La paradoja Sánchez: todo por la plurinacionalidad, pero al servicio del poder central
Pe‐ llegara al poder con el apoyo de una heterogé‐ nea coalición, está claro cuál es su Consta de dos patas. Por un lado, au‐
proyecto político. mentar la igualdad económica
de los españoles mediante un incremento de los ingresos fis‐ cales y una mayor redistribu‐ ción de las rentas. Por el otro,
acrecentar su desigualdad po‐ lítica
beneficiando a determi‐ nadas élites regionales y dán‐ doles una mayor capacidad para distanciarse de la ortodo‐ xia constitucional.
La segunda pata de este pro‐ yecto habría sido más sincera si no hubiera estado sometida a las
necesidades parlamenta‐ rias del Gobierno. Y más legíti‐
ma si no hubiera requerido cambiar el Código Penal y con‐
una amnistía para con‐ tentar a los socios. Pero mu‐ chos españoles parecen sen‐ tirse cómodos con ella. Hay ar‐ gumentos para defenderla. Sin embargo, seis años después, también está claro que encie‐ rra
Y es que,
de dar a España un ver‐ dadero carácter plurinacional
ceder una paradoja. bajo el aparente pro‐ pósito y
conceder más autonomía a las regiones, y singularmente a Cataluña, Sánchez ha estable‐ cido que el
único proyecto polí‐ tico que importa en España
es el del poder central: el de la presidencia del Gobierno. Lo ha sacrificado todo a ella. Pérdida de poder local Sánchez permitió que el
tuviera el peor resultado electoral de su historia en las autonómicas gallegas. Aunque en los últimos días el PSE y el PSOE han denunciado que Bil‐ du se niegue a condenar el te‐ rrorismo,
deG se deberá en parte a esa tarea de legitima‐ ción. Pero, en última instancia,
su éxito no importa: lo relevan‐ te es que Bildu ha permaneci‐ do
en la coalición que sustenta a Sánchez. Y que siga hacién‐
dolo.
PS‐ durante seis años han celebrado reiteradamente que participe en la gobernanza de España.
Y si el próximo do‐ mingo tiene un buen resultado en el País Vasco,
Incompatible con la democra‐ cia, compatible con Sánchez
Marta García Aller Cuanto más se escandalice públicamente la Moncloa por lo que Bildu di‐ ga en la campaña de Euskadi, más en evidencia deja sus tra‐ gaderas en Madrid
El caso catalán es incluso más llamativo. Sánchez no solo marginó al PSC en las negocia‐ ciones de investidura con Junts, sino que le obligó a asu‐ mir una amnistía que, al me‐ nos inicialmente, no querían sus votantes ni muchos de sus líderes. Por si eso fuera poco, Puigdemont ha dejado claro que, en caso de que
pudiera convertirse en el próximo presidente de la Gene‐ ralitat de Catalunya con unos apoyos que al líder indepen‐ dentista no le gustaran, haría caer el Gobierno de Sánchez. Antes de que se dieran esas circunstancias, sin duda, Sán‐ chez
Illa Salvador exigiría a Illa que renun‐ ciara.
Pero esta estrategia de
some‐
ter la política autonómica a la nacional va más allá de esas tres comunidades. En parte, por la política de alianzas de Sánchez, la izquierda ha perdi‐ do la mayor parte de su poder autonómico y local: solo en el último ciclo electoral, ha aban‐ donado los gobiernos de la Co‐ munidad Valenciana, Aragón, Extremadura y Baleares, y ayuntamientos como el de Se‐ villa
o Valladolid. No le ha im‐
portado reducir las expectati‐ vas de en Castilla La Mancha. Ni arra‐ sar al PSOE de Andalucía des‐ pués de décadas de hegemo‐ nía. Para Sánchez, todo lo que
apuntale su permanencia en el centro del poder nacional
es asumible.
También Sumar
La paradoja es aplicable inclu‐ so a Sumar. Este nació con la voluntad explícita de aunar los intereses de las izquierdas más o menos nacionalistas de las regiones de España. Su composición no podía ser más plurinacional; de hecho, Pluri‐ nacional es el nombre de su grupo parlamentario. Pero
la alianza ha empezado a deshi‐ lacharse
porque, a pesar de sus integrantes y su retórica, ha estado completamente metida a los intereses de la coalición nacional. Madrid fue la circunscripción por la que obtuvo más escaños; su porta‐ voz parlamentario es hoy
un político ya estricta‐ mente circunscrito a la política madrileña; y cuatro de sus cin‐ co ministros en el Gobierno han hecho la mayor parte de su carrera política, también, en Madrid. Ahora, grupos como los comunes catalanes o Com‐
Errejón, Emiliano García-Page so‐ Íñigo
en qué les beneficia vincularse a un grupo nacional, no solo significa perder autonomía po‐ lítica, sino que además no se traduce en un aumento de la cuota de poder local o de los votos.
Al servicio del centro El proyecto autonómico está tan consolidado que hoy las propuestas de desmontarlo de Vox resultan teatrales e invero‐ símiles. Incluso el PP, pese a años de una relativa resisten‐ cia, se ha entregado por com‐ pleto a
la lógica del poder de las autonomías.
El viejo rege‐ neracionismo centralista ha desaparecido del panorama electoral y parece hoy un tanto excéntrico. Pero el PSOE de Sánchez, con el apoyo de Su‐ mar, ha querido ir más allá, hasta la plurinacionalidad. No es algo ajeno al ideario de am‐ bos partidos. Pero ha sido
fru‐ to, sobre todo, de sus necesi‐ dades.
Eso le ha restado credi‐ bilidad al proyecto. Y hoy, y es probable que aún más maña‐ na, si el PSE tiene un resultado mediocre el domingo y el PSC no alcanza el poder en Catalu‐ ña porque los cálculos de Sán‐ chez con la amnistía fueron erróneos, o porque Illa debe re‐ nunciar al poder para no des‐ truir el de Sánchez, será cada vez más evidente
la paradoja que ha ocultado ese proceso
de empoderamiento de los po‐ deres regionales y de su capa‐ cidad de intervención en la po‐ lítica nacional.
Ha sido una manera nueva y peligrosa no solo de estable‐ cer la
preeminencia de la presi‐ dencia nacional
frente a todos los demás poderes distribui‐ dos geográficamente. Sino de decretar la
a la estrategia del presidente. Podemos lla‐ marlo la paradoja Sánchez: to‐ do es por la plurinacionalidad, pero con la política de las su‐ puestas naciones completa‐ mente sometida a los intere‐ ses políticos del centro del sis‐ tema: el presidente.