La Voz de Galicia (Santiago) - El Comarcal Santiago
«Vamos a tener mucho peregrino»
Luis enrique ramírez y Marisol rodríguez atienden un albergue con 88 plazas en el centro de Melide
Luis Enrique Ramírez y Marisol Rodríguez se desplazan a abrazar al Apóstol dos veces al año. Cuando empieza la temporada en la ruta jacobea Y cuando termina. «Es obligado, trabajamos para el Camino», dice este matrimonio de cubanos, agradecido con el trabajo que nunca les faltó cuando llegaron a España hace catorce años; los últimos diez —casi— como hospitaleros del albergue privado que, en el centro de Melide, abrió las puertas al mundo de un imponente inmueble de principios del siglo pasado, que, en 2013, se acondicionó y adaptó con todos los servicios para dar cobijo al peregrino.
Aunque en las últimas semanas, ya pasaron por O Cruceiro —así se llama el albergue— dos grandes grupos de romeros, «la temporada como tal empieza en Semana Santa y se extiende hasta finales de octubre e, incluso, mediados de noviembre», apunta Marisol, que emigró desde Cuba con el aval de haber trabajado en el principal establecimiento hotelero del país: el Hotel Nacional.
En ella, y también en sus imbatibles ganas y disposición para aprender, tuvo su mejor maestra Luis Enrique, un ingeniero mecánico que, cuenta, «no cambiaría este trabajo por lo que estudié, a pesar de, como dicen aquí, haberme quemado las pestañas». Es un fiel defensor del Camino,
que no cree que haya tocado techo, aún con los récords acumulados de afluencia que arroja su evolución. La temporada, desde luego, no pinta nada mal. «Se presenta bastante halagüeña, vamos a tener mucho peregrino», apunta Marisol, tras contar que la mayoría de las reservas que tienen para los próximos meses «se hicieron el año pasado», y «ya estamos atendiendo reservas para septiembre y octubre». Al margen de las previsiones, «no han dejado de pasar peregrinos ni un solo día. Aunque haga frío, vienen todo el año», añade. Los meses de mayora afluencia son los centrales del verano, En julio y agosto, hay para todos. Y cuando en el albergue O Cruceiro se agotan las 88 plazas distribuidas en diferentes habitaciones, Luis Enrique y Marisol derivan huéspedes a otros alojamientos. «Es un trabajo del que come todo el mundo; por eso hay que procurar ayudarnos unos a otros», defienden.
Esa filosofía es marca de la casa. Serviciales y hospitalarios, el matrimonio, como el mejor de los anfitriones, no se limita a hospedar al peregrino —además de a mantener el albergue limpio como una patena—. Los asesoran y les resuelven las habituales consultas en una oficina de turismo. «Y como estamos en el centro, todo el mundo entra a preguntar», cuenta Luis Enrique, con el teléfono siempre de guardia para asistir al huésped en cualquier urgencia que pueda tener. Con el inicio de la temporada a la vuelta de la esquina, verbaliza una imagen ilustrativa del impacto jacobeo en las localidades que vertebra: «veo que la gente se pone alegre cuando abrimos el albergue».