El Confidencial

China invierte más en la lucha contra el cambio climático que el resto de países juntos

- Marcos Lema

China invierte más en la lucha contra el cambio climático que el resto de países del mundo juntos. El gigante asiático ha tomado la delantera en el es‐ fuerzo doméstico para la miti‐ gación del calentamie­nto glo‐ bal y la adaptación a este pro‐ ceso, según el informe anual de financiaci­ón climática del

Climate Policy Initiative (CPI), el laboratori­o de ideas de ma‐ yor prestigio internacio­nal en este ámbito. Los países más avanzados son los que más di‐ nero movilizan, mientras que los países en vías de desarro‐ llo se han quedado atrás y ne‐ cesitarán un apoyo extra para hacer frente a la nueva reali‐ dad climática.

Según el CPI, si solo se tienen en cuenta las inversione­s do‐ mésticas -es decir, la que ha‐ cen los diferentes niveles de gobierno y las agencias públi‐ cas dentro del mismo país-, existe una potencia que está li‐ derando claramente la finan‐ ciación climática en el mundo. Y coincide, precisamen­te, con el principal emisor en estos momentos. Es China, que re‐ presenta el 51% del capital in‐ vertido a escala global en el ejercicio 2021/2022. Por regio‐ nes, el Este de Asia y el Pacífi‐ co (que incluye al gigante co‐ munista), Europa Occidental y Norteaméri­ca lideran la clasifi‐ cación. No es de extrañar: la propia China, la Unión Europea y Estados Unidos son los tres grandes bloques con capaci‐ dad fiscal para acometer estas inversione­s.

Si además se tienen en cuenta los fondos privados y los vehi‐ culados a través de los orga‐ nismos multilater­ales (Banco Mundial, por ejemplo), estas tres regiones acumularon en el ejercicio 2021/2022 el 84% de la inversión total. En dólares anuales, esto se traduce en 558.000, 325.000 y 175.000 millones, respectiva­mente. Son unos 524.000, 305.000 y 164.000 millones de euros. La inversión privada y la públi‐ ca prácticame­nte se repartie‐ ron a partes iguales en el con‐ junto del planeta, y uno de ca‐ da tres euros privados proce‐ dió de los propios hogares, en forma, por ejemplo, de mejoras en la eficiencia energética. El ámbito de las familias es el que más creció dentro del sec‐ tor privado, gracias, sobre to‐ do, a que se doblaron las ven‐ tas de vehículos eléctricos gra‐ cias a los programas de apoyo estatal. En total, la inversión climática sumó en el ejercicio 2021/2022 unos 1,2 billones de euros, algo menos que el PIB de España.

China invierte menos fuera y el mundo repatría capitales de China: los datos del aislamien‐ to

Marcos Lema La inversión ex‐ tranjera directa del gigante asiático en Europa se diezma, mientras el saldo monetario neto de las empresas extranje‐ ras que operan en el país es negativo por primera vez Más allá de la disparidad entre regiones y la distribuci­ón entre el sector público y el privado, es importante aclarar a qué se dedican los recursos. La lucha contra el calentamie­nto global tiene dos facetas tan diferen‐

tes como complement­arias: la mitigación y la adaptación. La primera hace referencia a las políticas para la reducción de emisiones de gases de efecto invernader­o, que son los cau‐ santes de este fenómeno. Sin embargo, el consenso científi‐ co alerta de que, aunque ahora se detuviesen, la temperatur­a media del planeta seguiría en aumento. De ahí que la segun‐ da tenga que ver con los cam‐ bios necesarios para limitar el impacto de ese calentamie­nto en la realidad socioeconó­mi‐ ca. En definitiva: la mitigación supone inversione­s en descar‐ bonización, mientras que la adaptación las contempla en la reconversi­ón de cultivos o en nuevas infraestru­cturas re‐ silientes a los cambios en la temperatur­a o en el ciclo de agua.

Los países más desarrolla­dos económicam­ente están llama‐ dos a acometer las mayores inversione­s en la mitigación, por tres razones: son los ma‐ yores responsabl­es históricos del cambio climático, ya que se industrial­izaron primero, los que más emisiones per cápita generan y, por tanto, los que tienen más margen para redu‐ cirlas, y además cuentan un mayor músculo fiscal para acometer estos desembolso­s. Sin embargo, no son los más afectados. Por cuestiones geográfica­s o simplement­e porque dependen más de las actividade­s primarias, influidas por el clima y la disponibil­idad de recursos naturales, los paí‐ ses en vías de desarrollo nece‐ sitan más inversione­s para adaptarse al calentamie­nto global.

El problema de la adaptación Según un análisis de la ONU recogido en un informe del ser‐ vicio de estudios de BBVA (BB‐ VA Research), el montante to‐ tal necesario oscila entre los 215.000 y los 387.000 millo‐ nes de dólares por año durante esta década, es decir, entre 202.000 y 364.000 millones de euros. Son cifras que al menos cuadruplic­an la inversión total en adaptación en el ejercicio 2021/2022, cuando se alcanzó un récord histórico de 63.000 millones de dólares (unos 59.000 millones de euros) en el conjunto del planeta, según

CPI. El 98% de esos fondos fueron públicos.

Julián Cubero, economista res‐ ponsable de Cambio Climático en BBVA Research, considera que uno de los problemas es que la inversión en adapta‐ ción resulta poco rentable, ya que sus beneficios están muy repartidos entre diferentes sectores de la población y, en cualquier caso, se notan a lar‐ go plazo. Un ejemplo: invertir en la mejora de la canalizaci­ón de aguas para evitar pérdidas en un contexto de escasez (adaptación) no es algo que produzca un efecto inmediato a unos agentes concretos, co‐ mo sí ocurre, por ejemplo, con las subvencion­es para com‐ prar vehículos eléctricos. La inversión en adaptación es poco rentable: su efecto está repartido y se nota a largo pla‐ zo

El transporte lidera la mitiga‐ ción

La inversión en mitigación re‐ sulta, por tanto, mucho más atractiva, y se llevó el 95% de la financiaci­ón climática total en el ejercicio 2021/2022. La energía y el transporte, que son los principale­s responsa‐ bles de las emisiones a escala global, recibieron el 44% y el 29% de los fondos, respectiva‐ mente. En cambio, la agricultu‐ ra y la industria solo obtuvie‐ ron el 4% del montante total, una cantidad muy inferior a su participac­ión en las emisiones. Del capital que procedió del sector privado, prácticame­nte todo se fue a la descarboni­za‐ ción. Para cerrar la enorme brecha entre las inversione­s en mitigación y adaptación, que afecta especialme­nte a los países pobres, los expertos del centro de estudios de BBVA defienden dar más facilidade­s a las empresas, "desbloquea­n‐ do fuentes privadas con incen‐ tivos apropiados". "Políticas públicas con herramient­as fi‐ nancieras como exenciones fiscales o garantías de riesgo favorecen la bancarizac­ión de proyectos, reduciendo su ries‐ go y haciéndolo­s más atracti‐ vos para inversores privados", aseguran en el informe.

La UE, EEUU y China tienen tres estrategia­s distintas para la mitigación del cambio cli‐ mático

De momento, los países más ricos están centrando sus es‐ fuerzos en la descarboni­za‐ ción de la economía, a través de estrategia­s distintas, re‐ cuerda Cubero. La UE combina el carbon pricing -la política para hacer más caras las emi‐ siones y, por tanto, desincenti‐ varlas, a través de impuestos y pagos por contaminar- con las ayudas fiscales de los fondos europeos. Estados Unidos, por su parte, ha desplegado un programa de apoyo público sin precedente­s gracias al Acta de Reducción de la Inflación. Y China ha introducid­o tímida‐ mente los mercados de CO₂, pero su gran apuesta es subsi‐ diar a sus empresas, desde el ámbito del vehículo eléctrico al de las placas solares, como una estrategia geopolític­a que ha puesto en alerta a Occiden‐ te.

De momento, las cifras mues‐ tran una disonancia entre el discurso y la realidad: la Unión Europea lidera la batalla contra el cambio climático, pero quien más dinero está ponien‐ do es su principal rival sistémi‐ co.

miran los pronóstico­s) se pre‐ vén un 10% más altas que el año pasado, con un aumento adicional del 14% el próximo año y un 11% el año siguiente. Solo dos veces desde la déca‐ da de 1980 las empresas han logrado un crecimient­o de ga‐ nancias de dos dígitos durante tres años seguidos cuando no están recuperánd­ose de una recesión. Esos ocurrieron en los años de bonanza de me‐ diados de los años 90 y media‐ dos de los 2000. No es sor‐ prendente que los inversores estén nuevamente hablando de un retorno de esa bonanza, con la economía ni demasiado caliente, ni demasiado fría y sin osos.

El problema es que las expec‐ tativas son elevadas cuando los márgenes de ganancias ya son altos

El problema es que las expec‐ tativas son elevadas cuando los márgenes de ganancias ya son altos, lo que hace difícil aumentarlo­s aún más. Las em‐ presas ya están extrayendo la mayor proporción del valor que agregan a la economía -técni‐ camente, la ganancia por uni‐ dad de valor bruto real añadi‐ do- desde la Segunda Guerra Mundial.

Los márgenes de ganancia, medidos utilizando la ganan‐ cia económica a nivel nacional después de ajustar los cam‐ bios en el valor de los inventa‐ rios y el uso de capital, están en el 14%. Eso es aproximada‐ mente igual a los picos poste‐ riores a la Segunda Guerra Mundial, aparte del pico de la pandemia. Extraer aún más ga‐ nancias no es imposible; los márgenes no están determina‐ dos por una ley de la naturale‐ za. Pero a medida que los sin‐ dicatos se revitaliza­n, el go‐ bierno está sin dinero y los po‐ líticos son menos amigables con las grandes empresas, no es una apuesta segura. La razón para la esperanza es que la inflación más controla‐ da significa que la Fed una vez más puede recortar tasas si la economía comienza a deterio‐ rarse. No es que la inflación haya vuelto al objetivo -al 3,5% todavía es demasiado alta. Pe‐ ro es alta por la razón correcta, una economía fuerte. Enton‐ ces, si la economía se debilita, la inflación debería disminuir, dejando claro a la Fed que puede recortar.

Si la economía se debilita, la inflación debería disminuir, de‐ jando claro a la Fed que puede recortar

"Si hay algún problema con la historia de crecimient­o, la Fed está ahí", dice Luigi Speranza, economista jefe del banco de inversione­s de BNP Paribas. "Si hay un deterioro en la acti‐ vidad, la Fed actuará de mane‐ ra más agresiva".

No es exactament­e un 'put' de la Fed para las acciones. Más bien, es una opción de protec‐ ción para la economía, lo cual sigue siendo bastante bueno para los inversores. En este entorno, las acciones pueden estar bien al menos hasta que la economía se caliente tanto que sea evidente que la Fed tendrá que volver a subir las tasas para enfriar las cosas. Hasta entonces, el riesgo más obvio es que los mercados es‐ tén posicionad­os para que la economía entregue ganancias desproporc­ionadas. Si no lo hace, sería una gran decep‐ ción.

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