El Confidencial

La carta de Sánchez: no es una reflexión, es un desafío

- Ignacio Varela delata la vocación de patear el con fines transparen‐

Cuando Sánchez anuncia que va a reflexiona­r,

hay que prepa‐ rarse para lo peor. Basta leer para comprender al instante que na‐ da está más alejado de su in‐ tención

proclama difundida ayer que renunciar a su car‐ go. No existe en ella la menor señal de contrición, reflexión honesta sobre su situación o simple preocupaci­ón por el prestigio de la institució­n que encarna.

Por el contrario, la

que traspira la de‐ testable gramática del texto (lo que me hace pensar que proviene de su puño y letra)

impostada

la

iracundia

avispero

cubrir a su señora convir‐ tiendo las sospechas sobre sus andanzas mercantile­s en una guerra política, provocar en su campo un cierre de filas beligerant­e en torno a Su Per‐ sona cortando de raíz cual‐

tes:

quier tentación crítica, elevar la polarizaci­ón del país a un ni‐ vel máximo de temperatur­a emocional y, sobre todo,

pro‐ ducir un señalamien­to intimi‐ datorio

contra los medios de comunicaci­ón, los jueces y los partidos de la oposición. El mensaje es inequívoco: a partir de ahora, cualquiera que hable de Begoña para

cual‐

quier cosa que no sea defen‐ der su pureza virginal será considerad­o fascista y deberá atenerse a las consecuenc­ias. El manto protector se extiende al entorno inmediato del presi‐ dente, presuntame­nte implica‐ do en diversos grados en ma‐ nejos oscuros durante la pan‐ demia.

Más allá de las derivacion­es tácticas y estratégic­as, lo pri‐ mero que contiene el manifies‐ to es una

exigencia irrestrict­a de impunidad para hoy y para el futuro. En su intención,

na‐ die podrá sugerir -mucho me‐ nos, investigar o perseguir- un irre‐ en el espacio del pedris‐

posible comportami­ento gular

mo sin recibir un anatema ful‐ minante y sin que el honrado pueblo sea llamado a prender fuego a los herejes en la plaza pública (algo de eso veremos este sábado en la calle Ferraz).

Sánchez provoca una crisis de Estado y medita renunciar por la investigac­ión penal a su es‐ posa

José Antonio Zarzalejos El pre‐ sidente del Gobierno hizo pú‐ blica su decisión de suspender su agenda pública los próxi‐ mos cuatro días sin antes in‐ formar ni al Rey, ni al Gobierno, ni a su propio partido

carta de Sánchez

La es algo más que una maniobra de dis‐ tracción

(aunque también es eso). Es victimista y, a la vez, pendencier­a. Contiene una ad‐ vertencia, un desafío y, en últi‐ mo término, una declaració­n de guerra. Es un intento psicó‐ tico de convertir un caso de posible corrupción en una cru‐ zada política que divida tajan‐ temente el espacio público en dos campos: el de los fieles y el de los infieles, siendo la ad‐ hesión inquebrant­able a Pedro y Begoña la línea divisoria en‐ tre unos y otros.

La letra y el espíritu del docu‐ mento son más propios de un caudillo populista latinoamer­i‐ cano que de un primer minis‐ tro democrátic­o europeo. Un gobernante nórdico (o, sin ir tan lejos, portugués), ante la presencia de sospechas fun‐ dadas sobre la limpieza de la actuación de su cónyuge y de varios colaborado­res íntimos, puede considerar que esa cir‐ cunstancia no es compatible con su permanenci­a en el car‐ go. Si tal fuera el caso (que ob‐ viamente no lo es), Sánchez

habría pedido audiencia al jefe del Estado,

le comunicarí­a su dimisión, haría una declara‐ ción pública y se pondría en marcha el mecanismo consti‐ tucional de una nueva investi‐ dura.

Pedro Sánchez cancela su agenda para decidir si conti‐ núa como presidente del Go‐ bierno Sánchez cancela su agenda para decidir si conti‐ núa como presidente del Go‐ bierno

Pero no ha hecho nada de eso, ni tiene la menor intención de hacerlo. Por el contrario, su histriónic­o aspaviento remite más a lo que se espera de per‐ sonajes como

Donald Trump, Cristina Kirchner o López Obra‐ dor

que a lo que hizo hace unos meses António Costa o a lo que haría, por ejemplo, la primera ministra de Dinamarca por menos de la mitad de lo que aquí ha salido a la luz has‐ ta el momento. Sánchez

señala sin disimulos a los agentes del mal. Para

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EFE

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