¡Va a ser que NO!
No obligues a tu caballo a padecer por una silla inadecuada o mal ajustada
Cuidado con las sillas inadecuadas o mal ajustadas
Si calzas unos zapatos que te aprietan, enseguida expresarás tu dolor y tomarás medidas para evitarlo. ¿Has pensado que a tu caballo le puede estar causando dolor la silla que utilizas para montarlo? Es hora de que te lo plantees y tomes medidas.
“Muchas gracias cariño por los bonitos zapatos de tacón que me regalaste. Sé que son de buena marca, que te costaron un ojo de la cara y sí, mis amigas están muertas de envidia. Sólo tengo un pequeño inconveniente: no me entra bien el pie y me hacen daño. Tu consejo de ponerme unos calcetines gordos para que no me hagan tanto daño tampoco fue la solución. ¿Cómo quieres que ande grácilmente, que haga algún sprint por el aeropuerto y todo ello sin rechistar?… imposible con estos zapatos. ¡Va a ser que NO!”
Evidentemente en este artículo no me estoy refiriendo a unos zapatos de tacón, sino a una silla mal ajustada o que simplemente no es de la talla correcta para el caballo. Desde aquí me gustaría animaros a que hagáis una reflexión al respecto.
No es una cuestión simple. En primer lugar, igual que me pasó a mí, en cuanto se le menciona el ajuste de la silla a alguien del mundo hípico, su reacción suele ser: “¿Y eso, para qué? Mi caballo va perfectamente con mi silla, que tengo desde hace 20 años. Esa silla sirvió también para mis otros caballos que tuve antes y ninguno se quejó”. La foto número 3 es un buen ejemplo de una silla en funcionamiento diario.
He aquí el problema: un caballo no se queja tan fácilmente, o como pasó en mi caso, no supe entender lo que me quisieron decir mis 3 caballos en los cuales usé la misma silla. Hasta que empecé a estudiar el tema y darme cuenta de que, posiblemente, había causado daños irreversibles a los dos primeros caballos y al tercero lo pude salvar gracias a la ayuda de una “Saddle fitter”.
Si con este artículo puedo conseguir haceros reflexionar sobre el tema y que algunos incluso empecéis a reaccionar, es algo que me hará inmensamente feliz. ¡Quiero evitar que os pase con vuestros caballos lo mismo que me pasó a mí!
Cuestión de especialistas
Visualizar unos videos en YouTube si bien es un primer paso para entender la problemática, no nos convierte en especialistas. Ojalá yo hubiese asistido a algún curso sobre el ajuste de la silla en su día cuando estaba con el primer caballo. Entonces me hubiera podido dar cuenta yo misma de que la silla no servía.
Son muchos los factores que influyen en que la silla se ajuste bien al dorso del caballo. Y hay especialistas que te pueden ayudar a hacerlo, si bien todavía no hay una titulación para ello en España, como sí la hay en Alemania. Allí existe una formación profesional de 3 años, en la que se profundiza sobre la biomecánica del caballo y el necesario ajuste de la silla. Allí es habitual que los guarnicioneros vayan a las hípicas para medir el caballo y ajustar en situ el ancho del puente, o el relleno, entre otros.
En Alemania hay tiendas dedicadas al mundo ecuestre que son más grandes que el Mercadona de mi ciudad y a las que puedes llevar tu caballo; lo miden, te dan una silla para probarla y te puedes dar unas vueltas montando en la pequeña pista de prueba que hay al lado de la tienda!!!. Bueno, a esto no llegamos todavía, pero sí, vamos por buen camino. Más de eso más adelante.
Cuando vivía en Sudáfrica conocí a un “saddle fitter” y lo primero que me dijo fue que mi silla era totalmente inadecuada para mi caballo. Ese era el tercer caballo que tenía y que monté con mi silla favorita de 22 años. Me interesé por el tema, le hice caso al saddle fitter, compré una silla a medida y gracias a ello pude salvar aquel caballo.
¿Te suena todo esto?
Es el S. O. S. de los caballos, cuando NOSOTROS deberíamos darnos cuenta que definitivamente algo no va bien.
El caballo se bota (al sacarlo al galope, después del salto o simplemente cuando le apetece) Se pone de manos Salta con la espalda “hueca” No se quiere reunir (no hay forma que se ponga “redondo” y eleve el dorso) Tropieza sin más No amplía/alarga el tranco Se desboca Va corriendo como un cohete por la pista de obstáculos
Tira las barras porque no salta suficientemente alto
Tiene dificultad de cambiar el tranco al galope (para no hablar de espalda adentro)
Sube y baja la cabeza (“ay, serán las moscas, un vicio o el bocado”) Chirria con los dientes Etc., etc. La causa de todo esto puede ser una silla mal ajustada, problemas en el dorso del caballo o ambas cosas. Desde luego también puede haber muchos otros factores, pero de esos hablaremos en un siguiente artículo.
Hay síntomas de que existen problemas fáciles de ver; por ejemplo cuando al poner la silla, al cinchar o cuando te subes al caballo, ocurren algunas de estas cosas:
Intenta morderte (uno de mis caballos mordía siempre el ramal, lo que yo no reconocía como una señal de algo. Pero otro quería morderme a mí y lo taché como un recuerdo del dolor que la provocaba una úlcera de estómago que había tenido años antes.
Intenta darte una coz o mueve mucho la cola.
Echa las orejas atrás o chirria con los dientes. Se le nota incómodo al subirte. Todos esto son síntomas de que algo va mal y hay que tener en cuenta que los caballos son muy sufridos. Antes de demostrar que están heridos, cojos o de alguna manera, no aptos para correr, sufren mucho. Aunque los tenemos en cautividad siguen siendo animales de presa, que tienen facilidad para “esconder fallos”. ¿Por qué? ¿Cuál es la cebra o el animal de presa que eligen los leones como cena fácil? ¡El más vulnerable, el más viejo, el más lento o el que está herido o cojo!
Pero hay otra cosa más que puedes inspeccionar: ¿tu caballo tiene pelos blancos en la cruz o en el dorso? Si es así, esos han sido, en algún momento, puntos de presión de una silla mal ajustada.
Otra lesión atribuible al puente de la silla demasiado pequeño, que hace que la musculatura disminuya en la zona (principalmente en la cruz y en el trapecio), es una atrofia muscular. En el caso de una atrofia muscular es muy complicado encontrar una silla que se ajuste bien sin hacerle más daño al caballo, ya que el cartílago que está al final de la escápula se va desgastando, lo que puede causarle una incapacidad irreversible.
Ese, supongo, era el momento en que me dijeron a mí: “Ya no
puedes montar a tu caballo”. Si me hubiera dado cuenta antes, mejor dicho, si alguien me hubiera explicado que hay sillas que tienen la parte bajera -los bastesque ofrecen apoyo, especialmente para esos casos, posiblemente podría haber evitado lo peor. Se supone que el hombro no tenía suficiente espacio para moverse libremente debajo de la silla y con cada paso chocaba con ella, de una a dos horas cada día y con un peso adicional entre 70 y 80 kilos, durante 10 años… Aunque no se puede ver que el cartílago se está desgastando, sí se ve si el caballo está comenzando a tener una atrofia muscular.
Sistema EQUIscan
Volvamos a la historia. Como os comenté, en Sudáfrica conocí esa figura del “saddle fitter”, y al volver a España decidí que cuando tuviera de nuevo un caballo compraría la silla a medida. Empecé a buscar un saddle fitter en el área de Valencia. Busqué y busqué, pero ninguno de mis contactos del mundo hípico me podía ayudar a encontrar a uno, ni siquiera la propia Federación Hípica.
Mientras tanto averigüé que sí existen sillas hechas a medida y un sistema con el cual se puede medir el dorso del caballo, sea para averiguar el ajuste de la silla actual o para encargar una silla nueva a medida de tu caballo. El sistema se llama EQUIscan y podéis ver un interesante vídeo en YouTube. Ahora sabía que quería una silla a medida. Pero ¿quién me dice cuál es la medida adecuada y/o quién viene a medir el dorso de mi caballo?
Entonces se me abrió un mundo nuevo al conocer a Mario Soriano, veterinario y quiropráctico equino con un impresionante currículo y con un gran conocimiento de la biomecánica equina y en especial, los dorsos de los caballos. Viaja por toda Europa dando clases y seminarios a veterinarios y trata caballos de competición de alto nivel (www.qurioequus.com).
Viendo que los dos vamos en la misma dirección, intentando evitar problemas del dorso de los caballos por una silla mal ajustada (o por otros problemas), decidimos ofrecer charlas/seminarios a los propietarios de caballos, para que entendieran la utilidad de usar una silla apropiada. En 2018 ya hemos organizado varios encuentros, en los cuales se dan nociones, teóricas y prácticas, sobre cómo detectar posibles puntos de dolor en el dorso del caballo. También se en
señan formas de entrenamiento y cómo averiguar la mejora de la musculatura uno mismo con unos puntos de comprobación.
Como ya me adelantó Mario, realmente entre el 70% y 80% de las sillas en España son inadecuadas. Y es importante no entrar en pánico; no se trata de preocuparse, sino de ¡ocuparse!
Mario me dio una buena de
finición sobre el tema: “La silla de montar es un elemento fundamental en nuestra relación equitacional con el caballo. Es un elemento que permite distribuir nuestro peso corporal en una mayor superficie que las de nuestras caderas y con ello, conseguimos que los puntos de presión sean mínimos y muy bien distribuidos en el dorso del caballo. Ésta es la verdadera función de una montura; una función que ha de desarrollarse además en perfecta ar
monía con el movimiento del caballo y actuando como un engranaje que conecte perfectamente a jinete y caballo. Es un elemento de protección pero de tipo dinámico, es decir, que debe adaptarse al caballo en movimiento y a nuestra biomecánica pélvica, consiguiendo el summum de todo esto: que dos biomecánicas completamente diferentes, la de un bípedo (nosotros) y la de un cuadrúpedo (nuestro caballo) no solamente no se molesten, sino que se ayuden y cooperen en un movimiento conjunto, armonioso y confortable para ambas partes”. En vista de todo ello, debemos tener en cuenta que hay sillas a medida y que el EQUIscan ya está en España.
Evolución y cambios
¿ Pero qué pasa, si el caballo cambia, que es lo que ocurre habitualmente? Mario nos da una explicación fácil de comprender: “Cuando entendemos este principio básico del porqué de las monturas no podemos sino maravillarnos de este artilugio a menudo relegado al olvido. Lo siguiente que viene a partir de esta reflexión es comprender que el verdadero desafío en este campo es que la montura se adapte siempre lo mejor posible al caballo y no sólo en un determinado momento. Para ello tenemos que traer a nuestra cabeza una idea que he ido citando en muchos artículos y es que el dorso de nuestro caballo está en constante evolución y cambio. Los que nos dedicamos a este mundo vemos cómo los dorsos de verano poco se parecen al del mismo caballo en invierno y cómo, conforme se va haciendo más mayor, su dorso evoluciona y cambia, también de acuerdo a la alimentación y el tipo de trabajo y vida que le damos. Por ello, una silla puede estar muy bien ajustada cuando tu caballo tiene 6 años, pero muy mal cuando tiene 10 ¡y es la misma silla! El ejemplo equivalente sería el de aquel traje que me compraron mis padres para la primera comunión con 11 años; por muy buen traje que fuese, difícil usarlo hoy con casi 40, ¿verdad? Pues esto mismo, que todos entendemos con este ejemplo tonto, pocos trasladan, sin embargo, al caso de su montura, que hay que revisar y ajustar al menos una vez al año con la revisión quiropráctica. A veces con pequeñas adaptaciones conseguimos prolongar la vida útil de un bien caro y que queremos que nos dure cuanto más mejor”.
Para una persona que compite con su caballo es interesante ver constantemente cómo cambia, así averiguaremos si la silla necesita apoyo o mejora y dónde. Muchas veces sólo te das cuenta de que tu caballo ha perdido peso si de repente le ves las costillas, sea por falta de entrenamiento, estar parado por una lesión (o por una del jinete), alimentación inadecuada, parásitos, etcétera. El caballo pierde 60 ó 100 kilos y nosotros volvemos a poner la misma silla encima.
El “recurso” del salvacruces
“Yo no le hago daño a mi caballo, porque le estoy poniendo un salvacruces muy bueno, bonito y caro”. Es algo que oímos con frecuencia. Poner un salvacruces o “pad” es otra cuestión que deja a la gente con un interrogante en la cara (también a mí, sobre todo después de haberme gastado tanto dinero en todo tipo de salvacruces con o sin silicona, borrego natural y otros, recomendados por amigos/veterinarios/ instructores, etcétera). Obviamente los pads ayudan, pero si tienes una silla correctamente ajustada al caballo, lo suyo es utilizar un sudadero de algodón (o fieltro), que absorbe el sudor, deja pasar la humedad y protege la silla del sudor del caballo. Poniendo un pad gordo y hermoso debajo de la silla puede incluso empeorar el ajuste. Y sobre todo, lo que hace en casi todos los casos es disminuir el espacio entre el puente de la cruz, que hace que apriete aún más. Es como ponerte un calcetín gordo para intentar que los zapatos que te vienen pequeños no te duelan.
No obstante, hay algunos pads de corrección (por ejemplo de la marca Kieffer, a través de www. bienestarcaballos.com), que pue
des usar temporalmente para el caso de que tu caballo haya perdido peso o musculatura, o ambos; la silla no ajusta en estos momentos, pero sabes que el caballo volverá a recuperarse. Esos pads de corrección pueden adaptarse con el relleno (más relleno delante, en medio, detrás o si necesitas que toda la silla se eleve o que haya más protección). Se puede ver en YouTube el vídeo descriptivo correction pad Kieffer
Hay muchas soluciones para ayudar a tu caballo: Puedes ajustar tu silla actual (si ello es posible), cambiando la medida y/o el ángulo del puente de la cruz, rellenarla o cambiar el relleno de lana. Es importante medir el caballo correctamente, y como que nadie tiene visión de rayos X, con el EQUIscan sí se puede.
Todo esto me impactó y me interesó tanto que mi marido y yo hicimos la formación de “medidor/ a de dorsos con EQUIscan”, compramos el sistema y fuimos a Alemania donde visitamos a los diferentes fabricantes de sillas a medida (de los que ahora somos distribuidores para España), para aprender a ajustar y/ o cambiar una silla y poder ofrecer un servicio al cliente como es debido, con posibilidad de mediciones y servicios en toda España.
Ahora ya puedo decir, “gracias cariño por haber entendido que esos zapatos no me sirven y por haberme llevado contigo a una zapatería para poder probar otros. ¡Ahora sí, me van perfectamente, son bonitos y encima más económicos de lo que pensábamos!”