Telefónica, 100 años de un activo estratégico
Telefónica se ha convertido en los últimos meses en escena‐ rio de una intensa lucha de po‐ der. El aterrizaje del grupo sau‐ dí en su capital el pasado septiembre ha desencadenado una larga serie de movimien‐ tos que han dado pie más re‐ cientemente al refuerzo en su accionariado de y al re‐ greso al mismo del Estado, a través de la
Esta lucha por el control de la principal operadora española de telecomunicaciones, que coincide con la celebración de su 100 aniversario, puede leer‐ se como una muestra del
STC Criteria SEPI. pa‐ pel estratégico que ocupa
en la economía del país -no de otra forma ha justificado el Go‐ bierno su inversión- y que ha marcado la centenaria trayec‐ toria del grupo.
Casi desde el mismo día de su nacimiento, el 19 de abril de 1924, la historia de Telefónica (entonces la Compañía Telefó‐ nica Nacional Española o CT‐ NE) ha estado salpicada de episodios controvertidos que vienen a mostrar el apetito de actores de lo más variado por controlar una empresa que ha sido capaz de mantenerse desde sus primeros pasos en el epicentro del desarrollo de las comunicaciones
naciona‐ les. Precisamente ese era el objeti‐ vo que buscaban
quienes alumbraron la creación del gru‐ po, hace ahora un siglo, bajo el patrocinio de la norteamerica‐ na International Telegraph and Telephone (ITT), en la primera mitad de la década de 1920.
Por qué el Gobierno vuelve a entrar en el capital de Telefóni‐ ca
Valor Añadido. Agustín Mon‐ zón El retorno del dinero públi‐ co a la operadora es un movi‐ miento de defensa contra la irrupción de STC, pero también un paso más en el proceso de reafirmación del Gobierno ante el poder económico Aquellos eran años convulsos para la política española, don‐ de acababa de instaurarse el régimen dictatorial de Miguel Primo de Rivera, pero también para las telecomunicaciones, después de décadas de un
muy deficiente desarrollo del servicio telefónico.
Esas circunstancias serían aprovechadas a la perfección por Sosthenes Behn, fundador y presidente de ITT, para hacer valer su proyecto de configura‐ ción de un monopolio telefóni‐ co que impulsara el desarrollo de la infraestructura y la homo‐ geneización de un servicio en el que
España se movía varios pasos por detrás de los países
de su entorno. Competencia internacional En medio de un clima más pro‐ picio para el desarrollo de mo‐ nopolios nacionales (por aque‐ llos años, sin ir más lejos, se creó la CAMPSA, en detrimen‐ to de los grandes grupos esta‐ dounidenses), Behn, con el res‐ paldo de importantes financie‐ ros e industriales nacionales su primer presidente sería el marqués Estanislao de Urqui‐ jo-, lograría que CTNE se alza‐ ra con un contrato por el que también pugnaron otros gru‐ pos internacionales de renom‐
Ericsson; Siemens & Halske; New Antwerp Telepho‐ ne and Electrical Works. "Está claro que al diseño cui‐ dadoso de la operación se añadieron una serie de cir‐ cunstancias favorables, que, combinadas con la habilidad negociadora y la capacidad de seducción de S. Behn, se sal‐ daron con un éxito rotundo. Piezas fundamentales del mis‐ mo fueron los apoyos políticos de diversos departamentos gubernamentales de EEUU, co‐ mercio y embajada más en concreto, así como las
cone‐ xiones con la banca privada norteamericana
-National City Bank y Banca Morgan- y con representantes de la gran pro‐ ductora de equipo Internatio‐ nal Western Electric co., en‐ cuadrada en ATT", explica el profesor Ángel Calvo en su obra Historia de Telefónica: 1924-1975.
Si pocos meses después, en enero de 1925, la absorción de la Compañía Peninsular de Te‐ léfonos, hasta entonces gran dominadora de la industria, su‐ puso en el desarrollo del negocio de CT‐
un hito fundamental
su sede central en la Gran Vía simboli‐ zaría la irrupción de un nuevo gigante en el entramado eco‐ nómico empresarial español. Logo de la CTNE en un telé‐ fono público.
Bajo el control de la CTNE, la red de comunicaciones telefó‐ nicas en
España experimenta‐ ría un sensible impulso.
Pero esto no sería suficiente para evitarle controversias a la compañía, que, incluso en tiempos de la dictadura de Pri‐ mo de Rivera, tuvo que hacer frente ya a llamados a la na‐ cionalización del servicio. Sería, no obstante, con la llega‐ da de la Segunda República cuando CTNE tuvo que activar todos los resortes a su alcan‐ ce para desactivar la amenaza de la nacionalización. Muchos políticos de la oposición al ré‐ gimen de Primo de Rivera ha‐ bían hecho del contrato conce‐ dido a la filial de ITT uno de los principales ejes de ataque a la dictadura, presentándolo, se‐ gún palabras del socialista In‐ dalecio Prieto, como
"un latro‐ cinio, un atraco inexplicable".
Por eso, una vez derribada la monarquía, y pese a los inten‐ tos de CTNE por mostrar su adhesión al nuevo régimen, los líderes republicanos hicieron de la anulación de la conce‐ sión telefónica, cuyas condi‐ ciones consideraban especial‐ mente onerosas, una de sus medidas prioritarias. Sus es‐ fuerzos, sin embargo, acaba‐ rían dándose de bruces con la oposición del gobierno esta‐ dounidense, que por distintos medios amenazaría al nuevo Gobierno con
el bloqueo de sus relaciones comerciales
si actuaba contra los intereses económicos de sus ciudada‐ nos.
EEUU bloqueó las aspiraciones de la II República de nacionali‐ zar el servicio
"Esta es una cuestión de po‐ der,
de poder económico y po‐ lítico, si yo tuviera mil millones, o quince acorazados en el Fe‐ rrol, se resolvería de otro mo‐ do", señalaría resignado, por entonces, Manuel Azaña. En cualquier caso, para la CT‐ NE y su matriz ITT aquel triun‐ fo no arrojaría un largo periodo de calma, pues la victoria fran‐ quista en la Guerra Civil
abriría una nueva etapa de tensiones,
ante la pretensión del nuevo régimen de hacerse con el control del negocio. Nuevamente, los propietarios de CTNE contaron con el res‐ paldo de la administración es‐ tadounidense, que trató de fre‐ nar las pretensiones franquis‐ tas. Sin embargo, en aquel mo‐ mento se acercaba
el término del contrato de 20 años
firma‐ do al inicio de la concesión y, según el cual, pasado ese pe‐