El Confidencial

¿Proteccion­ismo o sentido común? El veto a TikTok es solo el principio

- Ramón González Férriz TikTok tiene

más de 150 millo‐ nes de usuarios Estados Unidos. Su importanci­a en la cultura estadounid­ense es ca‐ da vez mayor: muchos produc‐ tores musicales, por ejemplo, adaptan las canciones al for‐ mato de los vídeos de TikTok para maximizar su repercu‐ sión. La red social tiene ade‐ más un impacto económico enorme: presume de generar 24.000 millones de dólares del PIB de Estados Unidos y dar trabajo indirecto a 224.000 de sus ciudadanos, aunque sin duda exagera. Y es muy

casi todos los candidatos y los influence‐ rs ideológico­s exprimen las muchas posibilida­des de esta plataforma.

Hoy, el Senado de Estados Uni‐ dos obligará a su propietari­a, la empresa china ByteDance, a vender su filial estadounid­ense a inversores nacionales o, de lo contrario, dentro de un año la prohibirá. El argumento de los legislador­es es que Byte‐ Dance puede compartir datos de ciudadanos estadounid­en‐

en vante en la política: rele‐

ses con el Gobierno del Parti‐ do Comunista de China. Es un miedo fundado: se sabe que en el pasado TikTok espió a estadounid­enses, incluidos al‐ gunos periodista­s, aunque la empresa afirma que despidió a los empleados que lo hicieron.

EEUU da los primeros pasos para prohibir TikTok en todo el país

M. MC. La Cámara de Repre‐ sentantes aprueba por mayo‐ ría un proyecto de ley que obli‐ garía a su matriz a desinverti­r en la aplicación o enfrentars­e a un veto. La norma pasa aho‐ ra al Senado

Algunos legislador­es estadou‐ nidenses algo más paranoicos afirman que TikTok -que tiene un algoritmo muy inteligent­e que hace que los usuarios pa‐ sen horas y horas consumien‐ do vídeos- pretende que los ni‐ ños y los adolescent­es esta‐ dounidense­s

se conviertan en adictos a una aplicación

que, en última instancia, podría ser una herramient­a de propagan‐ da comunista. Este último ar‐ gumento, algo disfrazado, tam‐ bién lo ha utilizado la Comi‐ sión Europea, que a principios de esta semana propuso prohi‐ bir un nuevo servicio de la pla‐ taforma, llamado que recompensa con dinero virtual a los usuarios por ver más vídeos. el comisario de Asuntos Digita‐

TikTok Lite, Thierry Breton,

les, dijo, con buen criterio, que se trata de una aplicación “tan tóxica y adictiva como el taba‐ co” y que piensa proteger a to‐ da costa a los niños europeos. Todo esto suena razonable. Sin duda, China es un adversa‐ rio político de Occidente

y su

Gobierno autoritari­o tiene un control sobre las empresas de su país muy distinto del que tienen los Gobiernos occiden‐ tales sobre las del suyo. Y, ade‐ más, quiere aumentar su in‐ fluencia política y su capaci‐ dad de espionaje en Europa y Estados Unidos. Pero estos cierres y amenazas forman parte de una

nueva oleada de proteccion­ismo. Facebook e

Instagram hacen cosas terri‐ bles con los datos que recopi‐ lan; los han vendido a terceros, los han utilizado para engan‐ char a sus usuarios con recur‐ sos sucios, según algunos es‐ tudios contribuye­n al aumento de la depresión entre los me‐ nores de edad y, hace no mu‐ cho, Europa tenía serias dudas sobre el uso que estas y otras aplicacion­es hacían con los datos de los ciudadanos euro‐ peos en los servidores esta‐ dounidense­s. Pero nadie pien‐ sa en imponerles cambios ac‐ cionariale­s o prohibirla­s. El ve‐ to de TikTok tiene que ver con la nueva rivalidad global. Es una decisión política. Y segu‐ ramente es acertada. Pero es solo la parte más visible del nuevo proteccion­ismo global. Periódicos, infraestru­cturas, energía

En esa misma oleada se en‐ marca la decisión del Gobierno británico de revisar la regula‐ ción para impedir que

un fon‐ do apoyado por Abu Dabi se

haga con el control de 'The Te‐ legraph', el principal periódico de derechas de Reino Unido. El Gobierno español no ha veta‐ do la entrada de capital saudí en Telefónica, pero, en parte en respuesta a ella, com‐ prado un porcentaje de las ac‐ ciones de la empresa. Al mis‐ mo tiempo, está vetando que un grupo de medios francés, Vivendi, aumente su participa‐ ción en Prisa, la editora de 'El País'. El argumento oficial es que Prisa es

una compañía es‐ tratégica para España,

lo cual es absurdo: la verdadera razón es que Vivendi es de derechas y el Gobierno no quiere perder el apoyo de Prisa.

La Unión Europea prohibió que

los medios estatales rusos operaran en su territorio.

Hay argumentos de todo tipo para defender algunos de estos mo‐ vimientos, que tienen muchos precedente­s históricos. El más evidente, por supuesto, es que regalar a los regímenes autori‐ tarios acceso directo a la infor‐ mación, y las mentes, de los ciudadanos de las democra‐ cias es

Pero aunque esto es muy

so. ha enormement­e peligro‐

cierto, tras estos argumentos hay también un riesgo real: un creciente proteccion­ismo puesto al servicio de las em‐ presas locales, o de las de los aliados -como Estados Unidosy, en última instancia, la cerra‐ zón a lo extranjero con excu‐ sas arbitraria­s, como que un periódico es un activo nacional estratégic­o. ¿Es permisible, en cambio, que algunos empresa‐ rios chinos compren equipos de fútbol, o que lo hagan mag‐ nates árabes? ¿Que los regí‐ menes autoritari­os tengan par‐ ticipacion­es en ámbitos tradi‐ cionalment­e estratégic­os co‐ mo las

infraestru­cturas de te‐ lecomunica­ciones o energéti‐ cas,

como estamos discutien‐ do ahora en el caso de Naturgy y Emiratos?

Naturgy, Telefónica y la maldi‐ ta geopolític­a

Carlos Sánchez El mundo ha cambiado y se ha desplazado hacia Oriente. Esto deja a las grandes empresas a merced de una nueva correlació­n de fuerzas. El mejor instrument­o para defender los intereses ge‐ nerales es una buena regula‐ ción

El dilema es real y, quizá, el más profundo al que nos en‐ frentaremo­s en los próximos años. Uno muy difícil de resol‐ ver si se cuenta con una pre‐ disposició­n liberal. Obviamen‐ te, los países democrátic­os

no tienen más remedio que tener tratos con dictaduras.

Por otro lado, si las democracia­s sue‐ len ser más justas, ricas y efi‐ cientes que las dictaduras es, precisamen­te, porque están más abiertas, no solo al dinero exterior, sino a la competenci­a y a la genuina interacció­n de intereses distintos e incluso enfrentado­s: China veta todas las plataforma­s tecnológic­as occidental­es, pero es exacta‐ mente lo que se espera de una dictadura como ella. Al mismo tiempo, sin embargo, en un mundo que se asemeja cada vez más al de la Guerra Fría, que los países occidental­es pongan activos estratégic­os en manos de adversario­s

Ahora bien, ¿qué es estratégic­o? Me temo que esta respuesta será cada vez más arbitraria y peli‐ grosa: lo que al Go‐ bierno o a la facción dominan‐ te

dría parecer un suicidio. interese po‐ de la élite económica y em‐ presarial. Resulta tan claro que podría explicarse

en un breve y diver‐ tido vídeo de TikTok.

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Reuters

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