Al Gobierno se le atascan los fijos discontinuos
no es una novedad en nuestro ordenamiento laboral: lleva con nosotros desde que fuera regulado en 1976 a tra‐ vés de la Ley de Relaciones La‐ borales. A su vez, el modo de contabilizar en nuestras esta‐ dísticas de paro la situación la‐ boral de los fijos discontinuos tampoco ha variado desde 1985. Si todo ello es así, pare‐ cería que el súbito interés que esta modalidad contractual ha despertado entre ciertos políti‐ cos, medios de comunicación y académicos solo puede es‐ tar motivada por un deliberado intento de emborronar los bue‐ nos datos de empleo desvian‐ do el foco de atención hacia un asunto intrascendente, pero que sirve de carnaza a la opi‐ nión pública antigubernamen‐ tal.
Ahora bien, que este tipo de contrato y el modo de contabi‐ lizarlo no hayan cambiado re‐ cientemente no es incompati‐ ble con que ahora debamos prestarle mayor atención para adquirir una mejor imagen so‐ bre la situación realde nuestro mercado laboral. Y no porque haya que exigirle a este go‐ bierno un mayor grado de transparencia con los datos que el que hubiera que exigirle a gobiernos anteriores, sino porque la reforma laboral de este gobierno tuvo el efecto de potenciar enormemente el contrato fijo-discontinuo a cos‐ ta de desincentivar el contrato temporal: de modo que si an‐ tes existían problemas esta‐ dísticos alrededor de este tipo de contratos, ahora por necesi‐ dad se habrán vuelto mucho más relevantes y resultará mu‐ cho más urgente subsanarlos. Medir mal la situación laboral de 1.000 trabajadores es un error asumible y menor; medir mal la situación de un millón de trabajadores
y muy importante, aun cuando la causa metodo‐ lógica de ambos errores sea la misma.
asumible es un error no
Yolanda Díaz no mintió sobre las cifras de fijos discontinuos en 2022, pero el problema es otro
Marcos Lema Fedea corrobora los datos del Gobierno, pero pi‐ de más transparencia y advier‐ te de que estos contratos no han reducido la precariedad. Las empresas son las grandes beneficiadas
Pero, ¿qué problema estadísti‐ co puede haber con relación a los contratos fijos disconti‐ nuos? Pues que la relación la‐ boral entre el empleador y el empleado se mantiene vigente incluso durante los largos pe‐ ríodos de tiempo en los que el
empleado pueda no estar tra‐
bajando para la empresa y eso puede llevarnos a exagerar la cifra real de ocupados dentro de la economía. En el extremo, si todos los trabajadores para‐ dos de España durante un tri‐ mestre tuvieran una cobertura contractual de fijo-discontinuo, podríamos llegar a la sorpren‐ dente conclusión de que la ta‐ sa de paro es nula, aun cuando todos ellos no trabajaran una sola hora durante ese trimes‐ tre. De ahí que, en aras de la claridad estadística y de la comparabilidad histórica de los datos,
resulte pertinente arrojar luz sobre esta cuestión
y aclarar cuántos de todos esos fijos discontinuos están en situación de actividad (tra‐ bajando) y cuáles de inactivi‐ dad (no trabajando).
Esta es una tarea que cabría esperar que acometiera el pro‐ pio Estado,
dada la ingente cantidad de recursos que ma‐ neja
y dado que ya elabora ba‐ ses de datos de estadísticas laborales en las que clasifica a los trabajadores según muy di‐ versos criterios y casuísticas. Sin embargo, cuando se ha in‐ quirido al Ministerio de Trabajo a que especifique cuántos fijos discontinuos se hallan en si‐ tuación de inactividad dentro de España se ha limitado a re‐ mitirse a los datos de la EPA: a saber, en España hay 651.500 trabajadores fijos discontinuos de los cuales 55.300 (el 8,4% de total) se hallan inactivos.
¿Son los fijos discontinuos maquillaje o matiz estadístico?
Marta García Aller En plena campaña electoral del 19-J, no es lo mismo preguntarle a Fei‐ jóo por los datos del paro en España que a Moreno por los de Andalucía
Sucede que, tal como explica el economista Florentino Fel‐ gueroso en un reciente infor‐ me para Fedea,
la EPA no es una fuente estadística adecua‐ da
para averiguar la cantidad real de trabajadores fijos dis‐ continuos en situación de