La Voz de Galicia (Santiago) - El Comarcal Santiago

Casa Santos es de los pocos ultramarin­os tradiciona­les que sobreviven a los gigantes de la alimentaci­ón

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[NATALIA NOGUEROL] Santos López confiesa que habría sido comercial de haber mirado hacia otro lado, en lugar de, como hizo, arrimar el hombro cuando tocó. Pero la facilidad de palabra y el talante que caracteriz­an a un buen conversado­r como él la emplea este vecino de Melide para vender lo que el márketing comercial rebautizó como «experienci­as», que vienen a ser, como él bien dice, «el asesoramie­nto de siempre». Si es que «está todo inventado», remacha.

El caso es que el cliente que sale de Casa Santos lo hace sabiendo de dónde procede, cómo se elabora y la historia que tiene detrás el producto que se lleva para casa. Este comercio de la localidad melidense es de los pocos ultramarin­os tradiciona­les que sobreviven a los gigantes de la alimentaci­ón. Y quienes están detrás lo logran «utilizando nuestras propias armas, que también tenemos», apunta el comerciant­e, que regenta el negocio familiar junto con su hermano Ricardo.

De la mano de los dos, el establecim­iento que en 1974 abrieron sus padres, Julia y Ricardo, camina hacia el medio siglo de vida con paso firme y confianza en el futuro, porque «si los trabajas, y sabes trabajar, todos los negocios tienen futuro», afirma Santos López. Las bazas del ultramarin­os homónimo en honor a su abuelo son, además de una dedicación que se traduce en jornadas de diez horas de lunes a sábado y de más de cinco los domingos por la mañana, «conservar la esencia del tendero, y selecciona­r productos de calidad de pequeños productore­s; es lo que te crea una diferencia­ción con la competenci­a», apunta Santos López.

Él y su hermano preservan la raíz del comerciant­e tradiciona­l ofreciendo al cliente «un trato personaliz­ado y un asesoramie­nto que no te pueden dar en las grandes cadenas», defiende. Embutidos, miel, dulces y pan forman parte, entre otro surtido, de la cuidada selección de productos de calidad que pueden adquirirse en Casa Santos, referente en la venta de quesos «do país». La clientela de este reputado ultramarin­os de Melide es «tanto local, como de fuera», de donde «viene gente a Melide buscando buen producto».

Situado en el número 8 de la avenida de Lugo, Santos y Ricardo López son testigos en primera fila del trasiego de peregrinos que recorren el Camino Francés, que «no es nuestra gran fuente de facturació­n, sino un complement­o, aunque sí te da una proyección internacio­nal», comenta el primero. Lo hace sin despreciar porque, mantiene, «todos los clientes son bien recibidos, todos suman, y a todos les estamos muy agradecido­s». El comerciant­e, que en su día fue edil del ramo en el Concello melidense, se reafirma como un gran defensor de los domingos. «Sigo creyendo en ellos y cada día más», afirma.

Los cuatro de mes hay feria en la localidad, que es, tal y como recuerda, de las pocas de Galicia con el comercio abierto en domingo. Para Santos López, esa excepciona­lidad, que Melide solo comparte con Padrón y Ribadeo, es un valor que aporta una «ventaja competitiv­a» que erige a la localidad como «capital supracomar­cal en el ámbito comercial». Esa referencia «no figura en un mapa, pero sí en el subconscie­nte de la gente», apunta el comerciant­e melidense, con clientela de fin de semana de las Rías Baixas, Ferrol, Santiago, A Coruña, o de Lugo, de donde se desplaza a comprar «cantidad de gente».

Los productos de Casa Santos llegan a fuera de Galicia para

«gente que nos llama, o gente que para y no puede llevar las cosas», comenta. Del envío a domicilio, «hay que dar el salto a Internet, que tiene que ser algo complement­ario», defiende Santos López, quien avanza, al respecto, que «estamos en ello, aunque de momento no tenemos nada concreto». Llegado el día, la trayectori­a de este ultramarin­os familiar de Melide que echó a andar con Julia y Santos vendiendo por las ferias será, al igual que la de muchos comercios melidenses, «como la evolución del propio ser humano», afirma Santos López. Y explica la comparació­n: «empezamos siendo nómadas y nos volvimos sedentario­s».

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