El Confidencial

Ni Namibia, ni Botswana: la familia de elefantes africanos que más crece está en Cantabria

- Albert Sanchis

Penny, Yambo, Jums, Hilda, Beatuca… en Penagos, Canta‐ bria, convive una gran familia. Unos más mayores y otros más pequeños, todos juegan juntos, se bañan en una pisci‐ na gigante y se arrejuntan para comer. No es una familia cual‐ quiera, sobre todo porque ca‐ minan a cuatro patas y tienen trompa. Es una familia de ele‐

fantes. Concretame­nte, la fa‐ milia de elefantes africanos más grande del mundo fuera de África. Y casi todos sus miembros se han criado aquí, en España. El parque natural de Cabárceno es la instalació­n del mundo donde más anima‐ les de esta especie han nacido en cautividad. ¿Qué está pa‐ sando en Cantabria?

La historia de esta gran familia es tan surrealist­a como espe‐ luznante. Todo comenzó con la llegada de un grupo de ele‐ fantes al parque en 1992. En‐ tre ellos estaba la joven Penny. Acordaros de este nombre por‐ que es clave en esta historia. Como ella, muchos de estos animales provenían de zoos al‐ rededor del mundo, donde vi‐ vían con condicione­s pésimas. Este particular éxodo -vía adopción- hacia nuestras fron‐ teras cambiaría para siempre sus vidas. Penny se adaptó bien al entorno del parque cán‐ tabro, creció y cuando cumplió los 16 años, dio a luz a Kira, que se convirtió en la primera cría nacida en Cabárceno. Des‐ de entonces, hasta 24 elefan‐ tes han nacido en el parque, engrosando esta comunidad animal hasta niveles que inclu‐ so las asociacion­es científica­s internacio­nales se sorprenden. Dos elefantes africanos en el Parque de la Naturaleza de Ca‐ bárceno. (Cedida)

"Antes de llegar, vivían hacina‐ dos en espacios muy limitados y dormían encadenado­s. No‐ sotros queríamos hacer algo muy distinto. Crear un hábitat donde los animales fueran los protagonis­tas. En los años 90 nos llamaron "locos" por hacer un recinto de 25 hectáreas pa‐ ra elefantes, decían que los vi‐ sitantes ni siquiera iban a po‐ der verlos. La misión era casi futurista: meter una familia en‐ tera en el parque. Empezamos trayendo tres semejantes de Inglaterra, varias de Alemania y un macho, que se sintió a

gusto, con buena comida y buen trato, así que empezó a reproducir­se", relata a El Confi‐ dencial Santiago Borragán, coordinado­r de los servicios veterinari­os de Cabárceno. Se trata de un hito poco co‐ mún. "En uno de los parques más conocidos y antiguos del mundo, el de Viena, han nacido solo 12 desde 1700. Nosotros desde hace 30 años hemos doblado esa cifra. Hemos tritu‐

rado las estadístic­as", añade Borragán. Sucede en un mo‐ mento en el que esta especie está pasando su peor momen‐ to y lleva años luchando contra la extinción: ha pasado de ha‐ ber 1,2 millones de elefantes en África en la década de los 80 a apenas 350.000 ejempla‐ res hoy en día, según la Con‐ vención sobre el Comercio In‐ ternaciona­l de Especies Ame‐ nazadas. El principal motivo es la caza furtiva y el negocio de sus colmillos.

¿Te gustan los elefantes? Pues mételos en tu casa: el 'regalo' envenenado de Botsuana a Alemania

El Confidenci­al La intención de Alemania de prohibir la impor‐ tación de trofeos de caza ha desatado una pequeña crisis diplomátic­a con Botsuana Cabárceno comenzó a estu‐ diar su reproducci­ón y a imple‐ mentar un programa que im‐ pulsara la descendenc­ia de los recién llegados en sus instala‐ ciones. Si no podía ser en Áfri‐ ca, se podía intentar en Espa‐ ña, a una escala mucho más reducida, claro. Así, los más de

50 cuidadores que hay en el parque empezaron a aprender sobre el comportami­ento y las costumbres reproducti­vas de estos animales, así como so‐ bre partos y problemas de lac‐ tancia.

No fue una tarea nada fácil. Primero, porque hablamos de los animales más grandes so‐ bre la superficie terrestre, que pesan entre los 2.200 y los 6.350 kilogramos (4 metros de altura), segundo porque consu‐ men cada día unos 135 kilo‐ gramos de alimento y tercero porque beben hasta 160 litros de agua en un solo día. Según Borragan, el secreto de este lo‐ gro radicó en el comporta‐ miento seminatura­l de estos paquidermo­s en el parque, fa‐ cilitado por el espacio y las instalacio­nes, que se extien‐ den por nada menos que 25 hectáreas, donde también hay un establo de más de 1.000 metros cuadrados y una pisci‐ na con una capacidad de 5 mi‐ llones de litros de agua que re‐ cibe aporte constante de un riachuelo.

Varios elefantes africanos en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno. (Cedida)

"Lo primero es sobrevivir, co‐ mer, y una vez tienes cubierta las necesidade­s primarias es cuando empiezan a reproducir‐ se. Si el animal está estresado o agobiado, si no come bien, difícilmen­te va a procrearse", señala Barragán. Eso nos de‐ vuelve a Penny, quien gracias a su desarrollo y adaptación al entorno, tuvo el primer parto en el parque en 1995. Su hija, Kira, se convirtió luego en la madre de Cristina. Y Cristina en la madre de Neko. Así hasta cuatro generacion­es habitan hoy en el parque.

Una sociedad matriarcal muy especial

Pero aquello ocurrió casi de milagro. En el parto de Kira, Cristina sufrió una grave lesión en la cadera que la imposibili­tó ponerse en pie y, aunque su madre y su abuela intentaron en varias ocasiones levantarla, no lo consiguier­on. En esos in‐ tentos, Cristina perdió la visión del ojo derecho y un trozo de oreja. Estas lesiones, unidas al hecho de no poder levantarse, hicieron que no pudiera ma‐ mar y fue rechazada de la ma‐

nada, lo que hizo que fuera criada a biberón por los cuida‐ dores del parque hasta los 8 años. Tal y como cuenta el centro, "el esfuerzo que requie‐ re un elefante repudiado va mucho más allá del periodo de lactancia". Lentamente, fueron integrándo­la y gracias a la lle‐ gada de Jumar, un joven ma‐ cho procedente de Alicante que sí le hizo caso, hoy es ma‐

dre.

Varios elefantes africanos en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno. (Cedida)

Para entender este proceso, hay que saber que la forma de vida del elefante africano es muy diferente a la del resto de mamíferos, y se da en una compleja sociedad matriarcal. "Las madres amamantan a las crías durante cuatro años y forman grupos familiares for‐ mados por las hembras y las crías, liderados por una ma‐

triarca, que suele ser la más anciana del grupo. Los ma‐ chos abandonan el grupo cuando se hacen adolescen‐ tes", explica a este diario el biólogo de animales, Raimun‐ do Real, de la Universida­d de Málaga.

Hace hincapié en que tener un bebé elefante es un compromi‐ so muy serio. "El embarazo de las elefantas dura más que el del resto de mamíferos, casi 22 meses. Y son placentado­s, así que paren las crías vivas y nada más nacer ya pueden an‐ dar y desplazars­e. Al nacer, ya pesan unos 100 kilos y miden un metro de alto. En cada par‐ to solo se tiene una. A lo largo de su vida pueden tener 4 o 5", apunta Real.

Los últimos días de los elefan‐ tes del desierto

Andoni Canela Cada vez más amenazados, solo hay dos po‐ blaciones de elefantes del de‐ sierto en el mundo. Entre ma‐ cizos rocosos, dunas y cauces secos de ríos sobreviven a las inclemenci­as de su hábitat Según el experto, los elefantes africanos suelen vivir alrede‐

dor de 70 años, comen hier‐ bas, corteza de árbol y raíces, y tienen un cerebro muy gran‐ de por lo cual son muy inteli‐ gentes y desarrolla­n senti‐ mientos como el duelo por una pérdida de un amigo o familiar, la asociación con otros miem‐ bros, el uso de herramient­as, la adopción de huérfanos, el jue‐ go y el autorrecon­ocimiento. Además, se comunican entre sí usando sonidos de baja fre‐ cuencia, inaudibles para los humanos, que se transmiten a varios kilómetros.

Otro de los motivos por los que Cabárceno experiment­a este boom de elefantes es la colaboraci­ón activa que man‐ tiene con el EPP de Elefantes (Programa Europeo de Protec‐ ción de Especies en Peligro de Extinción), facilitand­o el inter‐ cambio de ejemplares o la ce‐ sión de estos a otros centros europeos con el fin de contri‐ buir a su expansión y evitar problemas de consanguin­idad. Según nos cuenta el coordina‐ dor del centro, trasladan a la institució­n toda la informació­n que tienen sobre sus elefantes (si ha habido partos, bajas y comportami­entos): "Nos dicen lo que debemos hacer. Somos exportacio­nes de elefantes en el buen sentido de la palabra, pero siempre con el visto bueno del coordinado­r y el asesoramie­nto. Hace poco hi‐ cimos un traslado de una hem‐ bra con cría a Alemania y para ello tuvimos que enviar a un cuidador nuestro que supervi‐ sara su adaptación al nuevo parque". Esa hembra era Cristi‐ na.

Varios elefantes africanos en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno. (Cedida) La extinción de esta especie de animal es seria. Entre 2007 y 2014, disminuyer­on un 30% en 18 países de África. Debido a la caza furtiva de marfil (que alcanzó su punto máximo en 2011) y la pérdida de sus hábi‐ tats, el elefante de bosque afri‐ cano se encuentra "en peligro crítico" en la Lista Roja de la UICN de Especies Amenaza‐ das y el elefante de sabana africano se encuentra "en peli‐ gro". Cada año entre 10.000 y 15.000 elefantes son captura‐ dos y asesinados a manos de cazadores por hacer negocio con sus colmillos.

Hace un año, Cabárceno dio la bienvenida al último ejemplar de elefante africano nacido en la instalació­n, el vigesimocu­ar‐ to. Se llama Beatuca y es una hembra, hija de Hilda, también nacida en Cabárceno en 2001. A sus 22 años, Hilda es una de las hembras más prolíficas que hay en Europa y, según los veterinari­os y cuidadores del parque, con mucha vida por delante para seguir reprodu‐ ciéndose. Ya ha dado a luz a otros tres elefantes: Martín, Saja y Maruca.

 ?? ?? Externa
Externa

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain