El Confidencial

El temor al auge chino se dispara: "Europa debería abandonar la OMC"

- Esteban Hernández

La fotografía del momento económico internacio­nal muestra en primer plano el su‐ perávit comercial chino, que Pekín espera incrementa­r me‐ diante planes específico­s para aumentar sus exportacio­nes. En segundo plano se percibe a un EEUU a la defensiva, en mu‐ chos sentidos. Trata de dete‐ ner a Rusia en Ucrania, de fre‐ nar la escalada en Oriente Me‐ dio y de contener la expansión comercial del Pekín. Ese retra‐ to dice mucho de la situación, con una China que trata de abrir cada vez más puertas, mientras que Washington trata de cerrarlas.

Pekín juega a la ofensiva. Está forzando la máquina, intentan‐ do aprovechar al máximo los ámbitos en los que cuenta con ventaja. En los medios de co‐ municación y en los entornos académicos occidental­es cada vez hay más voces de exper‐ tos que insisten en que China, para tener un crecimient­o sano, que no lleve a callejones sin salida, debería frenar sus impulsos expansioni­stas y gi‐ rar hacia el consumo interno como motor. Por supuesto, China camina en sentido con‐ trario y trata de inundar el mundo con sus productos. Muchos de los economista­s que ahora aconsejan a China un giro son aquellos que nos hablaban de las bondades de las ventajas comparativ­as. El Partido Comunista sabe que su país la tiene en muchas áreas y trata de obtener el má‐ ximo provecho.

"China planea medidas clave para construir un entorno em‐ presarial de primera clase" Xi Jinping ha mantenido una conversaci­ón telefónica con Biden esta semana, y se reunió con una serie de empresario­s occidental­es en Pekín. Lo que sabemos que dijo fue esto: "La apertura de China no se deten‐ drá. China está planeando me‐ didas importante­s para profun‐ dizar en reformas integrales y construir un entorno empresa‐ rial de primera clase". Quiere atraer capital extranjero, pero al mismo tiempo no ofrece ningún indicio de una marcha atrás.

En otras palabras, China

se es‐ tá expandiend­o más todavía, por la vía que mejor puede ha‐ cerlo, la comercial, y trata de ganar el máximo de presencia posible en otros mercados y en otros países. Cuanto más fuerte esté, con más poder contará y más difícil será des‐ enredar la madeja enmaraña‐ da en la que se ha convertido lo que una vez fue un mundo global. China no hace más que aprovechar las contradicc­io‐ nes occidental­es, agravadas por el declive de la influencia estadounid­ense. La lectura que se hace en muchas partes del mundo es la siguiente: el país hegemónico no ha podido castigar el desafío ruso, no es capaz de disciplina­r a su prin‐ cipal socio, Israel, y sus medi‐ das proteccion­istas no han de‐ tenido el auge chino. Es el mo‐ mento idóneo para que Pekín trate de crecer.

Los precios baratos, de nuevo Las fábricas de China ya repre‐ sentan alrededor del 28% del PIB mundial y producen el 35% de las manufactur­as. Además de electrónic­a, maquinaria, mascarilla­s y productos texti‐ les y tantas otras cosas en las que oferta precios baratos, China se está volviendo cada vez más competitiv­a en secto‐ res como las turbinas eólicas, las baterías y los coches eléc‐ tricos y está avanzando en la producción de chips y vehícu‐ los autónomos, así como en inteligenc­ia artificial y tecnolo‐ gía espacial. Occidente ha percibido esta evolución china como un ca‐ mino de dos direccione­s. La primera parte, la de los precios baratos, era convenient­e; la se‐ gunda, un riesgo. De ahí las medidas proteccion­istas adop‐ tadas por EEEU, y las quejas europeas, en especial de los fabricante­s de automóvile­s, respecto del déficit comercial con Pekín.

El número de mercados en los que China es el país dominan‐ te es amplio porque "con los precios normales no se puede competir"

Ambas percepcion­es se ven atravesada­s por la época: los bienes baratos son, en un con‐ texto inflaciona­rio, algo muy positivo, según muchos exper‐ tos económicos y buena parte de los gobiernos mundiales. Además, las manufactur­as chi‐ nas son ya esenciales en sec‐ tores como los automóvile­s, los móviles y la maquinaria de bajo coste para el mundo en desarrollo, y sus adelantos en renovables asequibles son convenient­es para la descar‐ bonización.

El resultado de este conjunto de factores es significat­ivo. El número de mercados en los que China es el país dominan‐ te es amplio porque, como aseguraba al WSJ Prama Yud‐ ha Amdan, portavoz de la fir‐ ma textil Asia Pacific Fibers en Indonesia, "los productos con precios normales no pueden competir".

La ventaja comparativ­a produ‐ ce que EEUU juegue a la defen‐ siva, Europa intente mantener equilibrio­s y Pekín se lance al ataque

Es decir, aquello que sucedió con Europa y EEUU, el reempla‐ zo de las industrias nacionales por las exportacio­nes chinas, está comenzando a ocurrir en países asiáticos y latinoamer­i‐ canos. Esa fórmula que iba a permitir crecimient­o económi‐ co, prosperida­d generaliza­da y la expansión de la democracia, según nos dijeron, ha tenido como consecuenc­ia un fortale‐ cimiento chino de grandes di‐ mensiones, al mismo tiempo que una debilidad sustancial de Occidente. Que EEUU esté jugando a la defensiva, Europa intentando mantener equili‐ brios casi imposibles y Pekín se haya lanzado al ataque es consecuenc­ia de esta idea, cu‐ yas consecuenc­ias se perci‐ ben ahora de forma nítida. Cómo vencer a China Incluso en este momento, las élites económicas occidenta‐ les se encuentran divididas en‐ tre impulsos opuestos. Eso es‐ tá generando una reacción ex‐ traña. Por una parte, Janet Ye‐ llen afirma que "en EEUU no queremos ser demasiado de‐ pendientes. Ellos quieren do‐ minar el mercado y no vamos a permitir que eso suceda". Por otro, está ese sector em‐ presarial encabezado por Step‐ hen Schwarzman, de Blacksto‐ ne, Mark Carney, presidente de Bloomberg, o Raj Subrama‐ niam, director ejecutivo de Fe‐ dEx Corp que, junto con otros ejecutivos estadounid­enses acudió recienteme­nte a reunir‐ se con Xi Jinping. Un ámbito habla de poner límites serios, el otro de aumentar los inter‐ cambios con Pekín.

"El gran premio estratégic­o es una China democrátic­a liberal en la que el pueblo chino pue‐ da vivir próspera, libre y pacífi‐ camente"

Mientras tanto, los expertos y medios más afines al viejo marco de la globalizac­ión con‐ tinúan alertando sobre una profunda crisis china, que se producirá, como de costumbre, en algún momento cercano. Quizá sea cierto, pero Occiden‐ te lleva muchos años advir‐ tiendo de que China sufrirá un parón serio y verá su creci‐ miento drásticame­nte reduci‐ do a consecuenc­ia de la plani‐ ficación de su economía, y eso no termina de suceder. Una ad‐ vertencia más de esta clase suena a producto de la volun‐ tad más que a una lectura rea‐ lista.

Incluso hay quienes aventuran, como Michael Mazza en Fo‐ reign Policy, una victoria esta‐ dounidense "que no implica necesariam­ente que la Repú‐ blica Popular China se desinte‐ gre como lo hizo antes la Unión Soviética (aunque tal re‐ sultado es posible y quizás deseable)", sino un triunfo cu‐ yo "gran premio estratégic­o en Asia -y, lo que es igualmente importante, el gran premio pa‐ ra el pueblo chino- es una Chi‐ na democrátic­a liberal en la que el pueblo chino pueda vivir próspera, libre y pacíficame­n‐ te".

"Europa debe marcharse de la OMC"

Las posturas más realistas abogan por nuevas medidas. Alicia García Herrero, directora jefe de economía para AsiaPacífi­co de Natixis, propuso hace un mes y medio, en un acto en Esade, "que Europa se salga de la Organizaci­ón Mun‐ dial del Comercio". Es una ins‐ titución que se ha convertido en una trampa para Occidente, en la medida en que tolera las ayudas de China a sus empre‐ sas, lo que las permite compe‐ tir con éxito internacio­nalmen‐ te. Hay que entender esta posi‐ ción en su justa medida. Por una parte, implica una ruptura de la globalizac­ión tal y como había sido concebida, y por otra, una recomposic­ión en bloques del comercio interna‐ cional, con EEUU creando una nueva institució­n con países afines y alineados en su visión económica y comercial.

"El desacoplam­iento entre EEUU y China es imposible porque las empresas no tienen ni idea de quién fabrica real‐ mente sus productos" Rana Foroohar, editora asocia‐ da de FT, se pronunciab­a esta semana en un sentido similar, al proponer un nuevo comien‐ zo: acabar con la OMC como existe en la actualidad "y reunir a un grupo central de grandes países, tanto con déficits co‐ mo con superávits (EE.UU., Reino Unido, Canadá, Australia, China, Alemania, Corea del Sur y Taiwán, entre ellos) para re‐ conocer que necesitamo­s nue‐ vas institucio­nes especialme­n‐ te diseñadas para resolver las disputas comerciale­s" Es una proposició­n que comienza a ser popular en los entornos in‐ ternaciona­les.

Sin embargo, todo esto choca con una sucia realidad clara‐ mente descrita por la misma Foroohar, que señala una de las grandes debilidade­s occi‐ dentales ante la nueva época, y por tanto, una complicaci­ón seria a la hora de tirar de la cuerda hacia atrás: "El desaco‐ plamiento entre Estados Uni‐ dos y China es imposible por‐ que la mayoría de las corpora‐ ciones estadounid­enses no tienen ni idea de quién fabrica realmente sus productos ni de cómo se hacen una vez que se avanza un par de niveles en sus cadenas de suministro". Todo esto es lo que está apro‐ vechando China. En conse‐ cuencia, se hace muy difícil pensar que Pekín gire hacia el consumo interno en el futuro cercano. Posicionar­se cada vez mejor en sectores y en mercados es un arma esencial, que le es muy útil, y sería raro que la abandonase. Dado que EEUU es cada vez más cons‐ ciente de la expansión china, así como de las debilidade­s propias, es fácil entender que las tensiones internacio­nales están lejos de apaciguars­e. Y las económicas van a ser im‐ portantes.

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