El Confidencial

¿Por qué pierde vigor el debate sobre monarquía o república?

- Antonio Casado

Mañana es 14 de abril, aniver‐ sario de la proclamaci­ón de nuestra Segunda República. Recordarlo noventa y tres años después nos da la ocasión de celebrar el triunfo de los valo‐ res republican­os en la España constituid­a en forma de mo‐ narquía parlamenta­ria. Una institució­n cuyo mantenimie­n‐ to (Casa del Rey) nos cuesta 8,4 millones de euros al año, bastante menos que los 14 mi‐ llones del programa de Bron‐ cano en TVE. Oportunida­d también de recor‐ dar que el 3 de junio de 2015, al cumplirse su primer año de reinado, Felipe VI levantó de los asientos a los diputados de la Asamblea Nacional france‐ sa que acababan de oír en bo‐ ca del Rey de España una sen‐ tida exaltación de la libertad, la igualdad y la fraternida­d como un patrimonio común a los dos pueblos, al margen de que la forma del Estado sea allí repu‐ blicana y aquí monárquica. Es mi forma de dar por cance‐ lado el histórico debate nacio‐ nal, cuando lo que realmente importa no es la forma sino el fondo, los contenidos, los valo‐ res declarados en el sistema de convivenci­a libremente ele‐ gido por los ciudadanos y cuando ese problema es un decimal en las encuestas que rastrean las principale­s preo‐ cupaciones de la ciudadanía. Así que carece de sentido pre‐ guntar a los españoles si pre‐ fieren un rey hereditari­o o un profesiona­l de la política al frente del Estado, aunque los nacionalis­tas periférico­s y un sector de la izquierda aprove‐ chen estos aniversari­os para exigir un referéndum y cantar el advenimien­to de una Terce‐ ra República que entierre el sistema alumbrado en 1978, mientras el Gobierno de Sán‐ chez les dedica una mirada distraída. No digo que aliente el debate, pero sí digo que lo consiente.

El mantenimie­nto de la Casa del Rey nos cuesta 8,6 millo‐ nes de euros, bastante menos que los 14 para el programa de Broncano en TVE

Como diría el propio Azaña, esas voces furibundas más audibles por su aversión a la monarquía que por la apología republican­a, solo son corea‐ das por las ranas de su char‐ ca. A los españoles no les qui‐ ta el sueño. Les parece un de‐ bate estéril, una vez que la par‐ titura constituci­onal recuperó los valores civiles abolidos por el franquismo. Y si hoy levan‐ tara la cabeza don Manuel Azaña, la emblemátic­a figura de la Segunda República, no tendría problema en recono‐ cerse en la España pacificada, tolerante, plural, laica, descen‐ tralizada y valorada como una de las veintitrés democracia­s más avanzadas del mundo.

Metidos como estamos en una primavera electoral con asun‐ tos más apremiante­s, no viene ruidoso el aniversari­o del régi‐ men que, tras el golpe de Esta‐ do de 1936, desembocó en una dramática guerra civil y la cuarentena de la dictadura franquista. Amargos recuerdos en la memoria colectiva de unos españoles que no quie‐ ren resucitar debates con reve‐ nido olor a muerte, odio, mise‐ ria y desolación.

Ser y sentirse defensor de la Segunda República significa aquí y ahora seguir defendien‐ do sus valores, ya plasmados en el vigente ordenamien­to constituci­onal. Pero ya ha pa‐ sado tiempo suficiente como para recordar a la luz de los estudios más rigurosos que no es glorificab­le todo lo que se hizo o se dejó de hacer en nombre del régimen nacido en aquel 14 de abril de 1931, aquella Republica inaugural de profesores (Marañón, Ortega, Pérez de Ayala, Unamuno, Asúa), que luego fue de políti‐ cos (Prieto, Gil Robles, Azaña, Calvo Sotelo) y acabó siendo de masas incontrola­das (anar‐ quistas, socialista­s, comunis‐ tas, falangista­s, requetés).

 ?? EuropaPres­s ??
EuropaPres­s

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain