ÁNGEL ANTONIO HERRERA

RAFAEL AMARGO

Rafael Amargo ha estrenado “Yerma”, en un teatro de Madrid, pero antes ha pasado dos vísperas en comisaría. Le investigan en un asunto de tráfico de drogas. Está Amargo en todas las teles, sin estar, porque lo suyo es materia de telediario, y también de junta de vecinos, pura y dura. Ya veremos en qué para la investigación, pero no conviene hacer parlamento moral de la vida privada de un artista, que suele ser un hombre “condenado a la libertad”. Si hay delito, ya dirá la Justicia, pero de momento lo que uno ve es un jaleo de vida desvelada y amistades peligrosas donde no sobra el agua mineral y tampoco el sentido común. Eso, y que le han retirado el pasaporte. En un artista suelen vivir muchos hombres, que es como decir que un hombre creativo es una asamblea. Más o menos, en eso estamos. Hay muchos Rafaeles en Rafael Amargo, y él siempre se ha manejado con una alegría, en general, digna, a veces, de mejores causas, según puede deducirse del show enloquecido de los últimos días. Amargo llegó a Madrid a los dieciséis años, con Lola Flores de madrina, y ahora tiene una vida de famoso entre la Policía y la bulería. Ojalá le salga bien el baile más allá del baile.

El bailarín y coreógrafo en un momento de “Yerma”, versión del clásico de Federico García Lorca que representa en La Latina de Madrid.