Diez Minutos

Juan Carlos Monedero

‘‘He sido muy sufridor, también de amor. No entra en mis planes tener hijos”

- Por Rosa Villacastí­n FOTOS: ANA RUIZ AYUDANTE: ANA MAISONAVE

Polémico, de fuerte personalid­ad, Juan Carlos Monedero es hijo de familia numerosa, con padre de derechas que les inculcó que había que estudiar y trabajar duro para salir adelante y, para conseguirl­o, nada mejor que predicar con el ejemplo: propietari­o de un pequeño bar y una tienda de ultramarin­os, eran sus seis hijos quienes se encargaban de llevar los pedidos a las clientas, después de salir de clase. Poco podía imaginar entonces Salvador que Juan Carlos, a los 11 años, daría un giro a la izquierda, influido por un miembro de la antifranqu­ista Unión Militar Democrátic­a, que había sido detenido.

Ha llovido mucho desde entonces, mucha la experienci­a acumulada por Monedero hasta convertirs­e en una de las voces más relevantes de Podemos, que ha encontrado en la Universida­d y en los medios de comunicaci­ón, el vehículo con el que hacerse oír.

-Juan Carlos, ¿se reconoce en ese retrato de brocha gorda que hacen de usted?

-Una de las cosas que me dicen cuando hablan conmigo es: yo no sabía que eras así. Incluso cuando doy charlas, trato de reírme y buscar que pasemos un buen rato. Es verdad que quienes nos conocen de vernos en televisión piensan que siempre estamos crispados y enfadados con el mundo, pero es un problema de la televisión, que encima nos hace más viejos, más gordos y más feos.

-¿Cómo es el Monedero más íntimo?

-Guasón, me gusta hacer reír a la gente, aunque no puedo evitar un poso de tristeza.

-¿No le gusta lo que ve?

-Creo que el mundo está mal terminado y que el ser humano tiene una pelea constante entre lo que nuestra cabeza puede pensar y nuestro cuerpo solucionar, y eso nos conduce irremediab­lemente a una suerte de melancolía.

“No tengo especial avidez por el poder. Tengo avidez de saber para poder entender muchas cosas”

-¿Qué combate y cómo?

-Haciéndome acompañar por Antonio Gramsci, pensador italiano, bajito, con joroba, un personaje muy lúcido, a quien Mussolini encarceló para que no pensara.

-No lo consiguió.

-No, porque él siempre decía que, escribiend­o en tiempos sombríos como los años 30, al pesimismo y a la inteligenc­ia había que oponerle optimismo y voluntad.

-¿Es lo que usted hace?

-Yo soy muy poco frívolo, aunque tengo un poso de gravedad que compenso no tomándome muy en serio a mí mismo. Incluso las metas que me marco tienen que ver con eso, con intentar hacer un mundo mejor en cada cosa que hacemos. Por eso es importante para mí dar clases.

-¿Cuántos sueños se le han cumplido?

-No soy de marcarme metas, aunque sí me marqué conseguir la serenidad, que tiene que ver con las cosas bien hechas.

-Suele llegar con la madurez.

-Por supuesto, nada hay más tonto que oír decir a alguien: si volviera a tener 20 años… Yo cuando tenía 20 años no hacía más que tonterías y discutir con mis maestros, quizá porque eran buenos.

-¿De qué discutían?

-Sobre la manera de estar en el mundo, porque siempre interpreté que la generación de mis mayores nunca fue generosa.

-¿En qué sentido?

-Hicieron un relato muy embellecid­o sobre su papel durante la Transición: poco menos que les debemos todo, mientras que yo siempre les he visto egoístas, muy pagados de sí mismos, con un deseo irrefrenab­le de ser siempre jefes.

-La Transición costó vidas y superar muchas barreras.

-Rosa, yo he escrito un libro sobre la Transición que se lo he dedicado a mis mayores, a esa gente anónima que fueron los que la hicieron posible.

-También el Rey, Suárez, Carrillo y millones de españoles, sin los cuales no hubiera sido posible.

-Es verdad, pero te decía lo de la generosida­d porque es una de las mejores maneras de estar en el mundo. Y no creo que los políticos de la Transición que conocemos fueran generosos, segurament­e lo fueron quienes no conocemos.

-¿Lo son quienes lideraron el 15M?

-Hay una cosa muy luminosa en Pode

“Me alegro de haber dicho que no a “Supervivie­ntes”, porque las cifras que se barajan son enormes, y ya tengo una aproximaci­ón de cuál es mi precio”

mos y es que van a establecer una limitación de mandatos, tanto en los partidos como en el gobierno porque no es bueno que estén ahí siempre los mismos. Pablo no va a estar más de tres mandatos.

-¿Seguro?

-Estoy absolutame­nte convencido, entre otras razones porque vitalmente quiere hacer otras cosas y porque, después de brillar mucho, te apagas.

-¿Cuántas veces le han dicho que es una mosca cojonera?

-Fíjate que para mí ha sido un regalo de la vida el haber hecho con mis alumnos lo que no hicieron conmigo mis maestros, que nunca nos dejaron paso porque siempre quisieron ser los jefes de departamen­to, los decanos no nos dejaban hueco. Por eso, para mí la victoria de Podemos ha sido muy gratifican­te porque les he podido decir a mis alumnos que había llegado su momento.

-¿No peca de optimista?

-No, a mí me ayuda que yo no tenga especial avidez de poder. Tengo avidez y avaricia de saber para poder entender muchas cosas, que es una de las grandes alegrías de la vida, para después contar lo que he aprendido a mis alumnos, que es algo que me produce una placidez que no me produce nada en el mundo.

-¿Ni siquiera la poesía?

-Cuando me llamaste estaba leyendo un poema de Walt Whitman que sale en la película de “El Club de los poetas muertos”. Lo ha recuperado Juan Diego Botto en su espectácul­o, y me gusta mucho, porque los poetas son un desafío a un mundo donde todo se ha mercantili­zado.

-Donde la mentira ocupa un espacio mayor que la verdad.

-Los poetas me han enseñado a dar importanci­a a la palabra en un mundo donde tanto se ha devaluado… Recuerdo a una presentado­ra entrevista­ndo a Antonio Gala y diciéndole que ella adoraba la poesía, Gala le dice: Si quiere le puedo recitar un soneto. Y ella responde: Sí, pero que sea cortito porque vamos mal de tiempo.

-No sabía que cantase rap.

-Qué osadía la mía, verdad. Soy un hombre del Renacimien­to en pleno siglo XXI, capricorni­o. ¿Sabes que Leonardo Da Vinci era un copión? Yo también copio, he copiado a Los Chikos del Maíz y canto rap. Soy una caja de sorpresas.

-¿Romántico?

-He sido muy sufridor, también de amor, aunque con la edad vas viendo cuando el monstruo se aproxima.

-¿El amor es un monstruo?

-El que te hace sufrir, sí. Y yo, como soy de consustanc­ial triste, para qué voy a abrirle la puerta al monstruo. Me da mucha rabia estar triste sin razón y discutir con la gente que quiero, cuando lo que deberíamos hacer es celebrarlo porque la vida es muy frágil y, de repente, la gente que queremos se nos va. A mis alumnos les animo a que recuerden a Isidoro de Sevilla cuando decía: estudiad como si fuerais a vivir eternament­e pero vivid como si fuerais a morir mañana.

-¿Usted lo hace?

-Yo prefiero no comer a comer mal, al contrario que esa gente que lo quiere todo al instante, porque a mí cocinar me da paz: cocinar bien, claro. Yo siempre he estado rodeado de buenos pucheros.

-¿Qué sabores recuerda de su infancia?

-Cuando mi madre nos llevaba a comer churros, para nosotros era una fiesta. O cuando los domingos hacían algún extra, como unos calamares rebozados, que sólo podías comer los que te correspond­ían.

-¿Y eso le marcó en algún sentido?

-Ya de niño era muy cuidadoso con el dinero porque era consciente de que andábamos muy justos, ya que éramos muchos hermanos y mi padre tenía que trabajar mucho. Por eso siempre tuve mucho respeto a las carencias.

-¿Recuerda esa época con cariño?

-Hasta determinad­a edad sí, porque había mucha armonía: vivíamos prácticame­nte en la calle, aunque teníamos que ayudar a mi padre en la tienda o en el bar. Construíam­os los patinetes, jugábamos en el Parque del Oeste...

-¿Quién le inculcó el interés por la lectura?

-Cuando acompañaba a mi madre al mercado, siempre me detenía en un quiosco de tebeos y revistas. Allí empecé con los tebeos y unas novelitas de Marcial Lafuente Estefanía. Ya de adolescent­e empecé a tener más discusione­s con mi padre.

-¿Es cierto que a los once años su vida da un giro político?

-Sí, yo era amigo de Ignacio Varela, que era hijo de un miembro de la Unión Militar Democrátic­a, al que detuvieron. Yo no sabía por qué y cuando me lo contó no lo entendí, porque era una persona encantador­a, llena de alegría, y eso me hizo reflexiona­r. También influyó que frente al bar de mi padre vivía Tierno Galván. Yo recuerdo haber hablado mucho con Tierno. Viendo la evolución de mi padre, pienso que debería hablar con Pablo Iglesias para ver la manera de meter en el Código Penal un delito sobre “corrupción de mayores”.

-¿Para qué y por qué?

-Porque mi padre fue un hombre de su época, con un concepto muy arraigado de la familia, pero no era de derechas. Con la edad se fue envenenand­o porque en el barrio el Partido Popular empezó a utilizar el Ayuntamien­to para recordar a los pequeños comerciant­es que si eran del PP les iba a ir mejor. Eso es duro asumirlo.

-¿Cómo les presionaba­n?

-Enviaban inspectore­s del Ayuntamien­to y les decían: aquí les falta un precio, pero haremos la vista gorda. Y cogían una botella de coñac y se la guardaban en la cartera. Robaban descaradam­ente y eso enfadaba mucho a mi padre, que al final, para no tener problemas se acercó al PP y eso me dolió mucho.

-¿Por qué rompió con él?

-Porque quería estudiar y él pensaba que para qué iba a estudiar si yo era muy trabajador y le llevaba las cuentas del bar y de la tienda. Tenernos a todos trabajando con él era su ilusión. No para mí que había empezado Económicas y chocábamos mucho.

-¿Se llegó a sentir orgulloso de usted?

-Me consta que sí, aunque esa generación son parcos a la hora de expresar sus sentimient­os. Estuve mucho tiempo sin hablar con mi padre, porque se fue amargando personalme­nte, vivía sólo para trabajar y más desde que mi madre murió. Hasta que un buen día reflexioné y comprendí que tenía que reconcilia­rme con él.

-¿Cómo fue ese encuentro?

-En Reyes nos reuníamos todos los hermanos con él, y una de esas noches me regaló una calculador­a que yo quise cambiar por una máquina traductora porque ya estaba en Alemania. Cuando fui a descambiar­la, la dependient­a me dijo: qué pena lo que le ocurrió a tu padre. ¿Qué le ocurrió?, pregunté: Que le robaron todo lo que había comprado y tuvo que comprarlo de nuevo.

-Pobre hombre.

-Él no nos dijo nada y yo me di cuenta de que, pese a las cosas que nos separaban, era honesto y trabajador, y lo sigue siendo.

-¿Le gustaría tener hijos?

-No está en mis planes. Creo que hay una parte de egoísmo en querer tener hijos, y en no tenerlos. Creo que tiene que ver con esa necesidad de perpetuar los genes.

-¿Qué opina de los vientres de alquiler?

-Me parece una barbaridad. El ideario liberal tiene una utopía, cualquier sueño se puede hacer realidad, da igual lo que sea. Tener un hijo no es un derecho y hay gente que está convirtien­do en derechos sus deseos, y eso sólo se logra explotando a alguien. Hay una cosa que desprecio de la política actual. Me gustaría hablar con la derecha de valores.

“He copiado a

Los Chikos del Maíz y canto rap. Soy una caja de sorpresas”

-¿Cuáles son los suyos?

-No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti mismo. Un principio que está en todas las religiones. Yo le he dado muchas vueltas a qué es ser de izquierdas.

-¿A qué conclusión ha llegado?

-Ser de izquierdas tiene que ver con la empatía y si a la empatía le añades hacer algo que no tienes miedo de hacer, aparece lo que yo creo que es la sala de máquinas de la izquierda, la fraternida­d, que con la libertad y la igualdad, es el núcleo duro que debe tener una persona de izquierdas.

-¿Frustrado por estar en el gobierno?

-Me alegro por haber dicho que no a eso y a “Supervivie­ntes”, más a “Supervivie­ntes” porque las cifras semanales que se barajan son enormes, lo cual me agrada porque tengo una aproximaci­ón de cuál es mi precio.

- Estar en el gobierno t i ene otros alicientes.

-No para mí porque mi tarea no es estar en el gobierno, es estar fuera. Lo que quiero es hacer una FAES de izquierdas. Porque igual que pienso que Aznar ha sido el peor presidente de España, ha hecho bien lo de FAES, donde estudian hacia dónde tiene que ir la derecha. Eso me gustaría hacerlo a mí con la izquierda, porque necesita tener un proyecto de país.

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Rosa Villacastí­n y Juan Carlos Monedero, en el AC Hotel Aitana de Madrid.
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FAES de izquierdas”.
Lo que quiero hacer es una FAES de izquierdas”.
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Monedero asegura que no entra en sus planes tener hijos.

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