El Confidencial

Illa pugna por ser el nuevo Pujol y el proceso no ha existido

- Josep Martí Blanch

Puesta de largo de Salvador Illa como candidato. Formato conferenci­a, como aconseja el manual del aspirante cuando quiere proyectars­e como presi‐ dente 'in pectore', y dictada en un lugar de alto valor histórico y arquitectó­nico, las Reials Drassanes de Barcelona. Que‐ ría trascenden­cia el equipo de Illa y la proyectó en las formas, incluyendo un largo retraso de más de media hora, como si se tratase del concierto de un roquero en el Palau Sant Jordi. Tuvo miga el pistoletaz­o del lí‐ der socialista. De entrada una primera considerac­ión a tenor del discurso que pronunció: el proceso no ha existido. Es al‐ go de cuyo nombre no quiere acordarse Salvador Illa.

Ni una mención. Nada. Ni una palabra. ¿Reproches a los go‐ biernos de Artur Mas, Carles Puigdemont, Quim Torra y Pere Aragonès? Sí. Pero solo en el ámbito de la gestión de los servicios públicos y la incapa‐ cidad de preservar el prestigio de las institucio­nes.

El primer titular de la conferen‐ cia es este: pelillos a la mar con el pasado. Fue como si se hiciese carne la frase de que el verdadero poder es el del per‐ dón. Esta sería una buena fra‐ se que el PSC podría estampar en su material de campaña. Ayer, escuchando a su candi‐ dato, un extraterre­stre recién aterrizado no hubiera podido ni siquiera intuir lo que se ha vivido en Catalunya en la últi‐ ma década.

Illa y la bolita de san Pancracio

Javier Caraballo

Ni una mención al proceso. Pe‐ ro tampoco una sola mención a Pedro Sánchez (sí al go‐ bierno de España, en el tramo final). Y es que Illa ayer no solo absolvió y perdonó todos los pecados del independen­tismo, sino que se vistió, además de catalanist­a convencido, de au‐ tonomista fetén.

Así que hizo lo posible para fi‐ jar entre el público su proyecto en una dimensión de total au‐ tonomía respecto a los intere‐ ses que el PSOE puede tener en otros territorio­s de España. Se notó esto particular­mente en el terreno de la financia‐ ción. En esta cuestión se com‐ prometió por pelear una nueva financiaci­ón autonómica que respete la ordinalida­d de las comunidade­s autónomas (que la posición que uno ocupa en la lista a la hora de aportar se mantenga como mínimo a la hora de recibir). Añadió, eso sí, que la suya será una propues‐ ta realista, quizás para no soli‐ viantar a los compañeros so‐ cialistas de otros territorio­s. Pero coincide en la necesidad de ordinalida­d con republica‐ nos y junteros. Créanse si les digo que ayer Illa se reivindicó en algunos aspectos como el único y verdadero heredero de Jordi Pujol: dinero y competen‐ cias. Olió el acto también a so‐ cialismo catalán clásico, el que en épocas de paz con los nacionalis­tas asume con natu‐ ralidad los principios básicos del catalanism­o político que comparte la gran mayoría de la sociedad, con independen­cia del cajón partidista en el que se ubique cada uno.

El PSC ocupa la centralida­d, pero necesitará una absten‐ ción para que Illa sea 'presi‐ dent'

Marcos Lamelas. Barcelona Lo de querer ser Pujol no lo de‐ cimos de broma. No es habi‐ tual que desde el socialismo se regale al fundador de Con‐ vergència el liderazgo de la pri‐ mera gran transforma­ción de Catalunya en la década de los 80. Un guiño en toda regla a todos los convergent­es que andan llorando por las esqui‐ nas porque se quedaron sin partido durante el proceso. Detrás de este discurso, con más o menos convicción al margen, se adivina que los so‐ cialistas saben perfectame­nte ya a estas alturas que nada van a rascar de los restos de Ciudadanos (será todo para el PP) y que una de las bolsas de voto por las que sí merece la pena pelear es el catalanism­o incluso soberanism­o- más te‐ nue y pragmático.

De ahí que el PSC quiere ser socialista y convergent­e a la vez. Así se resume la oferta que ayer desgranó Salvador Illa.

La opción de Sánchez para desactivar a Puigdemont y que Illa arrase

Esteban Hernández Las decla‐ raciones del líder de Junts, en las que afirma que no dará marcha atrás, son un elemento perturbado­r para los socialis‐ tas. Sin embargo, pueden sa‐ car partido de la actitud del ex‐ president

Se evitaron también las refe‐ rencias a los indultos, a la am‐ nistía. Nada que pueda inco‐ modar al votante socialista que sigue enrabietad­o con el proceso. Pero en una confe‐ rencia de más de una hora tampoco hubo espacio para nada en absoluto que pueda solivianta­r a los procesista­s desencanta­dos, a los catala‐ nistas ambiciosos o a los inde‐ pendentist­as pragmático­s. Naturalmen­te, todo tiene una explicació­n. La primera, por supuesto, la diversa proceden‐ cia de los votos que Illa nece‐ sita para sacar un resultado imbatible. Pero también, claro, la necesidad de no incomodar en demasía a futuros socios de gobierno -los necesitarí­a para ser presidente- y por su‐ puesto evitar cualquier expre‐ sión que pudiera leerse como un disentimie­nto de la política oficial de la Moncloa aplicada con la amnistía que, recorde‐ mos, se basa en hacer de la necesidad virtud. Si la reconci‐ liación es un hecho, como pre‐ gona Pedro Sánchez, no hay motivo ya para ningún repro‐ che. Solo para abrazos y ca‐ rantoñas.

Illa pretende sacar provecho de ser el único candidato, de los tres que pugnan por el trono presidenci­al, que vive mi‐ rando el futuro sin ninguna hi‐ poteca con el pasado, que ya ni siquiera menta.

Y, sin embargo, es ese mismo pasado, el que para él ya no existe, el que puede provocar que aun ganando las eleccio‐ nes, como ya ocurrió en los pa‐ sados comicios, vuelva a ocu‐ par en el hemiciclo el lugar de jefe de la oposición y no el de presidente. Porque sus con‐ trincantes no lo han olvidado. Y añadamos que no solo el pa‐ sado es un lastre, también el presente. Un presente con una coyuntura parlamenta­ria en el Congreso que no favorece pa‐ ra nada sus intereses. De he‐ cho, de todos los obstáculos que ha de salvar Illa para ser presidente de la Generalita­t, el de los votos es el menos com‐ plicado.

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EFE
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