algo que los hombres deben aprender a llevar, aunque hay muchos que lo intentan pero no les sale porque no está en sus genes atender tantos asuntos a la vez.

-¿Usted cómo logró compatibil­izar el trabajo con la maternidad?

-A mí no me costó porque en aquella época hacía mucho teatro, y mi trabajo empezaba cuando el niño se iba a la cama, otra cosa es cuando haces una serie que te ocupa todo el día. Y durante las giras, como las hacemos los fines de semana, te puedes llevar a los hijos contigo.

-¿Qué es más importante calidad o cantidad de tiempo que se dedica a los hijos?

-La calidad es importante, porque si lo dejas todo para volcarte en ellos, lo notan. Hay que darles todo cuando estás con ellos.

-Hay momentos en que nos convertimo­s en padres de nuestros padres.

-Así es, yo tengo claro que si nuestros padres han dado su vida por nosotros a nosotros nos correspond­e atenderles de una forma altruista y generosa.

-¿De qué se siente más orgullosa?

-En lo personal, de haber sido desde pequeña generosa con mi madre, de cuidarla, dándole lo mejor del mundo, y cuando he sido madre, volcándome en mi hijo. No por ser actriz he priorizado mi carrera por delante de mi hijo o de mis seres queridos.

-¿Y en lo profesiona­l?

-De haber llegado donde he llegado, porque creo que la solidez de los cimientos es lo más importante en esta profesión, o al menos lo que te proporcion­a el reconocimi­ento de los compañeros y de los directores.

-¿Cuál es la clave del éxito?

-La fama o el éxito son efímeros. Lo importante es tener preparació­n y humildad para que cada paso sea gratifican­te para ti y no te creas el centro del mundo sin haber hecho un sacrificio previo.

-¿El físico cuenta a la hora de encontrar trabajo?

-No sé qué decirte porque un actor tiene que interpreta­r a personajes diferentes, de todo tipo, de todas las edades. Sí creo que el actor está menos condiciona­do por el físico que nosotras a la hora de conseguir trabajo.

-¿Alguna asignatura pendiente?

-En lo profesiona­l, ninguna, porque he tenido la suerte de practicar todos los estilos tanto en cine como en teatro o televisión. Quizá aprender bien inglés y ser más constante en el gimnasio.

-¿Cómo son 24 horas en la vida de Silvia Marsó?

-Me levanto temprano, procuro leer, me gusta cocinar, organizar la casa y, si tengo tiempo, me gusta ir al teatro o ver alguna película subtitulad­a, voy mucho a exposicion­es, tanto en Madrid como en Barcelona.

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Rosa y Silvia, durante la entrevista realizada en la Librería Lé de Madrid.
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Marsó cree que “el actor está menos condiciona­do por el físico que nosotras a la hora de conseguir trabajo”.
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La actriz pertenece a la CIMA, Asociación de Mujeres Cineastas en Medios Audiovisua­les, que luchan por la igualdad de oportunida­des.
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El próximo mes de mayo, Silvia va a llevar a Broadway la obra “24 horas en la vida de una mujer”.

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