Ni las vascas ni las europeas: las catalanas son las únicas elecciones sistémicas
Empieza un ciclo electoral muy concentrado. En el transcurso de siete semanas, se votará tres veces. El 21 de abril lo ha‐ rán los vascos. El 12 de mayo, los catalanes. El 9 de junio, to‐ dos los españoles en las euro‐ peas. Sin embargo, aunque las tres elecciones son importan‐ tes, solo las catalanas son sis‐ témicas. Tras 14 años de 'pro‐ cés', y seis en los que los parti‐ dos independentistas han es‐ tado implicados en la gober‐ nanza del país, la política es‐ pañola ya es, en gran medida, un apéndice de la política cata‐ lana. Casi todo lo que sucede en la primera es consecuencia de la segunda. Era el viejo sue‐ ño del nacionalismo.
Las vascas
De acuerdo con los sondeos, hay un empate en la intención de voto al PNV y Bildu. Es una situación nueva. Pero si Bildu queda en primer lugar, lo cual es muy posible, las conse‐ cuencias serán más psicológi‐ cas que de gobernanza. Su‐ pondrá un enorme golpe para el PNV, que sentirá que se cuestiona la que ha sido su creencia principal durante dé‐ cadas, si no desde su funda‐ ción: que no es solo el partido más grande del País Vasco, sino el que encarna su natura‐ leza, representa de manera pri‐ vilegiada sus necesidades y goza de una legitimidad extra. Y será también un 'shock' para muchos españoles conscien‐ tes de que Bildu, por mucho que haya llevado a cabo un re‐ levo generacional y esté apren‐ diendo a hacer política institu‐ cional sin el fantasma de la violencia, sigue defendiendo uno de los episodios más os‐ curos de la democracia espa‐ ñola, el terrorismo de ETA. Pero más allá de esas dos sa‐ cudidas mentales, es muy pro‐ bable que el nuevo 'lehendaka‐ ri' vasco sea el candidato del PNV, Imanol Pradales, que tie‐ ne un perfil semejante al de Iñi‐ go Urkullu. Que forme de nue‐ vo una coalición con el PSE. Y que tanto Bildu como PNV si‐ gan apoyando al Gobierno de
Pedro Sánchez. ¿Hay noveda‐ des en el frente vasco? Sin du‐ da. Pero no son trascendenta‐ les para toda España. Europeas
En los últimos cinco años, tras el estallido de la pandemia y la guerra de Ucrania, la población española ha conocido mejor la importancia que tienen en su vida las instituciones euro‐ peas. Y seguramente sea más consciente de la relevancia de las elecciones al Europarla‐ mento. Pero debemos recono‐ cer que estas siguen siendo elecciones de segundo orden. Los partidos y la ciudadanía aún las consideran secunda‐ rias. Los primeros suelen utili‐ zarlas para encontrar un des‐ tino a políticos sin un encaje claro en la política nacional; los segundos, para castigar al Gobierno votando a la oposi‐ ción o a partidos pequeños en los que no confiarían en unas generales. El PP le sacará por lo menos diez puntos al PSOE, que, sin embargo, no se despe‐ ñará. A Vox le irá bien, pero no espectacularmente. Si agrega‐ mos los resultados de Sumar y Podemos, tendrán más o me‐ nos el mismo que este último solo en 2019.
Euroescépticos vs. eurofans: en ocho países no vota ni la mitad del censo en las euro‐ peas
Marta Ley Entre las causas es‐ tá el "agotamiento", pero tam‐ bién "un conflicto latente" en‐ tre euroescepticismo proeuropeísmo
Es posible que estemos en un momento especialmente im‐ portante para Europa. Esta se está tomando en serio su auto‐ nomía estratégica, aunque se‐ guramente no sea viable. Y es posible que, tras estas eleccio‐ nes, entre en crisis la alianza ideológica entre el centro-dere‐ cha, el centro-izquierda y los li‐ berales, que ha guiado la UE durante décadas. La derecha moderada está cada vez más tentada a romperla y llegar a acuerdos puntuales con la de‐ recha radical. ¿Es importante? Muchísimo. Pero su impacto en la política española será pe‐ queño a corto plazo.
Y las catalanas
Lo que sí tendrá un impacto sistémico en la política espa‐ ñola serán las elecciones cata‐ lanas. Soy escéptico con la ca‐ pacidad que tienen las encues‐ tas
para capturar en este mo‐
mento el efecto de la candida‐ tura de Carles Puigdemont. Y todas las formas de goberna‐ bilidad disponibles tras los co‐ micios parecen entre muy difí‐ ciles y extraordinariamente in‐ verosímiles. Pero podría suce‐ der que Pedro Sánchez tuviera razón: imaginemos que la am‐ nistía favorece al PSC, que queda en primer lugar; los par‐ tidos nacionalistas dejan de tener por primera vez en mu‐ cho tiempo la mayoría y el úni‐ co Govern viable pasa por un pacto entre independentistas y no independentistas. Aunque sería una carnicería, pasaría por ser la reconciliación. O imaginemos lo contrario: los independentistas vuelven a su‐ mar, incluso con Junts en pri‐ mer lugar y, en consecuencia, con Carles Puigdemont como 'president'. Sería el fracaso ab‐ soluto de la estrategia basada en las cesiones, aunque el Go‐ bierno lo presentaría como el regreso a la institucionalidad. En cualquiera de los casos -go‐ bierno híbrido, gobierno inde‐ pendentista o, también, repeti‐ ción de elecciones- es proba‐ ble que se deshilache o se rompa la coalición en el Con‐ greso que permitió a Sánchez ser investido. Se hace muy difí‐ cil ver cómo podrían salir ade‐ lante nuevos proyectos legisla‐ tivos. O, por supuesto, unos presupuestos. Dado que Sán‐ chez no querrá abandonar el poder apenas empezada la le‐ gislatura, la política española quedará paralizada por el efec‐ to que tiene sobre ella la cata‐ lana. Esta decidió la moción de censura; esta transformó al PSOE y esta ha condicionado toda la acción de gobierno de Sánchez, especialmente aque‐ lla que ha forzado más las convenciones y la separación de poderes y ha generado más traumas y polarización. Esta inició la legislatura actual y es‐ ta acabará con su margen de maniobra.
El catalanismo se halla en un paradójico estado de desorien‐ tación ideológica y de máxima capacidad para condicionar a España
El objetivo del catalanismo siempre fue influir en la políti‐ ca española. Incluso moldear‐ la de acuerdo con los intere‐ ses de la élite nacionalista. Hoy, el catalanismo se halla en un paradójico estado de des‐ orientación ideológica y de máxima capacidad para condi‐ cionar a España. La política catalana es, en cierto sentido, la verdadera política sistémica de España. Incluso cuando la derecha recupere el poder, lo hará gracias a ella.