Diez Minutos

Pepón Nieto ‘‘El titiritero es alguien que mueve títeres, y yo soy actor’’

- Por Rosa Villacastí­n FOTOS: ANA RUIZ / AYUDANTE: IDOIA VITAS

APepón Nieto le avalan años de trabajo en cine, teatro, y series de televisión de tanto éxito como “Los hombres de Paco”, que ha recuperado Antena 3, actualizan­do la edad de sus intérprete­s que ahora peinan canas, y han tenido que adaptarse a los cambios que ha sufrido la sociedad española en este tiempo. Cambios a los que se enfrentan los famosos policías con renovado optimismo y profesiona­lidad. Un trabajo que Pepón compatibil­iza con la obra “Anfitrión”, de Molière, que se estrena en el Teatro de la Latina el 7 de julio, y en la que trabajan Toni Acosta, Fele Martínez, Paco Tous, Dani Muriel y María Ordoñez. Su última película, “Un efecto óptico”, de Juan Cavestany, en la que comparte protagonis­mo con Carmen Machi.

-Pocos actores pueden decir que éste ha sido un buen año...

-Ha sido un año difícil, movidito, pero en el que he podido trabajar pese a los cierres perimetral­es. Ahora estoy contento por volver al teatro de la Latina con “Anfitrión”, que dirige Juan Carlos Rubio, que ya estrenamos en el Teatro de Mérida el pasado año y que ha tenido una vida azarosa precisamen­te por todo lo de la pandemia. Una obra con la que iremos de gira por lo menos hasta febrero o marzo del próximo año.

-¿Trabajar con artistas que conoce le da seguridad?

-En este caso ha sido muy positivo porque Paco Tous es como mi hermano, Fele Martínez es un amigo de muchos años, Tony Acosta, una actriz maravillos­a, la quiero y admiro mucho.

“Tengo la profesión más bonita del mundo. No tengo ninguna intención de jubilarme”

Y con María Ordoñez me encanta ir a cenar, de fiesta. Dani Muriel, con quien no había trabajado nunca, es un tío maravillos­o que además acaba de ser papá y a su hija le ha puesto Mérida, porque es un lugar que nos ha dado mucha suerte.

-Le gusta arriesgar.

-¿Lo dices porque soy el productor e intérprete de “Anfitrión”? Este es el tercer espectácul­o que hago como tal en el Festival de Mérida, el primero fue “La comedia de las mentiras”, el segundo “El Eunuco”. Estamos en tiempo de riesgo y el que arriesga palma, pero yo lo he hecho con gusto porque es mi trabajo y había que tirar para adelante con el proyecto.

-¿Que el mundo de la cultura sea de los más afectados dice poco de nuestros políticos?

-Yo creo, Rosa, que todos los sectores nos hemos chocado con ese muro que ha sido el Covid. Mi familia, que se dedica a la hostelería, lo ha pasado mal, y de los sanitarios, que han estado en primera línea y se han dejado la piel, qué te voy a decir. Esta pandemia nos ha cambiado a todos como sociedad.

-¿Para bien o para mal?

-Pensaba que para bien, pero me he dado cuenta de que no. Aunque este tiempo de reflexión nos ha permitido comprobar que somos más los buenos que los malos.

-A unos se les oye más que a otros.

-Sin lugar a dudas, meten mucho ruido. -¿Es lo que deberían hacer los artistas, gritar más?

-Yo creo que los artistas y en general el mundo de la cultura ha dado siempre la cara, es más, diría que hemos sido la punta de lanza de muchas reivindica­ciones, por ejemplo, el No a la guerra de Irak era una plataforma a la que se sumaron miles de ciudadanos, y que encabezaro­n grandes artistas de este país.

-¿Han pagado un alto precio por ello? -Estoy totalmente seguro de que ese odio que se generó contra el colectivo artístico viene de ahí. De los políticos que vieron peligrar su silla, cuando salimos a la calle a gritar: ¡No a la guerra! Eso propició que a muchos políticos les haya interesado decir a la gente que los artistas somos unos subvencion­ados, que vivimos del cuento. -¿No lo son?

-La gente debería saber que no hay sub

venciones a título personal y si no, que me lo digan a mí. Todo eso desencaden­ó un desprecio enorme hacia la gente de mi profesión.

-El mundo del espectácul­o es muy amplio.

-Sí lo es, pero todos sabemos que dos días después del atentado del 11M, que tantas vidas costó, se celebraron unas elecciones en las que, contra todo pronóstico ,ganó Zapatero, y quien supuestame­nte las iba a ganar, las perdió, y eso es algo que no pudieron soportar algunos.

-¿Por qué no le gusta que le llamen titiritero?

-Porque el titiritero es alguien que mueve títeres, y yo soy actor.

-Bardem en los Oscar les definió como tal.

-Titiritero no es peyorativo, como no lo es cómico, lo que ocurre es que cuando te lo dicen en sentido despectivo, no me gusta.

-¿Qué le atrajo de “Un efecto óptico”, su última película?

-Lo primero, el guión, maravillos­o, que habla de muchas cosas, de un matrimonio normalito de Burgos que se va de vacaciones a Nueva York y que nunca llega. Es una película muy personal, porque Juan Cavestany, su autor, ya viene haciendo desde hace tiempo cosas muy interesant­es. Y qué te voy a decir de Carmen Machi, mi compañera: trabajar con ella y con Juan es un regalo.

-¿Cuántas veces ha dicho no a un proyecto?

-Los periodista­s pensáis que los actores podemos permitirno­s esos lujos, cuando lo cierto es que, en la mayoría de los casos, si te llaman y no tienes otra cosa que hacer, la haces. A mí me ha pasado pocas veces que tenga dos o tres proyectos para elegir, y a veces haces cosas buenas y otras que no lo son tanto. Tampoco en todos los trabajos estás acertado, en unos sí y en otros no.

-¿Le sorprendió la vuelta de “Los hombres de Paco”?

-Al principio sí, pero después no porque había un grupo de fans de la serie muy activos que han estado hablando en foros todos estos años. Cuando me llamaron, me sorprendió, pero me hizo gracia la historia.

-¿Cómo fue el reencuentr­o tantos años después?

A ninguno nos apetecía volver a hacer lo que ya habíamos hecho diez años atrás, pero los cambios que se han hecho han sido muy acertados.

-¿La policía ha cambiado en estos años? -En la serie ya no son policías, son agentes del CNI, con lo cual se les abre un mundo de posibilida­des. Ahora tienen unas misiones con casos muy pegados a la actualidad, como por ejemplo la independen­cia de Cataluña, el crimen organizado, es otro nivel.

-¿Alguno de los de verdad le ha dicho que les clavan?

-No, porque es más fácil conocer a un guardia civil que puede ser tu vecino que a uno del CNI, porque los que trabajan en el CNI no lo dicen nunca.

-¿Están pensando en la tercera parte? -Se está emitiendo en AtresPlaye­r en abierto, e imagino que cuando vean los números nos dirán si se hacen más o no. Yo creo que son personajes que cuentan con el cariño del público, lo noto en la calle y en las redes.

-¿Cuál es el atractivo de las series policiacas?

-Yo creo que el fenómeno de “Los hombres de Paco” es muy especial, porque toca muchos valores, el amor, la familia, la entrega, todos esos están en los personajes. Cuando empezamos la serie, yo creí que nos iban a coger manía, después me di cuenta de que todo lo contrario, los policías nos decían: pero si nosotros metemos más la pata que vosotros.

-Eso les humaniza.

-Es lo que sintieron, que se desmitific­aban los errores y se destacaban las virtudes. Cuando lloraban ante la impotencia de no poder resolver algo… Ver a esos policías cercanos es lo que ha gustado tanto. Y ellos están muy agradecido­s, lo sé porque a Juan Diego, a Paco Tous y a mí, la policía nos hizo un homenaje y nos regalaron un reloj.

-Esa parte humana no se destaca demasiado en la vida real.

-Cuando a mí me ofrecieron hacer la serie, lo que más me importaba es cómo era Mariano humanament­e, cómo se llevaba con su familia, con sus amigos, no que fuera policía.

-¿Cómo ha cambiado Mariano diez años después?

-Mucho, porque tiene diez años más, corre menos detrás de los malos por eso mismo, pero está casado, tiene una hija, y en ese sentido es más maduro. Piensa que son policías muy leales, nada conflictiv­os. Representa­n lo que a todos nos gustaría que fueran los policías, guardias civiles o del CNI.

-¿Y Pepón Nieto, cómo ha cambiado en estos años?

-Yo creo que un poco como Mariano, no en la esencia. En la forma sí, porque todo lo que nos pasa nos cambia de alguna manera. En lo importante no, tengo los mismos amigos, la misma relación con mi familia; en la esencia, no.

-¿Alguna vez ha sentido ganas de dejar la profesión?

-Nunca, nunca porque tengo la profesión más bonita que se puede tener en el mundo. No tengo ninguna intención de jubilarme, ni se me pasa por la cabeza. No he perdido esa capacidad de celebrar como una fiesta cada vez que suena el teléfono y me ofrecen un personaje. Todavía me levanto por la mañana con muchas ganas, porque creo que es la mayor suerte que he tenido en la vida.

-¿Ser actor?

-Sí. Yo no trabajo para vivir, yo vivo gracias a mi trabajo.

-¿Sigue estudiando, preparándo­se? -Tengo menos tiempo para hacer talleres y cursos, pero claro que me preparo. Si es teatro, me paso tres, cuatro semanas aprendiénd­ome el texto, porque soy muy concienzud­o, porque para mí es fundamenta­l, busco referencia­s del personaje o de cosas, y voy viendo cómo anda en cada momento.

-No ha perdido el acento andaluz.

-No, salvo cuando trabajo, que trato de quitármelo. Eso me viene de haber estudiado en la Compañía de teatro clásico, pero no en la vida cotidiana porque disfruto muchísimo hablando con mi típico acento andaluz, y porque creo que Cádiz es la provincia española que más enriquece el lenguaje.

-Usted es de Marbella.

-Pero tengo casa en Cádiz, en el campo, donde me encanta aislarme y no ver a nadie, pero mi familia vive toda en Marbella, y yo cuando voy disfruto del pueblo. De igual manera disfruto de cómo se habla en toda Andalucía.

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Rosa y Pepón, muy divertidos, posan en un rincón del Hotel AC Recoletos de Madrid.
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A pesar de la pandemia, el actor asegura que ha podido trabajar en este tiempo.
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Pepón compatibil­iza “Los hombres de Paco” con la obra “Anfitrión”, de Molière, que se estrena en el Teatro de la Latina el 7 de julio.
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Reconoce que cuando no trabaja le encanta sacar a pasear su acento andaluz.
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