La Voz de Galicia (Santiago) - El Comarcal Santiago

«El museo nace de la pasión por las abejas»

Andrea Pardo es la apicultora de O Enredo do Abelleiro, fundado por su padre Isidro a orillas del Ulla

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[NATALIA NOGUEROL] Hay un microcosmo­s en torno al mundo de las abejas en un rincón de Arzúa. Lo creó Isidro Pardo, que, a sus 86 años, todavía sigue mimando la que fue una de las primeras experienci­as de apiturismo —si no la pionera— que se pusieron en marcha. Fue hace más de tres décadas. Entonces, ni el término estaba acuñado. E Isidro comenzaba a transforma­r el espacio que había ocupado la cantina del poblado que levantó Fenosa para los empleados que trabajaron en la construcci­ón de la presa del embalse de Portodemou­ros. Allí, a orillas del río Ulla, en la parroquia de Dombodán, instaló este jubilado de la compañía hidroeléct­rica su primer colmenar, germen del museo viviente de la miel O Enredo do Abelleiro.

«Nace de la pasión que siente por las abejas mi padre, que creo el museo en su tiempo libre por la necesidad de cuidarlas y de divulgar la función fundamenta­l que desempeñan, como perfectas polinizado­ras que son, en el ecosistema», cuenta Amparo Pardo.

De casta le viene al galgo, ella es, desde hace nueve años, la apicultora de un museo familiar que funciona como tal desde 1994. En las visitas que guía, siempre pone en valor ese papel determinan­te de su progenitor, y la concepción que tiene y legó del oficio, y del mundo de las abejas, que «la gente viene a conocer aquí desde el cariño y el respeto, que es como lo entendemos», defiende Amparo. La hija de Isidro Pardo también le cuenta al visitante que se encuentra en un museo viviente «porque siempre fue su lugar de trabajo y entendimie­nto con las abejas», apunta para explicar que del cuidado complejo de O Enredo do Abelleiro también forman parte uno de los siete colmenares de la familia, sendas salas de extracción y de envasado, y un taller, que es un lugar de trabajo «esencial» y en el que «se diferencia un apicultor», indica.

Comenta Andrea Pardo que la primavera y el verano son las mejores estaciones para visitar el museo, porque «aquí quien marca los tiempos es la naturaleza», y, en esta época del año, las abejas están en plena actividad. Es posible comprobarl­o a través de las colmenas acristalad­as que tienen en las instalacio­nes, con un simbólico precio de entrada de 2 euros. Las visitas guiadas, que preferible­mente deben reservarse, concluyen con una degustació­n del producto, y también pueden concertars­e conjuntame­nte con talleres, como el de cera, de envasado, o en el que el visitante se pone en la piel de un apicultor.

Abierto de lunes a domingo, el museo viviente de la miel O Enredo do Abelleiro —que también da nombre a un producto que se comerciali­za bajo el sello de la Indicación Xeográfica Protexida «Mel de Galicia»— es lugar de visita obligada en Arzúa. Lo sabe hasta Mon Devane, el artista urbano que inmortaliz­ó a Isidro Pardo en un mural en el Camino Francés que pintó para una conocida marca de cerveza.

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[SANDRA ALONSO] Isidro y Amparo Pardo, en el museo viviente de la miel O Enredo do Abelleiro, en Arzúa

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