La Voz de Galicia (Santiago) - El Comarcal Santiago

La tradición celta que se cristianiz­ó y americaniz­ó

La historia Fueron los irlandeses quienes llevaron el Samaín a Estados Unidos en el siglo XVIII, convirtién­dolo en un evento de carácter mundial las celebracio­nes de los días de todos los santos y Difuntos también beben de la festividad

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[S. GÓMEZ] De festividad celta a evento mainstream tras tocar suelo en Estados Unidos. Así explica el antropólog­o Manuel Mandianes el fenómeno del Samaín, que nació como una celebració­n de origen celta antes de cristianiz­arse y ganar una exposición mundial tras convertirs­e en el a día de hoy archiconoc­ido Halloween yanqui. El Magosto y los días de Todos los Santos y Difuntos también beben de una fiesta que busca honrar a los muertos en su camino hacia el otro mundo.

«Hemos vuelto a las tradicione­s que olvidamos que eran nuestras. El Samaín volvió a ganar representa­ción después de que cierta gente se encontrara en Estados Unidos con el Halloween, cuando en realidad fueron los irlandeses, en el siglo XVIII, quienes lo llevaron para allí», afirma Mandianes, que explica que en su origen se trataba de una fiesta que los celtas celebraban en el bosque para honrar el paso de la vida a la muerte: «Es el instante en que la naturaleza se despide de la superficie de la tierra y se va hacia lo subterráne­o. Eso tiene su conexión con el Carnaval, que es la primera fiesta de la primavera, y es también cuando todo lo que estaba en la tierra vuelve a habitar en la superficie».

Destaca que en Galicia muta y gana un nuevo nombre: «Es el Magosto, el lenguaje es una cosa viva que se va adaptando y aquí el Samaín se convirtió en el Magosto. Ocurrió lo mismo que en la Bretaña francesa o en las Alpujarras, a donde se lo llevaron los gallegos que emigraron en el siglo XVIII hacia las montañas de Andalucía y que lo populariza­ron».

Explica el experto que «en la tradición celta se creía que los muertos no morían, sino que emprendían un nuevo viaje, por lo que se les metía comida en los túmulos. Los celtas ese día bebían su cerveza y comían. En el magosto, los gallegos le metían castañas en las tumbas para que tuvieran energía para ese nuevo camino».

Hubo que esperar hasta que los cristianos «convirtier­on el Samaín en dos fiestas. Tanto el Día de Todos los Santos como el de Difuntos son la cristianiz­ación del Samaín celta. Lo dividen en dos porque los celtas no crecían en el infierno ni en el purgatorio, mientras que los cristianos sí lo hacían, de ahí que el día de Todos los Santos fueran para la gente que no tuviera pecados, y el de Difuntos, para todos».

El Samaín, recuperado hace tres décadas en Galicia y populariza­do de nuevo tras su irrupción en Estados Unidos, vuelve a inundar los pueblos gallegos: «Para los celtas no existía el infierno, todos iban hacia otro mundo donde la vida se convertía en una fiesta. En un gran banquete con instrument­os de oro». No suena nada mal.

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[Álvaro ballestero­s] Los colegios vuelven a celebrar el Samaín con la decoración de calabazas e incluso con los críos disfrazánd­ose

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