El Confidencial

El hombre que ganó 4,7 millones a la lotería y no los reclamó tenía algo que ocultar

- Carlos Prieto

Podría ser una secuencia nu‐ mérica al azar, pero tiene varios significad­os diferentes, todos ellos con diversos grados de turbiedad. 10-17-24-37-40-43.

Son los números de un boleto de la Primitiva premiado con 4,7 millones, pero que, aunque el sorteo fue el 30 de junio de 2012, aún no ha cobrado nadie (y la cosa va para largo). Más que un boleto, es una pla‐ ga bíblica que embarra a todos los que se cruzan en su ca‐ mino. Como una mancha de aceite que te acaba salpicando quieras o no, el 10-17-24-37-4043 ha sacudido a su dueño ori‐ ginal, al lotero que se lo intentó quedar, al Estado (vía Lotería y Apuestas del Estado) y a buena parte de la sociedad coruñesa, que ha visto reclamar el premio en falso a 350 vecinos con más imaginació­n que vergüenza. Un gran barrizal sobre el que la justicia quiere ahora echar un poco de luz.

En el banquillo

El Juzgado de Instrucció­n nú‐ mero 8 de A Coruña decretó es‐ te mes la apertura de juicio oral contra Miguel Reija, gerente de una administra­ción de Lotería en la ciudad gallega, y a su her‐ mano, Manuel Reija, antiguo delegado provincial de Lotería y Apuestas del Estado. Loteros acusados de birlarle el premio a un cliente. Les piden seis años de cárcel por estafa, apropia‐ ción indebida, encubrimie­nto blanqueo de capitales. A los hermanos Reija les sonará la cantidad que les han puesto de fianza: 4,7 millones de euros. La defensa de los Reija está en manos de dos de los bufetes más potentes de España: Garri‐ gues y Cuatrecasa­s. Va a ser uno de los juicios más morbo‐ sos de 2024.

Sostiene el fiscal que Miguel Reija, "conocedor del alto im‐ porte del premio, se lo quedó para sí", con la ayuda de su her‐ mano, que engrasó los trámites para que Miguel pareciera el "legítimo poseedor" del premio. Los Reija han estado en el cen‐ tro del temporal desde 2012, solo que, como una de esas pe‐ lículas de auge y caída, empe‐ zaron siendo los presuntos buenos y acabaron siendo los presuntos malos. En efecto, cuando el caso explotó en los medios, meses después del sorteo, los ingredient­es esta‐ ban al revés: Miguel Reija era el buen samaritano que encontró un boleto premiado de la Primi‐ tiva olvidado por un cliente, y rá‐ pidamente dio la voz de alarma. Luego supimos que no fue exactament­e así. Según regis‐ tró el sistema informátic­o de lo‐ terías, el cliente llegó al local de Reija con trece boletos para ver si le había tocado algo, y la ma‐ quinita avisó de que uno tenía premio gordo; pero, por lo que fuera, el cliente salió de allí cre‐ yendo que no le había tocado nada y no se volvió a saber de él hasta muchos años después (gracias a la policía y cuando ya se había muerto).

¿Qué pasó ese día en esa Ad‐ ministraci­ón de lotería de Reija? "La pantalla que alerta de los premios estaba a la vista de lo‐ tero y cliente, pero el aviso duró un par de segundos. Como el cliente llevaba varios boletos para comprobar, y debía fiarse del lotero, quizá miraba el móvil mientras el lotero hacía su tra‐ bajo", aventura Xaquín López, de RTVE, el periodista que más horas ha dedicado a investigar‐ lo, pues participó en un docu‐ mental sobre el caso de En Por‐ tada (histórico formato de re‐ portajes de la tele pública) y ahora publica un ensayo de no ficción, El cambiazo, donde el boleto premiado (pero sin due‐ ño) ejerce como lodazal social. "Una procesión de cientos de reclamante­s de un premio que no es suyo constituye un titular que ha avergonzad­o a la ciudad de A Coruña durante años, pero este escándalo podría haber ocurrido en cualquier otra ciu‐ dad de España, porque lo que subyace en todo ello es la pica‐ resca, la ludopatía y el nepotis‐ mo, herencia de prácticas co‐ rruptas enraizadas en el entra‐ mado institucio­nal, que nos im‐ piden crecer como democracia de primer nivel", explica el libro. Si uno encuentra lotería premia‐ da tirada en la calle y nadie la reclama durante un tiempo, puede acabar cobrando el im‐ porte

Se refiere, entre otras cosas, a que el clan Reija lleva varias ge‐ neraciones gestionand­o un tro‐ zo de la lotería de A Coruña, pe‐ ro su caso no es único: durante la posguerra, parte del pastel de las Administra­ciones de Lo‐ tería se repartió entre familias de militares franquista­s. El ne‐ gocio se heredó hasta nuestros días, el de los Reija y el de otras muchas familias. Digamos que hay sectores del Estado más democratiz­ados que el de las loterías, dependient­es del Mi‐ nisterio de Hacienda.

Un apunte para entender el ori‐ gen del quilombo. Si uno en‐ cuentra lotería premiada tirada en la calle y nadie la reclama durante un tiempo, puede aca‐ bar cobrando el importe. Lo avalan episodios anteriores, co‐ mo recuerda el libro: "Hace seis años, la Oficina de Objetos Per‐ didos de Madrid custodiaba un resguardo de una quiniela pre‐ miada con 15.000 euros. La ha‐ bía entregado un ciudadano honrado, taxista por más se‐ ñas. Pasaban los días de la cuenta atrás del expediente de hallazgo. Concluido este sin

 ?? EFE ??
EFE

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain