JOSEP MARÍA MAINAT
Josep María Mainat fue un tipo de La Trinca y ahora es una página de sucesos. Ya estarán ustedes al corriente: investigan a su mujer, Angela Dobrowolski, por intento de asesinato. Eso dicen los papeles, y las investigaciones, por abreviar. De modo que el gracioso Mainat está en lo alto de un asunto que de arranque no tiene ninguna gracia, aunque sí el morbo completo y creciente de los asuntos con un pie en la crónica negra, y otro pie en la crónica de adulterios. Porque resulta que a la pareja estelar, Mainat y señora, le han brotado enseguida unos secundarios de culebrón de puerto, una tal Alina, que arriesga que Angela quería convertir la casa familiar en un prostíbulo, y el novio de ésta, un tal Gabriel, titulado por Alina como “escort latino”. ¿Verdad que si nos buscamos unos guionistas con imaginación no nos sale tan redonda una historia? A veces la vida acierta con los mejores guiones, y éste es el caso. Si en la copa del confinamiento tuvimos en directo el “caso Merlos” ahora, en la copa segunda del confinamiento a medias, tenemos el gran “caso Mainat”, que supera al anterior en todo: trae mujeres sospechosas, amantes con tarifa, un casoplón de escenario y un lío en general de gentes exóticas, y de mucho entretenimiento, entre el guateque sexual y media novela de Agatha Christie. Habrá gran capítulo en los juzgados. Hasta entonces, ha empezado la serie de mayor auge en los platós.