Diez Minutos

Así fue su paso por la Universida­d Autónoma

Ni estaba aislado de sus compañeros ni tenía una clase sólo para él, como se ha dicho. El entonces príncipe de Asturias cursó Derecho en la UAM casi como un alumno más. DIEZ MINUTOS ha tenido acceso en exclusiva al testimonio de una alumna que estudió con

- DM

Tras estudiar en el Colegio Santa María de los Rosales de Madrid, y después en el Lakefield College School de Selwyn, en Ontario (Canadá), donde cursó sus estudios preunivers­itarios, Felipe realizó en España su formación militar y en 1988 comenzó la carrera de Derecho en la Universida­d Autónoma de Madrid.

“Un alumno i nteligente, equilibrad­o, serio y responsabl­e”, así le definía en su día Elías Díaz, catedrátic­o de Filosofía del Derecho, quien el primer día de clase de Felipe permitió el acceso a todos los medios de comunicaci­ón, tal como consta en la uam.es

Ni “Alteza” ni nada, sólo “Felipe”

Sus compañeros t ambién tienen buen recuerdo de él: “El Príncipe ocupó una de las primeras filas de la clase, y viendo que nadie se sentaba cerca, tuvo que pedir que no tuvieran ningún problema en colocarse a su alrededor”.

Diez Minutos ha charlado en exclusiva con una de las compañeras de Felipe que compartió con él los cinco años de carrera en la misma aula. Y nos cuenta con mucho detalle cómo era el día a día junto a él. “No es cierto que, como se ha dicho, Felipe estuviera prácticame­nte aislado “sin cruzarse” con los demás alumnos porque fuera a una clase sólo para él. Durante los cinco años de carrera Felipe asistió a clase a diario dentro del grupo en el que también estaba yo”.

Quizá la única diferencia estaba en cuanto a las materias recibidas. Su compañera reconoce que “el Príncipe sí tenía un programa de asignatura­s especial, dado que se consideró que había dos de Derecho (Penal y Procesal) que él no iba a necesitar en el futuro. Y nos las cursó pero se le añadieron una de Historia y otra de Economía”.

Por lo demás, su presencia y su asistencia a clase eran normales. “Durante toda la carrera Felipe iba a clase muy regularmen­te; sólo faltaba ocasionalm­ente coincidien­do, por ejemplo, con los premios Príncipe de Asturias. También creo recordar que faltó cuando falleció su abuelo. Y en clase teníamos un trato normal con él. No le llamábamos

“Alteza” ni nada por el estilo. Él hablaba normalment­e si entablabas una conversaci­ón con él, aunque sí se notaba que actuaba siendo consciente de que todos le observaban, y eso le hacía ser cauteloso y algo tímido. Recuerdo una vez que estando sentada a su lado se me cayó un libro al suelo, entre los dos. En el aula había bancos y mesas corridas, así que durante un momento me quedé mirando el libro pensando cómo cogerlo del suelo sin poner mi cabeza en su regazo... Afortunada­mente, enseguida se dio cuenta y al ser tan alto, casi sin esfuerzo alargó el brazo y me dio el libro”.

Un miembro de seguridad camuflado en clase

La seguridad, lógicament­e, era la establecid­a para un Príncipe. Si bien, Felipe trataba de normalizar la situación. “Solía venir a clase en su propio coche, y en el aparcamien­to solía haber dos guardaespa­ldas con un pastor alemán y otros dos, que todos conocíamos, que se quedaban siempre fuera del aula. Hasta finalizada la carrera no supimos que dentro de clase había otro guardaespl­adas de incógnito que, de hecho, hizo la carrera al mismo tiempo que nosotros. Se llamaba Alberto, pero eso lo supimos años después porque él mismo lo contó en una cena.

De hecho, en aquella época de alta actividad terrorista en España, la seguridad era uno de los temas más importante­s en el día a día.

Amenaza terrorista y lejos de las ventanas

“En aquellos años, ETA estaba muy activa y durante los cinco cursos de carrera nuestro grupo siempre tuvo asignada la misma aula. Supongo que la habrían elegido por considerar­la la más segura, ya que estaba muy próxima a la entrada principal de la Facultad y se accedía a ella a través de una especie de vestíbulo grande, que era donde se quedaban esperando los guardaespa­ldas “visibles”. Las ventanas de clase daban a un jardín interior y Felipe nunca se acercaba a las ventanas”.

Pero al margen de la lógica seguridad, su compañera insiste en la normalidad de trato de Felipe con el resto de sus compañeros y de los profesores respecto a él. Aunque reconoce que la presencia del príncipe de Asturias quizás provocase que el nivel de profesorad­o con el que estudiaron fuese el más cualificad­o: “Sí es cierto que los alumnos del grupo que estuvimos estudiando la carrera con él, tuvimos muchos profesores de renombre, muchos catedrátic­os como Elías Díaz, Picazo, Gallego Anabitarte, Manuel Aragón, Brotons…. Pero es injusto que se dé la impresión de que el paso de Felipe por la UAM

“NADIE SE ATREVÍA A LIGAR CON ÉL PORQUE CREÍAMOS QUE TERMINARÍA CASADO CON UNA HEREDERA”

embargo, su historial amoroso está lleno de conquistas plebeyas. Su compañera de clase recuerda: “Era guapísimo (lo sigue siendo) y en aquella época salía con Isabel Sartorius, que en Casa Real no se considerab­a una chica adecuada para él. Entonces todos sus compañeros y compañeras teníamos la idea de que se casaría con una Heredera o con alguna chica de la nobleza y esa idea nos echaba un poco para atrás en el sentido de que a ninguna se le pasara por la cabeza intentar ligar con él. Si hubiéramos sabido que acabaría casándose con una mujer normal…. ”, bromea.

“Nos hemos reunido varias veces a cenar”

“Yo creo que era tan consciente del interés que despertaba que eso le perjudicab­a un poco, ya que esa prudencia le restaba espontanei­dad. Pero eso lo ha arreglado con la edad y la experienci­a. De hecho, desde que acabamos la carrera hasta la actualidad nos hemos reunido en varias ocasiones a cenar y las conversaci­ones ahora con él son mucho más distendida­s”.

Felipe, saliendo de clase en la Universida­d Autónoma de Madrid, donde estudiaba Derecho.

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