El Confidencial

Abascal lleva a Vox al abismo

- Rubén Amón

Las encuestas oficiales y ex‐ traoficial­es coinciden en seña‐ lar que Vox podría quedarse sin representa­ción parlamen‐ taria en Euskadi. Y no es que tuviera hasta ahora la menor influencia -un escaño- pero la decadencia se añade al recien‐ te escarmient­o gallego, al re‐ troceso en Cataluña y a la iner‐ cia depresiva que ya habían denotado las últimas genera‐ les.

La ultraderec­ha española tar‐ dó mucho en llegar y puede tardar poco en marginaliz­arse. Vox conserva un suelo aguerri‐ do, masculino y militante que lo preserva de la total extin‐ ción, pero el porvenir del parti‐ do de Santi Abascal ya se re‐ siente de la provisiona­lidad que caracteriz­a la nueva políti‐ ca española: Podemos y Ciu‐ dadanos consumiero­n a una velocidad -y una ferocidade­quivalente a las expectativ­as creadas.

Unas cuantas razones propias amontona Vox para explicar su proceso de jibarizaci­ón. Y no solo por las rencillas internas, la fuga de Olona, la salida de Espinosa de los Monteros, la guerra de clanes o la influencia del ala doctrinal-confesiona­l, sino porque las evidencias de la endogamia se añaden al sa‐ botaje del cambio de guardia en la Moncloa.

Vox se ha convertido en un aliado instrument­al de Sán‐ chez. No ya cuando se men‐ ciona el fantasma de la extre‐ ma derecha, sino porque los votantes dispuestos a inclinar‐ se hacia Feijóo renuncian a ha‐ cerlo en cuanto aparece Abas‐ cal como socio necesario y nu‐ clear de la coalición.

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Esteban Hernández La contes‐ tación del presidente del Go‐ bierno en una red social a Jo‐ sé María Aznar sobre el Esta‐ do palestino tiene una lectura que va más allá del simple en‐ frentamien­to electoral De hecho, el argumento provi‐ dencial de la investidur­a de Sánchez consistió en los pac‐ tos autonómico­s que PP y Vox formalizar­on después del 28M. No cabía mejor demostraci­ón de la connivenci­a ideológica y orgánica entre ambos, aunque el recorrido y el destino de los acuerdos aloja un mecanismo digestivo que también explica el deterioro de Vox: el pez grande se come al pequeño, segrega al socio menor a una posición marginal. La valoración de Abascal en la última encuesta del CIS se si‐ túa en un exiguo 2,81 (sobre 10). Y no es que haya alternati‐ vas al condotiero ultra -nadie se presentó en el último con‐ greso interno-, pero el cesaris‐ mo con que gobierna el parti‐ do se antoja equivalent­e al de‐ terioro del discurso político, al friquismo que caracteriz­a a Vox, a la holgazaner­ía y charla‐ tanería de sus colegas.

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Adriana López El muestreo apunta a una importante alza en el respaldo electoral a Vox, de dos puntos, que le permite situarse como tercera fuerza política en lugar de Sumar, que pierde un punto

El ciclo electoral de la apertura de la temporada -gallegas y vascas- ha resultado particu‐ larmente adverso, de tal mane‐ ra que las mejores oportunida‐ des de los muchachos de Abascal no se dirimen tampo‐ co en las catalanas, sino en los comicios europeos del pró‐ ximo junio.

No solamente por la ventaja que conlleva la circunscri­pción única, sino porque Vox aspira a entremezcl­arse en la inercia xenófoba y euroescépt­ica de la ultraderec­ha continenta­l. Se explica así la iracundia con que la diputada Rocío de Meer -apellido muy castizo…- discre‐ pó del consenso parlamenta­rio respecto a la regulariza­ción de 500.000 inmigrante­s. "Quere‐ mos que España siga siendo España y no Marruecos, ni Ar‐ gelia, ni Nigeria, ni Senegal. Es‐ to no es odio ni racismo, es sentido común". Hubiera resultado más verosí‐ mil el desahogo de su señoría sin las aclaracion­es ("esto no es racismo"), pero el énfasis patriotero y xenófobo de Vox no implica que la euforia de otros partidos afines -Portugal, Italia, Holanda…- rectifique la inercia negativa de la agrupa‐ ción española.

Las únicas elecciones que ha ganado Abascal son las argen‐ tinas. E igual gana las ameri‐ canas del próximo mes de no‐ viembre, pero el patrón de Vox no puede encubrir en el espe‐ so tupé de Donald Trump el deterioro de su partido ni el fa‐ llo multiorgán­ico que se le ave‐ cina, tanto por el desprestig­io de la marca y su pérdida de in‐ fluencia en la vida política co‐ mo porque la ultraderec­ha es el principal obstáculo del rele‐ vo en la Moncloa.

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