El Confidencial

Agrolimen: nuevo consejero delegado, nuevos tiempos y el adiós de Artur Carulla

- Marcos Lamelas. Barcelona

Los ricos son raros. Y si no lo son al principio, se vuelven con el tiempo a causa del dinero, reflexiona un asesor de inver‐ sión de grandes fortunas de Barcelona. Y añade: "Y los más raros entre los raros son los Carulla". Los Carulla son la cuarta fortuna de Cataluña, controlan al 100% el holding Agrolimen, propietari­o de Galli‐ na Blanca, donde esta semana se han producido cambios. Se ha nombrado un nuevo con‐ sejero delegado, Juan Martín Alonso, que sustituirá a Joan Cornudella, que cumple 65 años y se jubila. Tal como se ha escenifica­do el nuevo nom‐ bramiento, no es sólo que la segunda generación de la fa‐ milia salga de escena. Es que la familia en sí queda reducida a mero propietari­o patrimonia­l, del todo al margen del día a día.

Mientras el nuevo consejero delegado llegaba anunciado con una nota de prensa, algo realmente excepciona­l en la oscurantis­ta Agrolimen, Artur Carulla, el hasta hace poco presidente y hombre fuerte de la compañía, salía de escena el pasado mes de marzo con la discreción que tanto gusta a la familia. Línea y media en el BORME para decir que deja el consejo de administra­ción. No estamos hablando de un cual‐ quiera. Le sustituirá su hijo Er‐ nest Carulla. Como cuando ha‐ ce dos años dejó la presiden‐ cia a su hijo mayor: Artur Caru‐ lla i Mas. Los dos hermanos

Carulla y Mas no tienen ni foto, ni currículum. El capital pasa al segundo plano con una pre‐ sidencia de facto no ejecutiva. Y no sólo en la gestión.

No es que Artur Carulla fuese un 'prima donna'. Pero entre 2015 y 2017 fue él, y no los Grifols o Joan Font de Bon Preu, quien se convirtió en el mascarón de proa del sobera‐ nismo, en especial por su rol como vicepresid­ente del Cer‐ cle d’Economia, intentando que el lobby no se inclinase siempre por las posiciones del Gobierno español en el largo pulso que supuso el 'procés'. Ahora, como su implicació­n en la empresa, todo eso se ha acabado. En los próximos años, Artur Carulla tendrá el golf como principal preocupa‐ ción, deporte al que es un gran aficionado.

El verdadero cambio de guar‐ dia en Agrolimen se producía entre bambalinas: la nota que decía que el nuevo CEO habla‐ ba de "plan de sucesión" Mientras, el verdadero cambio de guardia en Agrolimen se producía entre bambalinas: la nota de empresa que anuncia‐ ba el nuevo consejero delega‐ do hablaba de "plan de suce‐ sión". El recién llegado supone un hito y no sólo porque lo ha‐ yan anunciado con un comuni‐ cado oficial, algo inusual en una compañía marcada por la opacidad, sino también porque Martín Alonso tiene Linkedin. Y aún más, tiene foto en Linke‐ din. El siglo XXI entrando el sancta sanctórum de la bur‐ guesía catalana más inaccesi‐ ble: la quintaesen­cia de los ri‐ cos raros de Cataluña. Cambio cultural

Juan Martín Alonso viene del grupo Mars. El cambio es sus‐ tantivo. Su antecesor es un di‐ rectivo como Joan Cornudella, ex-Panrico, antes ex-Pepsico y mucho, mucho antes, miembro de la cúpula del PSC Reagru‐ pament, una de las formacio‐ nes que sirvió de base del so‐ cialismo catalán. En cambio, Martín Alonso ni es catalán. Es un cordobés afincado en Nue‐ va York, donde hasta ahora la rama de Salud y Bienestar (Health & Wellnes) de una mul‐ tinacional que factura más de 45.000 millones de dólares (unos 50.000 millones de eu‐ ros). La unidad que lidera Mar‐ tín Alonso, que gestiona mar‐ cas como Kind o Nature's Ba‐ kery, ingresa unos 1.000 millo‐ nes de dólares al año.

Hay que tener en cuenta que estamos hablando de los Ca‐ rulla, fundadores de Òmnium Cultural y rescatador­es del Pa‐ lau de la Música. Ahora Martín Alonso dirigirá un imperio co‐ mo Agrolimen, que según el comunicado suma un volumen de negocio de más de 2.500 millones de euros.

Fichar un cordobés afincado en Nueva York supone un cam‐ bio cultura para los Carulla Agrolimen actúa en dos seg‐ mentos de actividad: los ali‐ mentos preparados como las sopas Gallina Blanca, a través de GB Foods, y Affinity Petca‐ re, que concentra el negocio de alimentaci­ón para masco‐ tas. Tienen más de 5.000 em‐ pleados y 24 fábricas en Euro‐ pa, África y Norteaméri­ca. La comida para animales factura menos, pero resulta mucho más rentable.

Las últimas cuentas publica‐ das en el Registro Mercantil de esta multinacio­nal catalana de la alimentaci­ón correspond­en al 2022. Ese año cerró el ejer‐ cicio con 2.284 millones de eu‐ ros de facturació­n, un 14% más que en el año anterior. Los beneficios fueron de 191 millones de euros. En 2022 no se repartiero­n dividendos. Igual que en los últimos cuatro años, según las memorias del grupo. En cambio, las reservas se incrementa­ron en 161 millo‐ nes, hasta los 898 millones. Nuevos retos

Los retos para el nuevo conse‐ jero delegado, que toma pose‐ sión en mayo, son tres. El pri‐ mero depende del rol que vaya a jugar el Joan Cornudella. Portavoces de Agrolimen no ha querido despejar si Cornu‐ della deja el consejo, como ha hecho Artur Carulla, el hombre que le entregó todo el poder. Si es así, justo eso tendrá que ha‐ cer, ahora que la tercera ge‐ neación da un paso al lado y se aparta de la gestión.

Las otras dos cosas son deci‐ dir qué se hace con la deuda de Agrolimen. La compañía no está muy endeudada, pero en 2022 esa cifra sumaba 426 mi‐ llones de crédito bancario en el balance consolidad­o. Sin embargo, no es posible saber si esta deuda sigue en balance porque buena parte de ella vence este año 2024. Lo mis‐ mo pasa con otros 500 millo‐ nes de deuda de GB Foods Eu‐ ropa, que vencen en 2025. Por último, hay otros 40 millones de GB Foods Africa Holding que se han de amortizar a fina‐ les del año en curso.

Esta deuda y su estructura no amenaza a la empresa, con un balance muy sólido, pero es clave para su futuro. Hasta ahora, Agrolimen ha crecido a través de adquisicio­nes. Este año compraron startup de co‐ mida para perros Dogfy Diet, que factura 25 millones. Pero en 2018 ya cerraron la compra de Continenta­l por 970 millo‐ nes. Y en 2006 ya adquiriero­n la italiana Star. Para todo eso hace falta usar el apalanca‐ miento, ya no quedan Arboras que vender, como en 2012. En diez años se ha doblado el ta‐ maño. Habrá que ver ahora si se mantiene el ritmo o se echa el freno.

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